Por Bastián Álvarez Pardo
De las aulas al Congreso y de los escritorios al hemiciclo. Renato Garín González, abogado y académico universitario de 31 años, es uno de los veintiún parlamentarios electos por el Frente Amplio y ha adquirido notoriedad por sus libros “El lobby feroz. Y la sociedad de las influencias” (Catalonia, 2016) y “La fronda. Cómo la élite secuestró la democracia” (Catalonia, 2017) en los que realiza una aguda crítica al panorama político chileno, especialmente respecto de la influencia de los grupos económicos y lo que él denomina como “élites”, tanto sociales, como económicas, políticas y religiosas.
En conversación con Radio Mistral, Renato Garín entregó un análisis respecto del panorama político actual del país, visto desde su perspectiva como escritor y también como parlamentario pronto a asumir en el Congreso.
- En tu calidad de diputado electo por Revolución Democrática en el Distrito 14 (que incluye a comunas como San Bernardo, Melipilla y Talagante) y considerando que el Frente Amplio tiene 21 parlamentarios electos (20 diputados y un senador) de 155, ¿De qué manera pueden impulsar cambios en el Congreso?, ¿Cómo se irrumpe en este modelo de dos grandes bloques, Nueva Mayoría y Chile Vamos?
“Es muy complejo. Se suele pensar que el Frente Amplio tiene muchos diputados, pero somos 20 de 155. Entonces, eso quiere decir que somos uno de cada ocho y en mi partido somos ocho, o sea, uno de cada veinte. No es un gran poder parlamentario el que tenemos y de hecho, te diría que los diputados son algo así como “superconcejales”, o sea, el poder que tiene un diputado realmente, en términos prácticos, es muy poco.
La agenda legislativa y todo lo que implique gasto público lo controla el Presidente. Las urgencias en la discusión de los temas que se tratan en la tabla diaria del Congreso las pone el Gobierno, la Segpres en este caso, por ende el poder que tiene la Cámara de Diputados es muy poco. Nuestro poder formal, institucional e influencia es muy poco. Nuestro poder es más bien cultural, en los medios de comunicación, en la manera en que nos comunicamos con la gente y ahí hay una pega que hacer.
Por ejemplo, bajarnos la dieta del Congreso, bajarle el sueldo a los parlamentarios creo que es un buen gesto. También tener comportamientos no elitistas, no tener los privilegios que suele tener la clase política. No tener choferes, no viajar en primera clase, no usar casas o instrumentos del Estado para fines propios”.
-¿Pero esos cambios lo van a hacer ustedes, como parlamentarios del Frente Amplio, o piensan presentar un proyecto o iniciativa para que esto se haga extensivo al Parlamento en general?
“Nosotros vamos a presentar, en algún momento, la reforma para que se nos permita bajar el sueldo a los diputados y los senadores. Ahora, eso requiere mayorías bien amplias. Nosotros somos veinte y se requieren 78 votos para tener mayoría simple, entonces nos faltan 58 votos, lo que es bastante. A la derecha sólo le faltan seis, porque ellos tienen 72 diputados. En ese sentido, nuestra condición es bien precaria en el Congreso, pero vamos a presentar estos cambios, como un símbolo cultural, de lo que tiene que ser la política en el futuro”.
-¿Cuáles serían las principales prioridades o definiciones para el Frente Amplio en este período legislativo?
“Te puedo decir las mías, las que yo he propuesto a nuestras instancias para que las conversemos. En Chile hay una crisis de salud sexual bien grave, con casos de sífilis, de gonorrea y el virus del SIDA, que avanza sin que tengamos conciencia. No hay campañas de educación sexual en Chile. Cuando quieres hablar de educación sexual y prevención, del condón, de la T de cobre o de las hormonas, la élite lo prohíbe. En segundo lugar, el sobreendeudamiento de los chilenos. Según el Banco Central, las familias deben el 70% de sus ingresos y 40% de la deuda es con el retail.
Las personas se ven tentadas a usar el avance en efectivo y las tarjetas y la clase política no le toma el peso. Es fundamental la educación financiera, la regulación de la banca, con máximos de endeudamiento a las personas y hacer desaparecer los bancos del retail. En tercer lugar, el programa del Frente Amplio y los derechos sociales. Al menos en materia de vivienda, educación, salud y pensiones, la persona no tiene por qué estar endeudándose con los bancos, sino que el Estado debe hacer una especie estado de bienestar y proveer servicios de calidad, ojalá gratuitos, a las familias”.
-¿Han pensado en que deben realizar alianzas con el mundo de la centroizquierda o la Nueva Mayoría? ¿Cómo se van a entender en el diálogo con ellos para impulsar estos cambios?
“Sí. Está muy complejo, porque si tú no negocias, vas a ser un intransigente, pero si negocias, pasas a ser un entreguista. Entonces, el punto medio de eso es bien complejo”.
-¿Cómo se concilian esas dos posturas?
“Siento una distancia bastante grande hacia los diputados de la Nueva Mayoría, hacia los dirigentes del PPD y el PS, por ejemplo y algunos de la democracia cristiana también, que han capturado la representación política de sus partidos y los han vuelto instrumentos de dominación personal o de pequeños lotes. Creo que hay una distancia bien evidente entre nuestras prácticas políticas y las de ellos.
Por ende, creo que nuestro coqueteo, nuestra seducción, tiene que ser a las bases políticas del mundo de la Nueva Mayoría, para que éstas impulsen a sus dirigentes a pactos programáticos con nosotros. Yo estoy dispuesto a conversar, por supuesto, en el tema de bajar el sueldo o plantear leyes que se han propuesto fuera de Chile, como la que en Argentina presentó Mauricio Macri, que es un presidente de derecha, que prohíbe tener parientes de los representantes políticos en el Estado. Eso le haría muy bien a Chile”.