Como sabemos, en nuestro país no pueden votar los menores de 18 años, lo que resulta contradictorio con otros ámbitos de la vida nacional en donde los adolescentes parecieran ser lo  suficientemente responsables como para discernir y actuar de forma consciente. Así las cosas, en materia penal, una persona entre 14 y 18 años puede ser objeto de una acusación por la comisión de un delito, ser juzgado e inclusive ser condenado a penas privativas de libertad. En materia civil, los jóvenes mayores de 16 años pueden contraer matrimonio y reconocer hijos. Mientras que en materia laboral, los adolescentes pueden trabajar bajo remuneración, siempre que los padres lo autoricen.

Dentro de la experiencia comparada, países europeos como Austria, Eslovenia y algunas regiones de Alemania, Noruega, Reino Unido y Suiza, así como en Latinoamérica, Nicaragua, Bolivia, Argentina, Ecuador y Venezuela facultan a los jóvenes desde los 16 años para que ejerzan su derecho al sufragio. Experiencias hasta ahora positivas.

Ser adolescente no significa adolecer o carecer de algo, como se pretende instalar, sino “crecer y nutrir” (del latín adolescens), y que mejor que integrar a dicho proceso de desarrollo responsabilidades cívicas y políticas que ineludiblemente se interiorizarán como disposiciones constitutivas de visiones y acciones futuras.

Por tanto, resulta atendible, considerando la aguda desafección política de la juventud, habilitar a los adolescentes para ejercer el derecho a voto a una edad más temprana. Esto a sabiendas de que hacerlos parte de las decisiones que afectan su vida y su entorno probablemente despierte un interés sobre la actividad política y por sobre todo, ayude a comprender de mejor forma lo elemental de esta labor para el desafío de vivir en sociedad (“la mejor educación cívica es participar”).

Por lo que avanzar hacia una mayor participación e interés en la política debe ser un imperativo en tiempos donde comienza un ciclo caracterizado por la demanda de mayor protagonismo ciudadano. ¡Adolescentes a las urnas! 

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