Por José Manuel Pizarro el Lun, 25/04/2016 - 10:06
Un derrotero cordillerano, quimera del oro, atrapa imaginación para buscadores porfiados en la vereda andina. Cuando ni la piedra verde del tamaño humano con pircado y casa para alojados ni la caverna a la vuelta de una quebrada con ejemplares de guanacos y maizales en oro puro, aparecen. Donde la ruta internacional debería vincularse más con lo divino. Por el camino...
Un milagro salvó del nevazón a Benigno Alvarez, vecino de Calingasta y San Isidro en la primera mitad del siglo pasado. Cruzó la cordillera de los Andes a la altura de la provincia de San Juan y el Terral, al parecer, se hizo el muerto; sólo el viento Zonda animaba el nevazón en esos días navideños. No, no andaba buscando entierros, cateando metales u otra cosa.
Para Alfredo Pinto Iglesias, con lazos familiares en el país hermano, el hallazgo con las figuras de oro en tamaño natural no corresponderían a las llamadas “Labranzas de Osorio” de la cual él sabía mucho y los peralillanos no le hacían caso. Otro tanto ocurría con sus saberes en torno al minero Barraza y su fortuna en California. Pinto ofrecía donar un estadio deportivo para el pueblo si lograba sacar parte de la herencia. Después de cientos de cartas a California todo quedó en nada.
Pero, habíamos quedado que por la vereda andina hay derroteros que se renuevan, ahora, con el III Milenio en marcha. Mientras tanto hay que releer parte de la prensa local: 3/06/2005 mitos populares Un tesoro escondido entre los cerros. Dicen que un antiguo caballero español escondió en la cordillera “millones de oro y plata” que extrajo de una mina en la montaña sanjuanina. Murió sin poder sacarlo del escondite. Aseguran que el tesoro aún espera quien lo halle. Viviana Pastor - Diario de Cuyo.” Hay, fundamental, un reportaje periodístico con el historial del derrotero en las proximidades de Calingasta. -¡Ya viene la novela! El viento Terral busca por el valle; el Zonda, por la montaña.