Mucho se ha hablado en los últimos meses acerca de legislar despenalizando el aborto libre en un lapso determinado en la gestación, a decisión de la madre, sin embargo, aún no he oído a nadie referirse a la decisión del padre, pues parece ser que él no tiene nada que opinar respecto al aborto. No es mi intención postular que el hombre pueda decidir forzar a la mujer a dar a luz, porque si bien considero que el no nacido no es parte del cuerpo de la mujer, está más cercano a serlo que respecto del padre, y por ende tiene más propiedad en decidir si continuar con el embarazo o interrumpirlo. Sin embargo, ¿no sería éticamente justo que si la mujer puede decidir cuando ser madre, el hombre pueda también decidir cuando ser padre?

Como aclaración previa debo señalar que estoy a favor de que se legalice el aborto libre en las primeras 12 semanas de embarazo, y que en rigor, este comentario no va enfocado al aborto propiamente tal, sino al derecho de decidir por la maternidad o la paternidad.

Se ha escuchado en las últimas marchas por el aborto libre que la maternidad “es deseada o no es”, y esto nos hace entender una novedosa perspectiva de ver la maternidad, en la cual la mujer decide cuando está lista y desea ser madre, a diferencia de lo que en antaño se concebía al respecto, ya que la mujer al estar embarazada poca decisión tenía respecto a su maternidad ya que la naturaleza ya lo había decidido por ella. Ahora, partiendo de este punto, y teniendo por asentado que la mujer pueda –dentro de un lapso determinado- decidir respecto de la maternidad considero que es justo y ético que el hombre también pueda hacerlo. Como dije anteriormente, no forzando a la mujer a dar a luz, sino que repudiando su paternidad. Esto podría hacerse por el hombre en el mismo lapso de que dispone la madre que, de decidir continuar con su embarazo podría dar a luz. Si concebimos la igualdad entre hombre y mujeres, no podemos forzar a ninguno de los dos, en un contexto de aborto libre aprobado, a ser padres o madres. Dentro del plazo fijado para abortar por parte de la mujer, el padre podrá renunciar a la paternidad, estableciéndose ciertas formalidades para dotar este acto de legalidad y como medio de prueba y publicidad. Los efectos de este acto unilateral se van a traducir en que el hombre no va a ser padre de la criatura, que nacerá con una filiación paterna indeterminada (renunciada) y que perfectamente podrá ser reconocido por la pareja o cónyuge de la madre, si la hay.

Muchos podrán afirmar que esto sería una muy mala idea por los efectos negativos que trae para el niño o niña, tanto en el plano económico como emocional, pero como decía, quiero abstraerme de lo práctico, atendiendo a lo ético de la decisión, puesto que no parece ser justo que madres puedan decidir cuándo serlo, y padres no.

A mayor abundamiento, son muchos los casos de madres solteras que han decidido criar a sus hijos por su propia cuenta ya que en los tiempos actuales una mujer, abierta al mundo laboral puede sustentarse autónomamente sin depender de un hombre.

Por otro lado, y como último punto, la renuncia de la paternidad es aún menos perjudicial para el no nacido, puesto que si la madre decide no ser madre la criatura muere, y en el caso que un padre decida no serlo y la madre sí, la criatura vive.

Seguramente recibiré muchas críticas al respecto, sin embargo, esa es mi intención, puesto que quienes han sabido la idea la encuentran bastante rupturista pero no pueden darme razones morales de peso para rechazarla. Los leo.

Autor

Imagen de jmgorrono
Estudiante de Derecho de la Universidad Católica del Norte, Sede Coquimbo. Liberal, Ateo. Creo en que la primera minoría a ser respetada es el individuo. Rechazo el colectivismo, y creo en el ingenio humano. Creo en la Solidaridad, en la moral del capitalismo, y en el esfuerzo. Una persona es libre, no solo cuando puede decidir que hacer de su vida, sino cuando puede asumir por sí sola los riesgos que esto conlleva.

 

 

 

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