El reloj moderno tuvo un gran papel en el desarrollo capitalista; mecanizando las formas de trabajo del hombre, naciendo la tiranía del tiempo. Las personas deben levantarse día tras día con el despreciable sonido de un despertador de manera veloz a una hora precisa, para no llegar atrasadas a su empleo y evitar sanciones. Este ritmo provoca innumerables problemas digestivos y mentales que desembocan en enfermedades. Sin embargo quien no se someta al sistema, caerá en la ruina económica y será tildado de holgazán. Cuando la larga jornada laboral termina, el sistema ofrece distractores para que el hombre no pueda observar su miseria: consumo, espectáculos de luces, drogas, shows, televisión, etc. Tampoco casi queda tiempo para la organización ciudadana; primer paso de las rebeliones históricas. Es la falsa existencia interpuesta sobre el ser humano, la mayor esclavitud en la historia a escala global, el gran diluvio universal.
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