Este domingo 29 de noviembre se realizaron las elecciones primarias para alcaldes y gobernadores, que tendrán lugar en abril de 2021.
El sentido de las primarias es ampliar la participación política y electoral. De esta manera, los ciudadanos tienen la posibilidad de pronunciarse sobre los candidatos y desafiar a las máquinas partidistas o municipales, que muchas veces conseguían una candidatura por un mejor contacto con quien tomaba las decisiones y no por un real respaldo social. De esta manera, los votantes pueden contribuir a definir las opciones que disputarán los distintos cargos en las elecciones generales. Las sorpresas en los resultados en algunas comunas y regiones indican que, efectivamente, hubo posibilidades de abrir espacios a nuevas figuras.
Parece claro que la participación electoral parece fue insuficiente: 418.685 ciudadanos sufragaron en total para las primarias de gobernadores, y 147.608 lo hicieron para las de alcaldes. En el primer caso, las cifras fueron particularmente bajas en el Frente Amplio y en Chile Vamos, que tuvieron menos lugares de competencia, mientras se mostraron más amplias en el caso de Unidad Constituyente. En las primarias para alcaldes la participación de Chile Vamos subió de 100 mil votos, llamando la atención que Renovación Nacional se ubicara como la tercera fuerza partidista del conglomerado, debajo de la UDI y de Evopoli.
La baja participación hace difícil prever los efectos electorales que tendrán las primarias en las elecciones de abril próximo. Por ejemplo, no es posible predecir si la recuperación de la Democracia Cristiana en las primarias para gobernador tendrá una incidencia mayor o no; tampoco resulta claro si la caída del Frente Amplio es estructural o meramente coyuntural. Finalmente, el hecho de que muchos alcaldes no vayan a la reelección puede redefinir el mapa político en algunas comunas.
Sin embargo, hay un tema que Chile debería evaluar con más atención, y son las elecciones primarias mismas. Falta una consolidación cultural sobre este proceso, que le podría dar más fuerza, participación y tradición a las primarias, lo que fortalecería la democracia, la competencia política, y eventualmente los debates de ideas y proyectos. Pese a ello, no es bueno caer en la crítica estéril, sino que evaluar los logros y limitaciones y proyectar las mejoras hacia el futuro.
Alejandro San Francisco
Historiador Universidad San Sebastián y Universidad Católica de Chile; Director de Formación Instituto Res Publica