• La imagen del Momo llega vía WhatsApp y es la primera invitación a ser parte de este reto viral que puede terminar trágicamente.
Crédito fotografía: 
Lautaro Carmona
En plena era de las redes sociales, los “juegos” a través de internet se masifican rápidamente. El problema es que algunos sólo buscan hacer daño a niños y adolescentes vulnerables, incitándolos a lastimarse físicamente e incluso a la autoeliminación.

“Celestina” vive en Santiago y acaba de cumplir 11 años. Comenzó a presentar problemas conductuales a los 9, por lo que sus padres decidieron llevarla a un profesional. Primero a una psicóloga, pero no dio resultado y ella misma les recomendó que lo mejor sería acudir a un psiquiatra infantil para ver la posibilidad de suministrarle medicamentos debido a que su agresividad en el colegio y en el hogar llegaron a niveles demasiado altos. Además, los constantes cambios en su estado de ánimo, repentinos, hacían prever la posibilidad de que tuviese alguna patología no diagnosticada. 

Sin embargo, tras meses tratándose con el profesional este la encontró bien. No fue necesaria la medicación, y la menor se mantuvo estable. Pero claro, esto sólo hasta hace un mes atrás, cuando sus padres la descubrieron en su habitación un día sábado por la mañana con cortes en sus brazos. ¿La razón que les dio? Estaba jugando un reto en internet vía WhatsApp, llamado “Momo” en el cual una persona, aparentemente de otro país, le habría desafiado a autoinferirse las heridas. 

Los padres, ambos de la Región Metropolitana, no le dieron mayor importancia a los mensajes que había recibido la niña y sólo pusieron el acento al daño que causó en su cuerpo. Y es que en ese momento el peligroso  reto viral no era tan conocido como ahora que incluso ha llevado a que la PDI esté haciendo el llamando a denunciar y a prevenir que los pequeños más vulnerables caigan en esta trampa que los podría llevar a la muerte, tal como ha sucedido en otras partes del mundo.

¿UNA REALIDAD QUE SE INSTALA? 

Hasta ahora no hay denuncias formales por casos como este en la zona, según informa desde la PDI, la subcomisario María Jesús Vásquez de la Brigada de Delitos Sexuales y Menores de La Serena, “pero sin duda hay que estar alerta porque uno no sabe en qué momento los casos se van a presentar afectando la salud física y emocional de los menores”, consigna. 

Y el caso de “Celestina” sería un ejemplo de que el reto llegó a Chile, y no de manera aislada. La psiquiatra Infanto-Juvenil de la Clínica de la Universidad de Los Andes, Andrea Aguirre asegura que ya ha tratado pacientes cuyo trastorno deriva del juego del “Momo”. 

A su consulta llegó un caso muy similar al de “Celestina”. Una menor de 13 años también con cortes en sus brazos manifestó que estaba siendo parte del reto por las redes sociales.

“Por lo que ella confidenció, vio este reto en las redes sociales y, dada las características psiquiátricas que ella tiene se vio vulnerable a los mensajes que le enviaban”, comentó la profesional, quien es de la idea de que, si bien todos los menores pueden ser vulnerables, algunos niños y adolescentes como “Celestina” y la joven que a ella le tocó tratar, están más expuestos por el hecho de presentar patologías anteriores. 

JUEGOS QUE TRASPASAN LOS LÍMITES

Pero el Momo y el Ahorcado no son los primeros juegos que traspasan los límites. Hace algún tiempo fue el reto de la Ballena Azul el que encendió las alarmas en las redes sociales. Este perverso juego, incitaba a los adolescentes a través de Facebook a ir cumpliendo desafíos que les imponía el administrador de un grupo privado de esa red social. El último de los denominados “retos” era nada más y nada menos que quitarse la vida. 

No se cuenta con cifras oficiales, pero se estima que en el mundo decenas de jóvenes llegaron a autoeliminarse. 

El caso del Momo es similar. Todavía no cobra tantas víctimas y no ha entrado en forma masiva a nuestro país, pero dada su alta peligrosidad las autoridades policiales trabajan incansablemente para poder detener su avance. Claro, se habría iniciado en Japón y expandido, alcanzando un auge importante en países como México penetrando paulatinamente en Sudamérica. De hecho, en Argentina ya se registran casos. 

Pero, ¿en qué consiste el Momo? Según explica la subcomisario María Jesús Vásquez, al igual que La Ballena Azul tiene que ver con realizar una serie de pruebas, principalmente conductas de autolesiones y hacerle frente a situaciones terroríficas. “Todo esto está asociado a una imagen fantasmagórica como lo es el ‘Momo’, una entidad sobrenatural maligna con un rostro similar al de un extraterrestre que es lo primero que envían quienes inician el juego a sus víctimas”, explica la policía. 

Y la elección de las víctimas no sería en ningún caso al azar, de acuerdo a la subcomisario.  Los sujetos que captan a los menores lo hacen previo estudio de sus personalidades, recopilando datos a través de sus mismas redes sociales que mantienen sin privacidad. En algunas oportunidades el número de celular del adolescente está disponible para todo público, y de no ser así, muchas veces se lo dan a desconocidos sin imaginar que podría ir a dar a manos de estos individuos que luego los retarán al macabro juego. 

LAS AMENAZAS

Una vez que se comienza a jugar es difícil salir y ahí está el principal problema. Y es que cuando el menor manifiesta que no quiere continuar o que hablará con algún mayor, empieza a recibir amenazas hacia él y a sus seres queridos. “Estas personas manejan mucha información del entorno familiar del menor, porque ellos mismos se la dan o la averiguan de alguna forma. Su objetivo principal es que esto se vaya propagando y hacen lo posible porque así sea”, indica 

EL JUEGO DEL AHORCADO

El “ahorcado” es otro de los “juegos de moda”. Igual de peligroso que el Momo y el reto de la Ballena Azul, este desafío se da siempre vía Facebook, según explica la subcomisario Vásquez. 

Aquí existe un administrador de un grupo cerrado que va reclutando integrantes dispuestos a participar, contactándolos, también en forma selectiva, a través del chat de esta red social. Una vez que el adolescente ingresa al grupo comienza a recibir “instrucciones” a modo de reto que debe ir superando hasta llegar al estrangulamiento.

“La persona que contacta, va dando las indicaciones sobre cómo hacer el nudo que van a utilizar para esta experiencia que puede terminar con la muerte. Obviamente que para que el niño obedezca hay todo un proceso de encantamiento hacia él, que lo lleva a hacer caso y querer ser parte de eso”, precisa la detective. 

DELITOS ECONÓMICOS, UN PELIGRO LATENTE

Asociado al peligro que corren los niños vulnerables en su integridad física u emocional, existe otro riesgo y es el que tiene que ver con la entrega de información de los menores a sus victimarios. Muchas veces, los pequeños ya presos del temor, son persuadidos y entregan datos que podrían ser utilizados para una eventual estafa, incluso desde otros países. 

El subprefecto de la Brigada de Delitos Económicos (Bridec) de la PDI, Cristián Alarcón, enfatiza en que nunca se deben entregar estos antecedentes. “Las personas que están detrás de estos denominados retos virales, pueden tener la intención de cometer otros delitos, específicamente de obtener datos para robarle a los menores vulnerables, pidiéndoles las claves bancarias de sus padres, etc…”, indicó Alarcón. 

También existe riesgo de extorsión. Es habitual en este tipo de interacciones entre víctima y victimario el intercambio de fotografías, las que pueden ser subidas de tono. Según el subprefecto Alarcón, cuando esto sucede los menores quedan literalmente en manos de los sujetos que los han contactado. Claro es en ese momento en el que comienzan las amenazas de hacer públicas estas imágenes si el adolescente no realiza las acciones que se le piden. “Cuando esto sucede estamos en presencia de una extorsión, y ahí es importante no dejarse amedrentar  y dar aviso a la policía”, expresó. 

La PDI se encuentra haciendo campañas para informar a los padres de los peligros de estos retos virales.

LABOR PREVENTIVA ES LA CLAVE

Si bien cualquier menor podría estar expuesto a caer en estas trampas, “debido a que es una etapa de la vida en la que los jóvenes están buscando pertenecer a algo”, según indica la psicóloga infanto-juvenil de la Universidad Católica del Norte, Marisol Urrutia, la clave está en la educación que reciban los adolescentes respecto al correcto uso de las redes sociales. 

En ello coincide la detective Vásquez, quien asegura que no necesariamente se debe restringir el uso de Facebook y de aparatos con acceso a internet, sino que hay que cautelar lo que nuestros hijos están haciendo en el mundo virtual. “Es importante que estos temas se discutan. Decirle a los adolescentes que no acepten a personas que no conocen en Facebook, que no se pongan en contacto con cualquier persona, porque está demostrado que existen riesgos”, sostiene María Jesús Vásquez. 

“PROHIBIR ES UNA OPCIÓN”

La psiquiatra Andrea Aguirre, quien tuvo un caso de una paciente que se infirió heridas jugando al reto del Momo, manifiesta en que el cuidado que pongan los padres es fundamental, sobre todo con adolescentes que tienen antecedentes de patologías previas. “Hay veces en que hay que restringir las redes sociales a los menores que son más vulnerables. Un niño menor de 12 años, no debería tener acceso a smartphones”, precisó la doctora, agregando que “se puede educar al niño, pero sólo se puede controlar cuando está en la casa, sino no hay cómo tener un control”, expresó. 

Respecto a cómo actuar cuando un niño decide contarle a sus padres que ha caído en estos retos y que no puede salir, la psiquiatra enfatiza que lo fundamental es darles tranquilidad. “Hay que bajarle el perfil a la situación. Decirles de manera seria que todo esto es una mentira, que ellos están protegidos y que nada les va a pasar. En definitiva se debe regresar al menor a la realidad porque en este proceso de los retos ellos entran en dinámicas donde se alejan de ésta”, explica la profesional. 

CUALQUIERA ES PROPENSO

La psicóloga infanto juvenil, Marisol Urrutia pone el acento en “los síntomas”, en los que deben fijarse los padres, y que podrían ser indicio de que los niños están inmerso en estos peligrosos juegos. “Cuando un niño pasa más tiempo del razonable en el computador o teléfono, tiende a aislarse, o cambia repentinamente aspectos de su personalidad, claramente algo le está pasando, puede ser algún asunto que tenga que ver con estos juegos u otro problema, en cualquier caso aquí la recomendación es sentarse a conversar con ellos”, sostiene Urrutia. 

En relación a quiénes están más propensos a caer en estas situaciones, cree que cualquiera puede ser una víctima, más allá de que hay menores más vulnerables que otros.

Para ella, el nivel de riesgo está definido por la edad y “mientras más pequeños son, mayor es el riesgo”, indica, y agrega que, “hoy en día vemos que los niños de 7 u 8 años usan celulares y son personas que todavía no desarrollan un juicio crítico que les permita discriminar las situaciones y valorarlas”, asegura la psicóloga, coincidiendo en el llamado que hacen tanto expertos como desde la PDI: “Los adolescentes y sus padres deben estar alerta”, porque aunque estos retos no estén masificados en Chile y en la región, en la era de las redes sociales, el peligro está más cerca de lo que imaginamos.  

UNA VISIÓN SOCIOLÓGICA

Desde la mirada sociológica, el profesional Manuel Escobar explica que el gran peligro de este tipo de juegos que se convierten en virales y que afecten a los adolescentes, está, por cierto, en la agresividad que demuestra en este caso, pero también en tema del alcance que tienen hoy las redes sociales, que propician que estas situaciones se masifiquen.

“Lo que está pasando ahora tiene que ver con el fenómeno de las redes sociales en general, y su alcance. Porque lo que hacen éstas es amplificar el fenómeno. Ese es el tema de fondo, aquí no pasa por un fenómeno social pasa porque hoy día existen herramientas para la masificación (…) Por malo que parezca se convierte en una moda en un lugar del mundo, lo más probable es que se propague rápidamente, y eso es lo peligroso”, concluye Escobar.

 

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