Las cifras dadas a conocer el pasado domingo a través de un reportaje de Diario El Día, generaron escozor. De acuerdo a los antecedentes entregados por la Brigada de Homicidios de la PDI, el número de denuncias por delitos sexuales contra los menores registraron un aumento bastante importante en la comparativa 2019-2020 (año de la pandemia).
En términos generales, y considerando todos los grupos etarios, la variación porcentual al alza –en los delitos sexuales- fue de un 25%, y en lo que tiene que ver específicamente con los niños, niñas y adolescentes, según se detalla en los informes, las cifras rojas se encuentran en la violación contra mayores de 14 años –con el grueso de las víctimas en la población adolescente- que aumentó en un 45%; la violación contra menores de 14 años que ascendió en un 31%, y el abuso sexual a menores con contacto corporal que creció un 19%. Números que sin duda ponen una voz de alerta a los padres, quienes más que nunca deben velar por el cuidado de sus pequeños, en tiempos donde pareciera ser, están siendo más vulnerables.
Un contexto distinto
Una de las particularidades, que se vienen dando desde hace varios años, tiene que ver con que las agresiones, en la gran mayoría de éstas, se da en contextos intrafamiliares, es decir, el abusador suele ser un cercano o incluso familiar que vive en la misma casa de la víctima o tiene acceso frecuente a ella. Así lo expresa la psicóloga experta y subcomisario de la Brigada de Delitos Sexuales de la PDI, María Jesús Vásquez. “Hay que recordar que los delitos sexuales, en general, no son cometidos por un desconocido. Se trata de personas cercanas al núcleo familiar del niño, niña o adolescente. Entonces si hoy pensamos que estamos prácticamente hace un año en un estado de pandemia, que ha implicado un confinamiento, claramente un niño o niña puede estar más expuesto a este tipo de abusos”, explicó la profesional, agregando que, ahora, con un retorno a clases, pudiese ser que incluso se dé la situación de que se reciban más denuncias ya que es en el contexto escolar en donde los niños suelen realizar estas confesiones tanto a sus compañeros como a profesores.
No normalizar
A su vez, la experta llamó a no normalizar situaciones, y a “valorar” el relato de los niños, en definitiva, a creerles cuando se atreven a confesar alguna situación. “Muchas veces se le da poco valor al relato de los niños, en definitiva, es eso: ‘no le creo al niño’, ¿por qué no le creo? ¿Porque es niño?, ¿por su etapa del desarrollo? Entonces, de ahí también podríamos conjeturar el cómo estamos como sociedad, el por qué no le creemos a un niño que dice que ha sufrido un daño”, reflexionó la subcomisario.
Cómo detectar
La psicóloga infanto juvenil Marisol Urrutia, también mostró preocupación por las cifras, y llamó a los padres a mantenerse en estado de alerta. “Aquí es clave la comunicación a nivel familiar, y estar atentos a todos los cambios en las conductas que pueden tener los niños, porque muchas veces los pequeños pueden tener temor a contar, al ser los victimarios figuras de autoridad dentro de las casas”, refirió Urrutia.
Enfatiza en que se debe generar una confianza, para evitar el silencio. “El niño tiene que estar seguro de que, si cuenta algo, se le va a creer”, añadió. Pero, ¿cómo generar estos lazos de confianza?, ¿en qué momento y cómo comenzar a educar a los pequeños en este sentido? Según la psicóloga, esto se debe hacer desde que comienzan a tener comprensión respecto de las partes de su cuerpo. “Es importante hablarles de los límites. No es necesario entrar a explicar cosas que, de acuerdo a su edad, no van a entender, pero sí se les puede decir que hay partes de su cuerpo que no pueden ser tocadas, que hay personas que no deben estar tan cerca de ellos, que nadie tiene el derecho a obligarlos a darle un beso a otro adulto como muchas veces se hace con los niños más pequeños. Es eso, que a temprana edad los menores conozcan los límites”, explicó.
Las señales
En el caso de que no exista un relato, y el niño guarde silencio, por el temor que se puede generar, el padre o el adulto responsable debe ser capaz de detectar las señales que puede dar la víctima. “Siempre va a depender de cada niño, y de la edad, pero es común que se presenten cambios de humor, los hábitos de sueño, la forma de alimentarse, etc… Es muy importante que una vez que esto se detecte se puedan realizar acciones, porque incluso, puede que no se trate de una vulneración de tipo sexual, pero sí que el menor o adolescente pueda estar pasando por una situación determinada que sea compleja”, aseveró.
Urrutia manifiesta que se debe apostar por la tranquilidad, pero sin bajar la guardia, ya que es natural que frente a todos los casos que se están viendo a nivel nacional, y las cifras regionales, se genere una desconfianza, pero no podemos caer en una desesperación que termine, incluso afectando a los menores. “Creo que todo lo que estamos viendo que ocurre en el país, y que vemos en la prensa debemos usarlo como aprendizaje, porque es probable que este tipo de cosas siempre hayan sucedido, pero lo positivo es que ahora están saliendo a la luz, eso es algo que hay que valorar”, finalizó.