Una ola de cuestionamientos generó la noticia de que eventualmente filosofía dejaría de ser parte del Plan Común de Enseñanza Media. Uno de los argumentos que más leí y escuché fue: "Ya sacaron educación cívica, ahora sacarán filosofía. Quieren ciudadanos desinformados y sin pensamiento crítico". Al respecto me tomé la libertad de escribir esta breve opinión, que intenta vislumbrar parte del problema y transparentar una postura.
En la historia reciente de nuestro país, la educación cívica y/o ciudadana ha estado presente de una u otra manera en los currículos escolares, sin embargo, no se ha mantenido estática, muy por el contrario, ha experimentado una serie de variaciones. Estas transformaciones se han realizado cambiando sus contenidos, como en los años 1974, 1981, 2009 y 2013 o cambiando radicalmente su arquitectura, como en los años 1996 y 1998. Durante el inicio de la Dictadura Militar los contenidos se enfocaron al fortalecimiento de la ideologización nacionalista, mientas que en el 1981, después de que la Comisión Ortuzar entregara lo que sería la nueva Constitución de la República (vigente y cuestionada hasta nuestros días), los cambios realizados se circunscribieron a los principios de la democracia protegida. Tras la conquista de la democracia también se realizaron importantes transformaciones, por ejemplo, se fortalecieron los contenidos relativos a la participación (titularidad) más que a la pertenencia (membresía) a una comunidad nacional. Por el lado de la organización o arquitectura curricular, en 1996 y 1998 se efectuaron cambios profundos en los currículos escolares en educación cívica debido, se declaraba en aquella época, a los desafíos propios de la globalización y la democratización. Básicamente, se decidió pasar desde la tradicional educación cívica (planteada en una asignatura), referida a conocimientos sobre estructura y funcionamiento del sistema de gobierno, a una de formación ciudadana (que ya no es asignatura, sino un objetivo / contenido de un cúmulo de estas), que además de conocimientos incluye el desarrollo de habilidades, valores y actitudes fundamentales para la vida en democracia.
Dicho esto, creo que hacer de la Educación Cívica / Ciudadana un objetivo transversal fue un error que debe enmendarse y, por cierto, no debe volver a cometerse con el ramo de Filosofía. Fue un error ya que invisibilizó, tanto para estudiantes como para profesores, los contenidos y relevancia de esta materia. En otras palabras, creo que el espíritu de las reformas curriculares de los 90´ en la Educación Cívica fue tremendamente positivo, sin embargo, hay que atender cuanto antes los efectos inesperados de la excesiva transversalización e invisibilización ya señalada .
Por mi parte, estoy a favor de que la educación o formación ciudadana, así como filosofía, economía y sociología, deberían ser asignaturas o, en su defecto, materias explícitas de un ramo. No avanzamos si restamos horas o invisibilizamos las disciplinas esenciales para desarrollar el pensamiento crítico y la educación política, ya que ciudadanos críticos y actores activos de los destinos de Chile son pieza indispensable en la construcción de una democracia plena y un modelo de desarrollo con justicia social.