Crédito fotografía: 
Juan Carlos Pizarro
Son seis los imputados en el Caso Carabineros, pero sólo dos eran mayores de edad cuando el automóvil en el que huían de la policía embistió y le quitó la vida a dos funcionarios de la institución. Se trata de Dixon Saavedra y Bastián Díaz, quienes arriesgan cadena perpetua por el delito de robo con homicidio. A poco de conocer la sentencia, sus familias piden perdón, pero aseguran que todo se trató de un lamentable accidente.

Dixon Saavedra y Bastián Díaz arriesgan “las penas del infierno” y sus familias lo tienen claro. Es por eso que durante el juicio no ha habido jornada en la que no se hagan presentes y se instalen detrás del banquillo de los acusados en la primera Sala del Tribunal Oral en lo Penal, para escuchar atentos las intervenciones de las partes, buscando algún detalle que pueda inclinar la balanza a su favor y que atenúe la sentencia que cada vez está más cerca. 

Y es que si bien son seis los jóvenes los que están siendo juzgados por el denominado caso Carabineros, sólo dos eran mayores de edad en el momento en que tuvo lugar el trágico episodio donde murieron los dos funcionarios policiales el 11 de noviembre pasado, por lo cual, si la Fiscalía logra su objetivo de comprobar que se cometió el delito de robo con homicidio podrían pasar el resto de su vida tras las rejas. 

Claro, tanto Dixon como Bastián -conductor del automóvil que impactó con los carabineros- podrían ser sentenciados a cadena perpetua efectiva. Y sí, cada palabra vale, cada testigo es clave y cada atenuante una luz de esperanza.

 

DIXON, “EL DE LAS CIRCUNSTANCIAS”. Todos los días el mismo orden. Engrillado, Dixon Saavedra es el quinto en ingresar a la sala para acomodarse en su silla justo entre BastiánDíaz y uno de los hermanos gemelos. Tras el vidrio que lo separa de la libertad, su madre, Angélica Cortés Gallardo,acude religiosamente e intercambia una que otra mirada con el acusado. 

La mujer está consciente del daño que hizo su hijo y no lo justifica, pero enfatiza en que jamás quiso dar muerte a los funcionarios policiales. De hecho, según dice, a diez meses de lo ocurrido no ha logrado explicarse qué pasó por la cabeza del joven que poco antes de participar en el crimen se encontraba estudiando construcción civil en la Universidad Santo Tomás. 

Y es que asegura que, pese a vivir en un ambiente donde es fácil que un joven pierda el rumbo, hasta ese momento Dixon se había mantenido enfocado “en cosas buenas” y cuando salió del Colegio Altué de Tierras Blancas, había logrado ingresar a la educación superior. 

Sin embargo, reconoce que meses antes de los fatales acontecimientos, se le escapó de las manos y está convencida de que la culpa fue de las drogas. “Él intentaba sacar a los niños más chicos de los vicios, pero se terminó metiendo en ese mundo”, dice Angélica, durante uno de los tantos recesos que tuvieron lugar entre alegato y alegato de parte y parte. 

Claro, según cuenta, ella y tal como también pudo corroborar diario El Día el año pasado cuando concurrimos al establecimiento educacional, Saavedra era recordado como “un joven destacado”. De hecho practicaba deportes y hacía clases de cueca a otros menores. 

Y sí, comenzó a consumir drogas, pero nunca imaginó que llegaría tan lejos y un día simplemente salió para cometer delitos y nunca más volver. “Recuerdo exactamente el momento en que me despedí de él por última vez. Fue justo cuando pasó todo. Salió, no me dijo dónde iba, pero sí quedó de llegar temprano para que  viéramos una película, siempre lo hacíamos, además que yo andaba un poco enferma porque acababa de volver de diálisis, así que él me cuidaría, pero no volvió más. Y el resto todos lo saben”, relata Angélica. 

CONDENA SOCIAL. Dicen que lo malo nunca viene solo y aquella frase parece calzar perfecto en la familia Saavedra Cortés. Y es que luego del delito en el que se vio involucrado Dixon la madre quedó sin trabajo en la pesquera en que se desempeñaba, debido a un problema a los riñones y debió jubilar. Así las cosas, todo se volvió más complicado. 

Pero además han tenido que lidiar con la condena social, el repudio generalizado que provocó el hecho en el que su hijo mayor se vio involucrado. Claro, asegura que no puede soportar la pena cuando lee comentarios que la culpan a ella por el accionar de Dixon.

“Yo asumo las cosas y Dixon también las está asumiendo, pero cuando la gente pregunta ‘¿y dónde estaba la mamá?’, bueno, yo quiero decirles que yo sí estaba ahí, presente, pero hay un momento en la vida en el que no puedes saber todo lo que hacen tus niños. La gente me ha criticado a mí, ha criticado a mi familia sin saber nada. Yo traté de darle una buena educación al niño, y lo logré, al igual que con mi otra hija, pero hay factores externos que influyen y que tú no puedes controlar”, argumenta la mujer, severa.

APOYO EN SU BARRIO. Sin embargo, lo que la alienta es que esa condena es más que nada a través de las redes sociales, ya que, en su barrio, según afirma, todos coinciden en que la muerte de los carabineros se trató de un hecho accidental. “No sé cómo lo tengo que decir, mi hijo participó de los demás delitos, pero nadie tenía la intención de que esos funcionarios murieran. Por suerte, acá en mi barrio la gente me apoya y no he sido discriminada, pese a que sé lo grave que ha sido esto.  Mucha gente lloró cuando se enteró que Dixon había estado involucrado en esto, nadie se lo hubiese imaginado. Pero él a lo mejor pensó que estaba haciéndolo bacán, pero se dio cuenta que no. Por eso está tan arrepentido”, relata la madre del acusado. 

“UN CASO ESPECIAL”. “Mi defendido asume los delitos que cometió, pero en ningún caso el robo con homicidio, porque se trató de un lamentable accidente”, dice el abogado de Dixon Saavedra, Carlos Silva. Claro, para él, su defendido sólo cometió el delito de receptación y robo en bienes nacionales de uso público, por lo que no podría ser condenado a cadena perpetua efectiva, como lo sostiene la tesis del Ministerio Público. 

Y es que para el profesional, el caso de Saavedra es diferente en relación a los demás acusados. El joven era el único que no tenía antecedentes previos y a Silva le llamó la atención la “manera particular”  que tuvo de enfrentar la situación por lo que como empresa Defensores Norte, decidieron defenderlo de manera gratuita.

“Nosotros cuando supimos de la causa, supimos de la detención de los muchachos, los fuimos a visitar, y solamente por una cuestión subjetiva, por lo que sentí en la entrevista, y las circunstancias en las que participó, tomé la decisión de asumir la defensa de Dixon. Yo fui el que tomó la decisión y tiene que ver con toda la historia que yo pude conocer en su minuto, con el cómo él asumía todo y lo arrepentido que estaba y sigue estando. Sabemos que se trata de un hecho gravísimo, donde murieron dos personas, y que mi representado  como los demás acusados cometieron delitos, pero estamos convencidos de que se trata de un accidente de tránsito y que nadie quiso matar a los carabineros”, sostuvo el abogado. 

BASTIÁN AL VOLANTE. “Queremos que el tribunal oficie a Gendarmería para que mi defendido sea trasladado a un recinto asistencial”, fueron las palabras que pronunció el defensor penal público, Alejandro García, tras la última jornada de presentación de pruebas en el tribunal oral ayer viernes. 

Su defendido, Bastián Díaz (19), no se sintió bien durante las últimas dos semanas de juicio oral. Claro, el conductor del móvil en fuga que impactó a los funcionarios policiales provocándoles la muerte quedó con secuelas físicas tras el episodio, por lo que ha sido operado de la mandíbula y tiene molestias permanentes en la parte craneana. 

Todos los días ocupa el primer asiento de los acusados. Se mueve constantemente durante los interrogatorios como tratando de llevar sus manos a la cabeza, pero nunca lo logra. Está esposado. 

Junto a Dixon arriesga cadena perpetua efectiva y lo cierto es que tiene menos atenuantes que puedan rebajar su pena, ya que sí tenía antecedentes y, lo peor, era quien iba conduciendo el Subaru Impreza. 

En su familia lo saben. Aseguran que el joven también está arrepentido, pero que en ningún momento quiso atropellar a los efectivos policiales. “Él solamente estaba huyendo. Tenía miedo, no pensaba en nada más que arrancar y arrancar”, dice una de sus tías, quien nos pide resguardo de su nombre, pero que ha ido religiosamente a cada una de las jornadas del juicio oral. 

Ella entiende que Bastián debe pagar por lo que hizo, pero no por el homicidio ya que “eso no lo provocaron ellos, lo provocaron los que cruzaron el bus por la carretera. Eso queda claro en el video, que fue un accidente”. 

Según cuenta, el joven también lo ha pasado mal desde lo ocurrido. De hecho, durante todo el tiempo ha permanecido con tratamiento siquiátrico. “Uno no puede estar ajeno al dolor de las familias de los carabineros que murieron, pero para nosotros tampoco ha sido fácil. Él está devastado, su vida cambió para siempre también y por eso nuestro deber es apoyarlo siempre, no justificarlo, pero sí estar con él, porque ha estado muy mal psicológicamente, y lo tuvieron que internar”, relata la familiar del conductor. 

Resulta que el día del trágico evento, Bastián Díaz no se enteró de lo que había pasado sino hasta semanas después. Claro, permaneció inconsciente, y estaba en el recinto penal de Huachalalume, por lo que cuando le informaron de la gravedad de la situación y de las muertes, simplemente entró en un estado del cual le costó demasiado salir.

“Estaba con medicación, no hablaba. Entró en depresión porque estaba arrepentido. Además que iba manejando, imagínate lo que puede ser para él. Ahora está un poco más tranquilo, después de meses, pero sigue con secuelas y yo te puedo asegurar que está totalmente arrepentido por las consecuencias que tuvo esto. Nadie puede estar más arrepentido que Bastián”, asegura la tía del acusado, cuyo panorama puede ser el más complejo. 

Aquello lo tiene claro el defensor Alejandro García, quien asumió como representante de Díaz en el mes de julio tras la partida de Washington Fernández de la Defensoría Penal Pública.

“Nosotros reconocemos el delito de receptación y también que Bastián era el conductor del vehículo, pese a que la prueba no era lo suficientemente sólida para establecer que él era el conductor, pero esa fue una primera muestra de sinceridad. Y tampoco de los delitos de robo, eso nosotros lo referimos, pero creemos y sostenemos que no hay dolo ni culpa en su conducta, toda vez que en ninguno de los otros lugares él intenta atropellar a otras personas, es más, los esquiva. Y fue eso mismo lo que hizo con el bus. Él en ningún momento ve a los carabineros que se aproximan y al evadir el bus, a la velocidad que venían los motoristas policiales y a la velocidad que venían ellos, en ningún momento pudo evitar esta colisión”, dice García, ya con las cartas echadas, a la espera de lo que dictamine el tribunal en este, uno de los casos policiales más complejos que se haya suscitado en la zona durante la última década.

ATENUANTES Y AGRAVANTES. Pese que ambos son mayores de edad y la Fiscalía los está acusando por los mismos delitos, podría darse que Dixon Saavedra y Bastián Díaz tengan penas diferentes ya que en el caso de éste último era el conductor del automóvil. En tanto, el primero iba al interior del maletero y no tenía antecedentes previos. Todo esto dependerá de la valoración que hagan los jueces y de lo que consideren como atenuante y como agravante. 

 

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