Por Alejandro San F... el Mar, 04/08/2015 - 09:40
Mi vida familiar siempre estuvo ligada a la minería. Mis primeros años fueron en Sewell, Coya y Rancagua, mientras mi papá trabajaba en El Teniente, que por esos años -comienzo de la década de 1970- experimentaba cambios históricos decisivos. Después nos trasladamos a La Serena, cuando comenzó a operar la minera El Indio, fruto del esfuerzo estatal y privado para promover la inversión y la libre iniciativa en el campo económico. Nuestro papá nos enseñó a querer a los mineros y a los trabajadores en general, a muchos de los cuales conocí directamente. También logré comprender la importancia de esta área de la economía para el desarrollo global de Chile y de la IV Región, y conocer parte de la historia del país. Por eso agosto siempre es un mes especial, el mes de la minería, que nos permite un par de reflexiones.
En primer lugar, las imágenes de violencia en El Salvador, la discusión por los contratistas y la falta de diálogo en Codelco son malas noticias, que se suman a un precio del cobre cada vez más bajo y que se estima no repuntará en el corto plazo. Debemos pensar con seriedad estos temas, porque si bien Chile ha logrado crear condiciones para hacer atractivas las inversiones y el desarrollo de la actividad, nada de esto es eterno ni tiene el éxito asegurado, como prueban los desastres de otras naciones que antes disfrutaban de una primacía mundial y con los años se convirtieron en marginales por su pésima institucionalidad.
En segundo lugar, un recuerdo que es actual y tiene proyección futura. Hace exactamente cinco años quedaron atrapados los famosos 33 mineros, en la mina de San José, en un sufrimiento que compartió el país entero. Después Chile se alegró con su rescate, fruto del valor y fe de los propios mineros, de la esperanza de sus familias, del trabajo de profesionales y técnicos comprometidos y del gobierno del Presidente Sebastián Piñera, que puso los recursos humanos y económicos para lograr que salieran vivos desde el fondo de la tierra. Todo un símbolo de unidad nacional.
Agosto debe ser, por eso, un momento de recuerdo, pero también de proyección, para que la minería siga asociada al progreso de Chile.