Este sábado 20 de mayo se realizó el sorteo para las primarias presidenciales del próximo 2 de julio. En ellas competirán Chile Vamos, con el número 1, y sus candidatos Sebastián Piñera, Felipe Kast y Manuel José Ossandón; también el Frente Amplio tendrá la ocasión de resolver por esta vía su candidatura presidencial: Beatriz Sánchez y Alberto Mayol son sus dos opciones. Chile no cuenta con un modelo y tradición como Estados Unidos en este tipo de procesos, pero es indudable que en las próximas semanas veremos campañas intensas y propuestas programáticas, que se combinarán con ataques al Gobierno y a la Nueva Mayoría, que se ha restado voluntariamente de tener primarias. A la larga (quizá también desde ya) se trata de un error de imprevisibles consecuencias. Sin embargo, no basta con tener candidatos y primarias, sino que es necesario convocar realmente a la ciudadanía y contar con una participación amplia durante el proceso previo y, sobre todo, el día de las elecciones. Para ello los candidatos deberán demostrar que ellos y sus coaliciones son alternativas reales de gobierno, que tienen ideas y votos. Habrá que esperar al 2 de julio para saber si se logró el objetivo. La democracia representativa pasa por un momento difícil en el mundo y Chile no está al margen de este proceso. Hay un desprestigio de los partidos políticos y del Congreso Nacional, la Presidenta de la República tiene un rechazo histórico y preocupante, numerosas figuras del mundo público están en la mira de los fiscales y tribunales. Por otro lado, un sector importante de la población no quiere participar en los procesos electorales y rechaza la política transversalmente.Por lo mismo, estas elecciones primarias, y las presidenciales y parlamentarias de noviembre próximo, son una buena oportunidad de participar y decidir quién gobernará Chile y quiénes serán sus legisladores. En cualquier caso, urge que los políticos y los partidos tomen con seriedad la crisis parcial que afecta al país, dejen de lado los privilegios absurdos y vuelvan a poner la vocación de servicio y la capacidad de construir y no destruir en el centro de sus ocupaciones.
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