La vecindad emergente, alarma temprana, aguarda seguridad para acciones asequibles en la región de los valles. Cuando los autos averiados y las mascotas solitarias ofrecen señales. Donde la búsqueda de la felicidad aún lleva a lugares seguros en el ambiente urbano y rural. Qué bonita vecindad...
Manuel Olguín, vecino de Andacollito y ya desaparecido de la vida cotidiana, aseguraba que la “capital cultural de los diaguitas” sólo era la potrerada de una hacienda colonial. Desde su altillo miraba a la vecindad actual y aseguraba haber visto, en parte, el surgimiento de Diaguitas tal como asentamiento rural.
Algunos pueblos, tan antiguos como la aldea elquina, conservan la toponimia indígena y suman el santoral español: Gualliguaica, Tambo, San Isidro y otros. La tendencia actual es rescatar hechos y personajes históricos para una crónica optimista. En Quebrada de Pinto salieron los catorce de la fama, dicen.
Por lo menos, Lisandro Pinto, visionario en los años treinta, instaló una especie de Hostal - tan común en la actualidad- y remodeló la plaza diaguitana.  Aún es recordado por su afabilidad y entusiasmo. Posteriormente, Renato Huerta se adelanta al turismo rural con la “Puerta del Sol”, aún vigente.
Para el resto del verano 2013, la vecindad de la Región de Coquimbo lleva una ventaja solidaria. Los lugareños ya no pagan la subida de precios tan exagerada que “curiosamente” está destinada a los visitantes. La comprensión es evitar el alejamiento de la clientela y brindarle confort y seguridad.  
Aseguran, además, que en las proximidades de la plaza Buenos Aires, en La Serena, aguarda un “almuerzo” por menos de dos mil. El señor Barriga (personaje de La vecindad del Chavo) ya no cobra de casa en casa...los recién llegados prefieren edificios nuevos y con vista al mar. Eso, eso, eso. 
 (De TERRAL, archivo de La Coctelera,es.)
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