Un gancho orejudo, caracol de metal, saca los cachitos para abrir cerraduras en la vida cotidiana. Cuando la voluntad es parte vital de la inteligencia creativa y sostenedora en el alimento. Donde la imagen y la comparación levantan o bajan el ánimo de los protagonistas u observadores de tareas. Vade... 
El arte de los dibujantes, especialmente en tiras cómicas de índole policial, caracterizan al personaje provisto de tan esencial herramienta: el diablito. Cómplice curioso y no tan peligroso tal como otras armas. Es gancho amigo cuando se trata de desvalijar alguna vitrina tentadora o vivienda alhajada. Está demás describir el antifaz, polera a rayas y el robagallinas del temerario. Cabe recordar a “Chompiras” el personaje creado e interpretado por el inolvidable Chespirito o don Roberto Gómez Bolaños en “El chavo del ocho”, mejicano. 
Y, el diablito chileno, también sirve a la comunidad. Aún, más, ha servido -sin lugar a dudas- para estimular la creación artística: “Dicen que el diablo nació / entre Pichi y Talamí (bis) no me vengai con diabluras/ que en eso te la gano a ti (...) En Alhué planté un olivo / y en Colina un duraznito... “Y la “refalosa”, hasta con recitado, habla de la casa del cura con su higuera bendita, según Mario Baeza en “Cantares de Chile”, edición de bolsillo. 
Pero, habíamos quedado que para el próximo invierno hay que asegurase el “sustento” y conciliar las entradas con las salidas. “Cuidar el agua” concluye la dueña de casa secándose las manos en el delantal. Afuera, la amenaza de lluvia “no va más allá de aparato de año malo”, según la misma abuela. El otoño va en cuenta regresiva; el invierno, progresiva.
Finalmente, tal como decía don Quijote a Sancho: -”Primeramente, Oh, Hijo mío, haz de temer a Dios por que en temerle está la sabiduría. Y, siendo sabio, no podrás errar en nada”. Con un empujoncito suave, a veces, las puertas se abren solas. ¡Vale!
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