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Desde 2017 se discute en el Congreso un proyecto de ley que permite el cultivo con fines medicinales, que se encuentra estancado en el Senado. Mujeres cuentan sus experiencias con esta sustancia para aliviar sus dolencias, mientras fundación que trabaja por la promoción de su uso como terapia alternativa acusa constante criminalización.

Por: Estefanía González 

Evelyn Venegas desde hace cinco años que sufre de fibromialgia, trastorno caracterizado por dolor musculoesquelético generalizado, el que además viene acompañado por fatiga y problemas de sueño, con afectación a la memoria y al estado de ánimo.

Cuando fue diagnosticada, empezó a consumir una serie de medicamentos que le ayudaban a aliviar los dolores, sin embargo, otros problemas comenzaron a surgir a partir de ellos. “Los remedios que te dan te dejan como zombie, son para los dolores y van al sistema nervioso central”, comentó Venegas, quien además pertenece a la agrupación Fibromialgia IV Región.

Hace un año que decidió cambiar los medicamentos por aceite de cannabis, una alternativa que, asegura, le mejoró la calidad de vida. “Cambié por algo más alternativo, más natural y que mejora mucho el sobrevivir”, indicó.

Evelyn explica que toma esta sustancia en el transcurso del día. “Uno en la mañana puede tomar 5 gotas y anda sin dolor, más calmada, y en la noche para dormir. Las mujeres que tienen fibromialgia lo piden como una alternativa, porque tanto tomar químicos, tanto tomar remedios, nos afecta negativamente”, sostiene.

Un caso similar es el de Begoña Del Canto, actriz que sufrió un accidente de tránsito cuando se desplazaba en su motocicleta, el que la dejó con graves secuelas físicas.

“Una mujer se pasó un disco pare y me chocó cuando yo iba hacer clases en mi moto”, relató Del Canto, quien quedó con “fractura de pelvis bilateral y necrosis en ambos vastos del fémur (músculo)”, por lo que debió ser operada. En ese entonces fue tratada con tramal, cuyo principio activo es el tramadol, un fármaco utilizado para aliviar dolores, sin embargo, según comenta, al utilizarlo por un tiempo prolongado, comenzó a tener “resistencia” y a sentir que se “cortaban” sus recuerdos.

“Fue ahí cuando comienzo a probar la cannabis con fines terapéuticos. Primero en aceite corporal y luego bebiéndolo, era tan malo que ahora voy mezclando entre tomar aceite y fumar”, sostuvo la actriz, quien lleva tres años con esta alternativa y explicando que con esta planta puede disminuir los efectos de sus dolencias. “No te quita el dolor, pero sí baja la intensidad”, indicó.

Begoña comenta que en su caso no le sirvió sólo la aplicación del aceite y manifiesta que prefiere esta terapia alternativa a la tradicional. “No hay nada científicamente comprobado, pero es lo único que tomo ahora y solo cuando el dolor es demasiado. Consumir tramal, más paracetamol y la pregabalina me provocaron una úlcera, cuando pasé a la morfina dije: ¡suficiente!, porque claro, no sientes el dolor, pero te invalida en el sentido de que, por ejemplo, con tramal, no podía ni siquiera hablar con coherencia y con micro dosis de marihuana, sí”, asegura.

MEJORAR LA CALIDAD DE VIDA



Tal como Evelyn y Begoña, existen miles de personas que utilizan la cannabis como terapia alternativa y/o complementaria para tratar diferentes condiciones médicas, ya sea para aliviar dolores, disminuir efectos colaterales de quimioterapias en el caso de pacientes oncológicos y regular el estado de ánimo, entre otros.

Ana María Gazmuri, directora ejecutiva de Fundación Daya, que se dedica a la investigación y promoción de terapias alternativas con cannabis medicinal y que atiende a más de mil pacientes mensuales, explicó que “el foco es mejorar la calidad de vida”.

“Dependiendo de las afecciones o los síntomas de cada paciente es el uso de la cannabis, un paciente que cursa con dolor crónico el efecto analgésico y los componentes antiinflamatorios del cannabis le van a servir, pero además probablemente va a haber una regulación del ánimo, va a dormir mejor”, señala.

Lo mismo pasa con otras dolencias, “por ejemplo está el área de los pacientes neurológicos, tenemos el área pediátrica donde tenemos a muchos pacientes con epilepsia refractaria, con autismo, con parálisis cerebral y aquí lo que vemos tiene que ver con esta posibilidad de incluso una reconexión neuronal, de despertar capacidades dormidas, de ayudar muchísimo a combatir los efectos adversos de los tratamientos convencionales”, explica.

Gazmuri acotó que con la cannabis no se curan las enfermedades, pero sí es una herramienta importante. “Tenemos a pacientes con insomnio, pacientes oncológicos que con uso de cannabis hace que el propio tratamiento como la quimioterapia sea mucho mejor tolerado, porque ayuda a combatir las náuseas, mantienen el apetito. También es importante en el uso paliativo, cuando hablamos de pacientes desahuciados ya que se permite un manejo más amable que cuando se depende exclusivamente de la morfina”.

LA PERSECUCIÓN PENAL 



Uno de los principales problemas actuales a los que se enfrentan quienes cultivan la planta para consumirla como parte de un tratamiento médico es la criminalización. Esto se da, según comentó la directora ejecutiva de Daya, incluso contraviniendo la actual ley 20.000, que permite el cultivo para consumo personal y para tratamientos médicos, situación que hace cinco años no se habría dado.

“Hace cinco años atrás no existía ninguna persona detenida o presa por cultivar cannabis para su uso personal. Hoy día en Fundación Daya tenemos a cinco personas presas”, sostuvo Gazmuri, quien añadió que se encuentra acompañando a 120 causas de pacientes de la fundación con apoyo del Instituto Nacional de Derechos Humanos y además con la presentación de un recurso de protección en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, puesto que la persecución penal, si bien termina mayoritariamente en la absolución de los cargos, puede producir daños emocionales y económicos. 

Y es que, existiendo una denuncia, quienes cultivan la cannabis pueden sufrir la incautación de sus plantas, aún sin ser traficantes de drogas, mientras dure la investigación del Ministerio Público, quedándose sin su tratamiento.

“Esto empezó estos últimos dos años, pero particularmente este último año hubo un cambio de mirada, un cambio de discurso. Todo el trabajo de avance de cannabis medicinal que se venía desarrollando con el Estado de Chile, con los gobiernos anteriores, como que se hubiera desconocido”, expresó Gazmuri.

Si bien la ley 20.000 permite el cultivo de cannabis previa autorización del SAG, la normativa expresa en su artículo 8 que “el que, careciendo de la debida autorización, siembre, plante, cultive o coseche especies vegetales del género cannabis u otras productoras de sustancias estupefacientes o sicotrópicas, incurrirá en la pena de presidio menor en su grado máximo a presidio mayor en su grado mínimo y multa de cuarenta a cuatrocientas unidades tributarias mensuales, a menos que justifique que están destinadas a su uso o consumo personal exclusivo y próximo en el tiempo”, agregando en el artículo 50 que “se entenderá justificado el uso, consumo, porte o tenencia de alguna de dichas sustancias para la atención de un tratamiento médico”.

La directora de Daya comentó que “esa ley existe hace mucho tiempo, pero no se había interpretado bien. La Corte Suprema empieza a fallar a favor de los usuarios y ahí se forma un jurisprudencia súper importante y que es lo que había permeado el sentido común y el actuar del Ministerio Público (…) hoy día estamos en un escenario que nunca habíamos pensado estar”.

Consultados sobre este tema, desde la Fiscalía nos señalaron que cuando una persona justifica mediante el certificado médico y autorización del SAG el uso de la cannabis para estos fines, no podría ser perseguido, puesto que la ley 20.000 persigue el tráfico de drogas.

El comisario Miguel Cabezas, jefe de la Brigada Antinarcóticos y contra el Crimen Organizado de la Policía de Investigaciones (PDI) de La Serena, complementó esto último, señalando que “nosotros funcionamos con denuncias. Existe la plataforma denuncia seguro, que es el fono 600 400 0101 donde las personas, de manera anónima, denuncian que en una casa observan que hay plantas que asoman desde el muro perimetral o con olor muy fuerte de cannabis. Entonces ellos llaman, denuncian y nosotros remitimos esos antecedentes a la Fiscalía, ellos remiten la orden de investigar y nosotros con nuestras técnicas indagamos, vamos entrevistamos a la gente, y nos indican que es para consumo o extracción medicinal. Esto de tener una planta pasa por el artículo 8 que es el del cultivo y la persona queda apercibido para que explique en la Fiscalía”, afirma, aclarando, de paso, que cuando además de la planta hay flujo de personas en el domicilio o transacciones, pasa a ser microtráfico.

LEY QUE DUERME EN EL SENADO



Justamente para evitar la persecución penal de quienes consumen cannabis como parte de un tratamiento médico es que en 2018 se aprobó en la Cámara baja, la “Ley Cultiva Seguro”, que pasó al Senado y donde permanece hasta hoy.

La senadora Adriana Muñoz (PPD), quien apoya el proyecto, indicó que “esta ley establece incorporar en el código sanitario una regulación para permitir el uso medicinal de los productos derivados de la cannabis”.

“Este es un boletín que está hace mucho tiempo en el Senado, en la Comisión de Salud. Cuando fui presidenta del Senado insistí mucho a colegas de esa comisión para que lo pusieran en tabla, lo tramitaran y pudiéramos iniciar el debate en Sala, sin embargo, ha habido muchos otros proyectos, vinculados al tema de la pandemia, que ocuparon parte del tiempo de la comisión”, explicó la senadora Muñoz. Sin embargo sostiene que insistirá en su incorporación a la tabla.

 Para la senadora se trata de un proyecto importante y con “rostro de mujer”, puesto que “muchas de las personas que están hoy día cultivando cannabis con fines medicinales son mujeres y son madres que tienen hijos, hijas o familiares enfermos, que no tienen tratamiento a través de la medicina alópata. Ellos han recurrido a esta alternativa para aliviar dolores y sacar adelante algunos tratamientos que a través de otras posibilidades no lo tienen y también son personas de escasos recursos”.

Muñoz detalló que, en concreto, el proyecto de ley “delimita mucho el uso de la cannabis a aspectos medicinales destinados a la atención del tratamiento médico y este tratamiento es prescrito por un médico cirujano tratante, con una receta. Es bien responsable, no es una puerta que se abre para el uso de la marihuana en el país como los detractores de la iniciativa así lo señalan”. En la misma línea, la senadora espera que se abra el debate en un periodo corto de tiempo y así evitar que se siga criminalizando la actividad.

Ana María Gazmuri, expresó, en tanto, que con esta ley se “complementa y aclara mejor la ley 20.000”, insistiendo en que el cultivo personal y para fines medicinales no está penado. “No es que se necesite la aprobación de esta ley para que esto sea lícito, hoy es lícito y así lo ha dicho la Corte Suprema una y otra vez”.

Es importante mencionar que en la actualidad se venden en farmacias medicamentos con componente de cannabis que están autorizados por el ISP. La directora regional de Senda, Fernanda Alvarado, indica que “en el caso de la marihuana existen autorizados dos medicamentos extranjeros que pasaron por todos los requisitos para ser aprobados”.

Alvarado explicó que “los procesos para autorizar cualquier tipo de medicamento pasan por un estricto protocolo y control y pueden pasar años en que se autoricen, previamente deben pasar por los ensayos clínicos, generar protocolos, pasar por un comité de ética, entre otros tantos procesos, y recién ahí el ISP puede pronunciarse”.

La directora de Senda enfatizó en que las personas deben informarse bien antes de comenzar un tratamiento médico con cannabis. “Siempre aconsejamos a todas las personas que tienen dudas sobre este tema, a conocer de fuentes fidedignas, que busquen la evidencia científica relacionada con el tema, por sobre todo, nunca abandonar sus tratamientos médicos prescritos por los profesionales de la salud”. 

EXPERIENCIA INTERNACIONAL



Uno de los países que reguló el uso de la cannabis, tanto con fines medicinales como recreacionales es Canadá, que desde el 2001 permite el uso de la marihuana para tratamientos médicos y desde 2018 aprobó su uso recreacional.

Si bien la marihuana medicinal es legal en Canadá desde hace veinte años, algunos aspectos cambiaron desde la aprobación de la Ley en el 2018. 

En el país del norte los pacientes requieren autorización de su profesional médico, quienes con esta pueden comprar productos de marihuana directamente de un vendedor con licencia, registrarse a Health Canada y producir una cantidad limitada de marihuana para consumo personal, designar a otra persona para que produzca marihuana para ellos, como también adquirirla en línea o en tiendas físicas autorizadas.

“En Canadá un paciente puede guardar en casa tanta marihuana medicinal como quiera. En cuanto a la posesión en público, el paciente puede tener un abastecimiento de 30 días de marihuana seca (o 150 gramos o menos), además de los 30 gramos permitidos para fines recreativos. Si la policía lo interroga, debe poder mostrar su documento de registro (emitido por un vendedor con licencia federal) y su certificado de registro de Health Canadá”, señala Sensi Seeds.

Kamila Muñoz, chilena residente en Canadá, quien trabaja en una planta procesadora de marihuana llamada 7ACRES, instalada desde hace siete años en Ontario, nos comentó que “en Canadá la marihuana se vende en tiendas reguladas, casi invisibles, sin publicidad y están polarizadas”, donde es común que se creen alianzas entre industrias de cannabis y farmacias “para que la droga recetada llegue a los pacientes. Ellos llevan su receta a la farmacia y les dan su bolsita de marihuana”.

Muñoz indicó además que “por el tema del virus acá el gobierno catalogó como “esencial” y “no esencial” a ciertas industrias. La industrias de cannabis no cerraron porque son consideradas “esenciales” ya que también entregan un servicio medicinal para la población”, agregando que en dicho país “la industria está especializada, con tecnología de punta y apuntando a mercados extranjeros”.

 

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