Preocupante, por decir lo menos, es la situación de muchos alumnos que deberán abandonar sus colegios por no poder sus padres financiar de manera particular sus estudios, considerando que se volverán colegios privados pagados. Si bien se podrá compartir o no el nuevo sistema, no se han preocupado las debidas autoridades de considerar el impacto psicológico y pedagógico de todos aquellos y aquellas estudiantes al tener que obligadamente marginarse de sus actuales colegios y continuar en otros. Sin duda es una medida resistida, porque se les impone y no obedece a un acto voluntario. La gran mayoría de ellos están inquietos, más aun sus padres, que confiaron en un momento en un determinado establecimiento para el estudio de sus hijos. Al menos debió el proceso haber sido lento, es decir, esperar que salieran de los colegios y los nuevos integrarlos al nuevo sistema. Será materia de estudio si existe o no una vulneración de derechos en este tema. Esperemos que las respectivas autoridades flexibilicen el modelo y se desarrolle en forma parcelada. Es que estamos hablando de menores, de personas aun en desarrollo. No le estamos cambiando la casa a nuestro perro.

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