Esta columna la escribo, a propósito de una triste conversación con mi hermano sobre trámites que tuvo que hacer con su esposa en una oficina policial para renovar su cédula de identidad. Y de como el sistema y sus administradores  agobian cada vez más a quienes por razones de toda índole deciden hacer sociedad en este maravilloso país.

Por lo tanto, espero con estas palabras interpretar a todos aquellos que vienen a Chile con esperanzas de hacer de sus vidas un lugar con mayores y mejores oportunidades.

Mi cuñada es extranjera, radicada hace ya casi cinco años y de nacionalidad latinoamericana. Con mi hermano decidieron quedarse en Chile solo por la garantía  que le da el ejercicio de su profesión. Así que, todo lo que pase en cuestiones de inmigrantes a mí también me afecta; de hecho tengo una tía que reside hoy en el país del norte del continente.

A propósito de aquello, hace un par de días con indignación Salieron a luz las declaraciones del líder de ese país, que abiertamente descalificaba de manera grosera a dos naciones de centro América. Como se pueden hacer llamar “americanos”… espero de verdad que todos mis hermanos cristianos que votaron por este abusador ignorante se estén arrepintiendo de lo que han hecho. Acaso se les olvida que ellos son justamente un país de inmigrantes… son el único país del continente sin bases culturales. No tienen tradiciones como la comida, danza, arte, letras… si hasta el poder económico no les pertenece. Son esclavos de lo que hacen sus vecinos que hasta la mierda se las limpian. ¿Qué los hace grandes? Justamente las personas que hoy su líder denostó con tanta liviandad, pero que de seguro muchos también comparten la apreciación.

Obviamente estoy completamente de acuerdo con la postura del gobierno de haber rechazado tales afirmaciones, no tan solo a dos naciones, sino a un continente, ya que muchos de nuestros compatriotas así como los que han llegado acá, buscan más y mejores oportunidades cuando decidieron emigrar a ese país.

Con este tipo de actos es que nos damos cuenta que es parte inherente del ser humano el discriminar y aplastar al más débil. Y si estamos dispuestos a condenar los actos del líder del país “más poderoso”, ¿Por qué no condenar lo que vemos acá? Ejemplos sobran para evidenciar la falta de amor por otras culturas.

Una madre decide terminar con su vida por una injusta condena; aprovechamiento en la relación laboral; esclavitud maliciosamente minimizada; menosprecio constante por el color y por la difícil manera de comunicarse. ¿Qué nos hizo igual de grandes que el país del norte del continente? Acaso estos hermanos no han venido a sacarnos la mierda también a nosotros. Muy por el contrario,  en vez de acogerlos los tratamos como infrahumanos.

En vez de generar espacios para permitirles las oportunidades, les damos las migajas y los exponemos a la subcultura.

Si el inmigrante habla inglés o francés pero es rubio le abrimos todas las puertas… nos queman la Patagonia y no les sale ni por curados. Pero si es negro, amarillo o café es delincuente seguro.

Esto habla del doble estándar propio del chileno que no es capaz de diferenciar a voluntad propia la necesidad que hoy tiene nuestro país. Ya el chileno medio no quiere trabajar en la bencinera, en la tienda de abarrotes, en el terminal agropecuario… por que trabajar en servicios da menos plusvalía.

Volviendo a la conversación inicial, una de las cosas que más repitió mi hermano es, lo sobre pasados que están estos funcionarios públicos, que por lo demás no hacen ningún favor. Esto los lleva a dar un trato inadecuado, con muy poca orientación y en momentos con falta de equidad. La pregunta entonces es: ¿Debe el estado regular y establecer un método eficaz para este tipo de trámites? Obviamente, ya que el problema no es el recurso económico, sino que de administración, voluntad y vocación de servicio al prójimo.

No somos mejores y estamos muy lejos de ser los jaguares que creemos.

“Si fuera la patria como una madre cariñosa que da abrigo y sustento a sus hijos, si se les diera tierras y herramientas para sembrar, nadie abandonaría su patria para ir a mendigar el pan a otros países en donde se les desprecia y se les humilla.” 

Librado Rivera

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