En 1980, después del “plebiscito”, Claudio Orrego Vicuña, buen amigo nuestro, irrumpió indignado en la redacción de la revista Hoy: “Me siento -dijo- como deben sentirse las mujeres cuando han sido violadas”.
El Presidente Obama quiere evitar que la de Afganistán sea “una guerra sin fin”. Tampoco quiere que ese país se convierta “en un refugio para los terroristas”
no está claro cuándo fue o dónde, pero, cualquiera fuere su origen, es evidente que sólo a José Stalin se le podía ocurrir preguntar ¿cuántas divisiones (armadas) tiene el Papa?
La degradación es el peor castigo que puede recibir un militar. Peor que la pena de muerte. Peor que la cárcel. Lo más humillante es la liturgia castrense con que se oficializa.
Ya sabemos que en política nadie puede cantar victoria hasta que no se cuente el último voto. Esta prudente norma es asimilable al juicio de la historia: no se puede hacer el balance de un gobierno antes que termine su período.