“Desde el año 2016 en adelante, empezamos a ver cómo el comportamiento delictual acá en la zona era más avezado, derechamente más violento, con un tipo de organización más elaborada”. Con estas palabras, el coronel (R) Luis Carrera, ex prefecto de Coquimbo, comienza a analizar lo que ocurre en la región en relación a los delitos violentos, particularmente los hechos de sangre protagonizados por bandas que están dispuestas a todo para conseguir su objetivo.
Si bien antes de esta fecha ya existían crímenes horribles, por lo general no eran planificados. Se trataba de homicidios “por arrebato” o producto de “riñas” circunstanciales, pero ahora, y cada vez en mayor medida, estaríamos viendo lo que solíamos ver por televisión o en otras regiones del país, y anteriormente en el extranjero. “La forma que tienen de actuar los antisociales va variando, por un tema social, cultural, económico y todo influye, desde lo que se puede ver en internet, lo que traen de afuera y series que están muy de moda, o estuvieron de moda en su minuto que ponían a los narcotraficantes prácticamente como héroes”, sostuvo Carrera.
Esta serie de fenómenos ocurridos en los últimos años, tienen hoy al crimen organizado in crescendo, con vendettas, baleos desde vehículos en movimiento, cuerpos acribillados e incluso descuartizamientos de cadáveres, al más puro estilo “narco delictual”.
Como hecho más reciente asociado a este estilo criminal, es la situación que se investiga en Las Compañías, donde una aparente guerra de bandas delictuales contabilizaría al menos tres fallecidos, y un desaparecido, cayendo uno tras otro probables integrantes de una organización, lo que tiene en alerta a la autoridad policial y preocupados a los vecinos.
El punto de inflexión
Pese a estos últimos hechos, la región todavía no alcanza niveles a los que sí han llegado a otros lugares del país. De hecho, las bandas más grandes no serían tantas, eso sí, cada una de ellas muy numerosa. De acuerdo a información policial, el perfil de estos grupos en la zona es similar entre sí. Son clanes familiares, a los que se van adhiriendo amigos y así van creando organizaciones de hasta 40 integrantes que no operan en un mismo sector. Es decir, la misma banda puede cometer sus ilícitos en La Antena y Tierras Blancas, por dar un ejemplo, teniendo a pequeños cabecillas en cada uno de los lugares.
“Esa es una de las razones por las que tienen tantos integrantes, porque no se limitan a un solo territorio, ni siquiera a un solo delito. Tienen a tipos que se dedican a los robos violentos, a venta de drogas, incluso a la eliminación de gente”, explica el coronel Carrera.
Los grupos más peligrosos que responden a estas características serían alrededor de 6 o 7, en la conurbación. Algunos que tienen años operando y que se han ido radicalizando en su actuar, y otros más nuevos que nacieron al alero de segundas o terceras generaciones de clanes familiares dedicados a un determinado tipo de ilícito, que han comenzado a incursionar en otros.
Una de las bandas más conocidas y temidas en el mundo del hampa local, es precisamente la que marcó un punto de inflexión en lo temerarios que pueden llegar a ser los delincuentes. Se trata de “Los Pojotos”.
Fue en noviembre del 2016 cuando seis jóvenes, cuatro de ellos menores de edad, protagonizaron uno de los delitos más mediáticos de la década, atropellando y dando muerte a dos funcionarios de Carabineros tras huir desde Ovalle hasta Pan de Azúcar en la que terminaría siendo una fatal persecución. Todos integraban “Los Pojotos”, la que por ese entonces era una de las agrupaciones más prolíficas en la comisión de ilícitos, operando en total con alrededor de 30 miembros de distintas edades, especializándose en los robos violentos y no violentos. Pero a partir del crimen, ganaron más “reputación” en el mundo delictual y se “diversificaron”, yendo cada vez más lejos. “Lo que ocurre es que estas organizaciones funcionan en base al ego. El que comete el delito más grande asciende en la jerarquía, entonces, los otros integrantes obviamente que intentan acercarse a lo que habían hecho estos seis delincuentes, cuyo crimen fue horrendo, pero que lamentablemente en ese submundo te fortalece”, explica el ex oficial.
Así como “Los Pojotos”, diseminados por distintos sectores, hoy existen bandas de similar peligrosidad y organización. Incluso, relacionándose con organizaciones delictuales de otros lugares del país para coordinar “trabajos” en el momento que lo requieran. “Lo que pasa es que como estas bandas van creciendo, en algún momento requieren más gente. Por ejemplo, las que se dedicaban al microtráfico, comienzan a dedicarse al tráfico, y así”, asevera Carrera, dando cuenta de que en la actualidad, la mayor presencia de drogas en la zona, exacerba el accionar violento, y se produce un peligroso fenómeno, el que eventualmente estaría ocurriendo ahora en Las Compañías: las luchas de territorio entre las propias bandas.
Componente económico y pandemia
El general (R) Jorge Tobar, ex jefe de la IV Zona, también analiza lo que está ocurriendo con las disputas entre las organizaciones criminales, cada vez más violentas. Coincide en las apreciaciones de Carrera, y agrega el componente Covid-19 al hecho de que los delincuentes, situándose en los últimos meses, hayan entrado en una escalada de enfrentamientos entre ellos mismos.
“Lo que yo veo, es un fenómeno que se da siempre, y tiene que ver con el mercado delictual, que es similar a lo que ocurre en el mercado formal, lo que quieren es ampliar el territorio. Esto principalmente en el terreno del narcotráfico, lo que están haciendo es eliminar la competencia para hacerse del territorio y del mercado”, explicó Tobar, agregando que este año la pandemia llevó todo al extremo.
“El golpe económico de la pandemia es un punto que puede explicar el alza de homicidios. A mediados de año acá tuvimos un alza de estos crímenes muy alta en pocas semanas, porque ahí el flujo de caja de los delincuentes, traficantes, quedó en cero. Entonces salieron a la calle a buscar que se les pagara lo adeudado, o bien a capturar capital dinero de otros narcotraficantes, con quitadas de drogas”, especificó.
La posible Vendetta
Lo cierto es que este reportaje nace de lo que estaría ocurriendo en Las Compañías. Desde fines del año pasado se habrían producido tres muertes, existe un desaparecido y estarían buscando a otros dos sujetos aún para “ajusticiarlos” debido a un problema entre bandas rivales. “Claramente lo que estamos viendo en Las Compañías no es normal. Ahora, no hay que estigmatizar a este sector, porque estoy seguro que el 99% de la gente que vive ahí es gente trabajadora y esforzada. Lo que ocurre allí, podría estar pasando en cualquier otro sector de la conurbación, y en cualquier otro sector del país en el contexto en el que estamos”, insistió Tobar.
Pero, ¿qué está pasando en Las Compañías? Lo cierto es que la PDI se encuentra investigando una serie de hechos de sangre, cometidos en el lapso de un mes, con la particularidad de que los individuos asesinados, todos por arma de fuego, mantenían vínculos entre sí, por lo que, se presume, otra organización criminal los estaría “eliminando”, por motivos que se desconocen.
Todo comenzó con el crimen de La Varilla, cuando el pasado 4 de diciembre se encontró el cuerpo de un individuo tirado al costado de un camino de tierra. El cadáver había sido dejado en el lugar y tenía ocho impactos de bala.
En un principio, se pensó que se trataba de un hecho aislado. Un homicidio más entre los 35 que ocurrieron el 2020, sin embargo, semanas después investigaciones periodísticas dieron a conocer posibles vínculos entre este hecho y la desaparición de Carlos Díaz Gálvez (22), quien fue visto por última vez el 7 de diciembre del año pasado, cuando salió de su casa en el sector de El Toqui, para nunca más volver.
Desde ese día que su familia ha hecho prácticamente de todo para encontrarlo, desplegándose junto a sus amigos y conocidos, e incluso ofreciendo una recompensa para quienes le entreguen información tendiente a dar con su paradero. Sin embargo, hasta ahora la policía no les ha entregado pistas de lo que pudo haber pasado con el joven, y lo único que supieron, por una fotografía que alguien subió a las redes sociales, fue que el automóvil en el que se trasladaba Díaz había sido encontrado totalmente quemado en el sector de El Panul, Coquimbo, lo que evidentemente generó más ansiedad, e intensificaron lo que a estas alturas es una investigación paralela a la de la policía.
Liderados por la hermana menor del desaparecido, Katherine, los familiares han recopilado videos de las cámaras de seguridad para ver por qué lugares circuló Carlos antes de que “se lo tragara la tierra”. Gracias a los registros que consiguieron pudieron darse cuenta que el joven, el día que salió de su casa, fue donde un amigo en el sector de los Departamentos Rojos, en calle Gaspar Marín. Allí habría estado un par de horas, pero, según les relató el propio individuo dueño del domicilio al que acudió, en un momento, cerca de las 20:00 horas, se fue de manera repentina luego de mantener una discusión con alguien por celular.
Tras ello, las imágenes vuelven a situar el vehículo transitando por calle Brasil, y luego doblar en Perú, esto a las 20:11 horas. En este punto viene el nexo clave. Resulta que en ese lugar vivía la familia de la ex pareja de Carlos con quien tenía dos hijos, y donde solían juntarse todos los primos y amigos. Ese mismo día en la casa a la que presuntamente Díaz Gálvez se dirigió, en la que estaba la madre de sus hijos, había sido velado Raúl Ortiz, el joven asesinado cuyo cuerpo fue encontrado en La Varilla, quien era amigo de Carlos, y familiar de su ex pareja. ¿Qué fue lo que ocurrió allí? Esta es la misma pregunta que se hace la familia del extraviado, quienes fueron a esta casa a preguntar si sabían algo, pero no encontraron a nadie. Lamentablemente no han podido acceder a las cámaras de ese sector, para poder tener una tesis más concreta, y al consultar a la policía, estos no les han dado respuestas.
El siguiente registro que tienen de Díaz Gálvez es de las 21:12, donde se ve el automóvil en el sector de El Sauce, entrando a El Panul, en Coquimbo. Allí se pierde de vista, pero 10 minutos después es posible ver cómo sale copiosamente el humo debido al incendio del vehículo, que a estas alturas no se sabe por quién era conducido, ya que para los familiares, Carlos jamás lo hubiese quemado. ¿Dónde y por qué entonces el joven se habría bajado? Esta es otra interrogante que debe aclararse, aunque la hermana, Katherine, está convencida de que su familiar no iba a bordo y que alguien le hizo algo mucho antes.
Más vínculos por aclararse
No se trata de un caso fácil para la policía, ya que no sólo debe esclarecerse el vínculo entre el homicidio de La Varilla y la desaparición de Carlos Díaz Gálvez. Tal como mencionamos, y de acuerdo a información recabada por este medio, se indaga en otros dos hechos de sangre que podrían estar relacionados al mismo caso. Claro, el 26 de noviembre del 2020, antes que se encontrara el cuerpo acribillado, otro sujeto fue asesinado en Las Compañías.
El joven, también era amigo de Ortiz, y de Carlos Díaz Gálvez, y su muerte todavía no es esclarecida, algo en lo que trabajaba la PDI hasta que vino el caso de La Varilla y comenzaron a surgir nuevas hipótesis debido a la cercanía de las víctimas.
Luego desapareció Díaz, el 7 de diciembre, y el 26 del mismo mes, otro individuo del mismo círculo fue baleado y encontrado muerto en Coquimbo. Cada vez era más evidente que no se trataba de meras coincidencias. En un mes 3 integrantes de un mismo grupo fueron asesinados y uno de ellos desapareció y es intensamente buscado. Además, fuentes policiales hablan de que otros dos sujetos –del mismo grupo-, también estarían huyendo por temor a correr la misma suerte que los demás.
Pero, ¿por qué este ensañamiento con los sujetos? Aquello está siendo investigado y lo cierto es que no existe certeza, sin embargo, la hipótesis más probable es la de la venganza por temas relacionados a las drogas. Se presume que los fallecidos y también quienes están huyendo habrían participado de un hecho delictual en contra de una banda con alto poder de fuego y organización, tal como las describen los ex oficiales Carrera y Tobar, la que querría quedarse tanto con parte de un territorio y “ajusticiar” a quienes se metieron con ellos. Pese a que todavía se indaga en esta tesis, y aun no existen los medios de prueba para acreditarla, es la más probable, y de ser así, estaríamos frente a una situación criminal nueva en la zona, por su magnitud y la sangre fría con la que se estarían matando a personas.
Abordando el tema con cautela
El prefecto de Coquimbo, coronel Carlos Rojas, admitió que el tema es complejo, pero que las policías están trabajando. “Todas las hipótesis pueden ser correctas o incorrectas. Lo importante aquí es que se está abordando con la seriedad necesaria para que la calidad de la prueba permita vincular estos hechos. En esto hay que ser muy cautelosos, pero todas las hipótesis son válidas, pero ya cuando hayan más certezas el Ministerio Público va a tomar las acciones correspondientes”, precisó el oficial.
A su vez, hizo un llamado a la tranquilidad, ya que si bien se trata de hechos graves a los que no estamos acostumbrados, todavía son casos aislados. “Claro que estamos en presencia se algunos fenómenos criminológicos que son diferentes a los que vemos en la zona, y preocupa, pero estadísticamente corresponde a un mínimo, por lo mismo quiero darle tranquilidad a la ciudadanía de que esto no es algo generalizado. Pero evidentemente que el llamado también es a cuidarse, a denunciar cuando se ven determinadas situaciones”, especificó.
Por lo pronto, en las familias de todos los fallecidos esperan respuestas, y particularmente en la de Carlos Díaz, tienen una pequeña esperanza de que se encuentre con vida, pero son realistas y saben que esa es la posibilidad menos probable.
En tanto, desde la PDI, aseguran que al igual que todas las investigaciones, esta continúa su curso y no se descarta ni confirma ninguna hipótesis. Lo claro, según afirman los expertos, es que las organizaciones criminales han subido “a otro nivel” desde hace algunos años -fundamentalmente por el tráfico de drogas a mayor escala-, y las que operan en la Región de Coquimbo no son la excepción.