Son las 18:00 horas del día jueves y el sector de El Empalme de Coquimbo se va tiñendo de color morado. De a poco, los globos y las banderas de ese tono se toman las calles donde sólo se oye el grito desesperado por justicia. Alrededor de 200 personas –en su mayoría mujeres-, pertenecientes a distintas organizaciones sociales, marchan hasta llegar a la plaza de la comuna puerto y rendirle tributo a Melissa Chávez, la pequeña de 12 años que fue asesinada el pasado 26 de noviembre en Villa Talinay, sector de La Cantera.
Durante la marcha se escuchan muchas voces, y fuerte, pero cuando finaliza, sólo asoma la de Daniza Araya, tía de la víctima y una de las pocas familiares presentes en el lugar. Claro, ha sido ella quien ha estado enfrentando las preguntas de los medios de comunicación y llevando públicamente la batalla por esclarecer lo sucedido, esto, desde que salió a la luz que la principal línea de investigación por parte del Ministerio Público apuntaba a la presunta responsabilidad de la madre, Mirta Ardiles y el padrastro, Luis Santander, que, de hecho, se encuentran en calidad de imputados. A partir de ese momento ambos han decidido guardar distancia y se encuentran en casas de familiares.
Pese a todo lo que ha trascendido, Daniza sigue confiando en la inocencia de su hermana y la pareja de esta. “Se nos ha enjuiciado. Conozco a mi hermana hace 41 años y sé cómo es y lo buena que era con su hija (…) No queremos que la policía se enfoque sólo en investigar a mi hermana y mi cuñado, sino que también se abran otras posibilidades”, dijo a viva voz, cuando ya caían los primeros atisbos de oscuridad en la comuna porteña y se encendían las velas en honor a Melissa.
Impotecia e incertidumbre
Lo cierto es que la hipótesis de la tía no es nueva, aunque claro, las indagatorias han estado dirigidas más en una línea que en la otra. Sin embargo, nada se puede descartar, sobre todo en un caso de esta naturaleza donde, si bien se avanza, los giros y las suspicacias han estado presentes desde el primer minuto, cuando se alertó del incendio en la morada en la que vivían cuatro personas, pero que hace 16 días, la mañana del 26 de noviembre, tenía sólo a la pequeña víctima en su interior.
Fue todo “extraño y repentino”. En un comienzo se indicó que Melissa Chávez había muerto por una asfixia debido al humo provocado por el incendio, sin embargo, días después la fiscal del Ministerio Público Yocelyn Weisser informó que se iniciaba una investigación por la participación de terceras personas en el asesinato, algo que, si bien se especulaba, no había sido confirmado. Pero lo cierto es que la PDI tuvo esa hipótesis desde siempre, ya que el 27 de noviembre –el día después del suceso- se encontraba indagando y solicitaba diligencias dirigidas tanto a la madre como al padrastro, quienes en su testimonio lo negaron todo, señalando que se encontraban fuera de la casa cuando ocurrió la tragedia.
Por lo pronto se está a la espera de pericias biológicas y la data exacta de muerte de Melissa, lo que se está llevando a cabo por un equipo de criminalística en Santiago. En el intertanto, sigue la incertidumbre, el miedo, la angustia y la impotencia, aquella que expresaron los manifestantes durante la marcha, y la misma que sienten en Villa Talinay, en el pasaje San Anacleto con Culebrón, donde los vecinos de la menor, lo único que quieren es que todo se aclare. Estuvimos con ellos horas antes de la marcha y pusieron el acento precisamente en una hipótesis, que, según dicen, ha sido poco explorada.
La nueva arista y el miedo
En la casa de Melissa todavía cuelgan globos morados y consignas de justicia. Cada noche, los vecinos se acercan a la puerta de la vivienda vacía de gente, pero llena de secretos, para prender una vela y orar por la pequeña. La mayoría sólo conocía de vista a la pareja -Mirta y Luis-, y a los pequeños, ya que habían llegado hace sólo tres meses desde la Parte Alta de Coquimbo a vivir al lugar “y no se relacionaban más allá del saludo”, cuenta una habitante del sector, quien prefiere resguardar su identidad, aunque forma parte importante de la historia, ya que fue ella quien llamó primero a Bomberos a las 11:25 am y luego a Carabineros a las 11:27 am, cuando se alertó del profuso humo que salía un par de casas más allá.
Todavía está afectada. “Duermo mal, tengo pesadillas y pienso en mis nietos, que les podría pasar algo así. Es cierto que están investigando a los papás (madre y padrastro), pero qué pasa si no es así y tenemos un psicópata acá dando vueltas”, cuestiona la lugareña, a quien llamaremos “Claudia”.
Ella ya fue entrevistada por la PDI en dos oportunidades, el 26 y luego el 27 de noviembre y dice haberles dicho todo lo que vio. Pese a ello, señala sentir que no tomaron en cuenta su relato ya que no va en la dirección acusatoria hacia los vecinos hoy imputados, sino que se dirige a otros habitantes, en particular hacia un joven de 28 años quien vivía con su madre en la casa justo al lado de Melissa y que se fueron del lugar inesperadamente tras el fatídico hecho luego de haber vivido allí durante 17 años desde el 2003. Se trata del mismo sujeto al que sindica Daniza, la tía de la menor.
Pero, ¿por qué se sospecha del sujeto? Lo cierto es que existe un conjunto de hechos previos y posteriores a la muerte de Melissa que “dan para pensar”, dice “Claudia”, lo que es corroborado por otra vecina, quien también prestó declaración a la policía. Ambas relatan que “el joven era raro”, ya que no habría desempeñado ningún trabajo que ellas conocieran, y habría tenido problemas con varios vecinos “por rasgos violentos de su carácter”. No se le veía salir mucho, pero sí era habitual que encendiera la música con un alto volumen en horas “poco adecuadas”, algo que también había sido motivo de conflictos.
En el momento del incendio, cuando estaba recién comenzando todo, otros vecinos e incluso Carabineros le habrían ido a golpear la puerta al joven para que saliera debido a que existía la posibilidad de que el fuego se propagara, pero su respuesta fue encender la música al máximo y no acusar recibo de los llamados, en instantes en que todos concurrieron a prestar socorro, según cuentan testigos.
Sólo fue visto cuando todo se tranquilizó, con su pelo largo profusamente mojado asomando la cabeza y sonriendo. Algo que consta en la declaración de “Claudia”. Lo anterior resulta “extraño”, pero no sería motivo suficiente para sospechar, sin embargo, la clave está en otros testimonios que ya recabó la Brigada de Homicidios, y que sitúan al sujeto como tercer sospechoso del crimen.
Resulta que el individuo, minutos antes fue visto arriba del techo de la casa –colindante a la de Melissa- y no se sabe con exactitud qué se encontraba haciendo, pese a que en su testimonio habría declarado que al momento de la tragedia él estaba adentro del domicilio “haciendo ejercicio y trabajando”.
¿Equipado?
Otra de las testigos entrevistadas, quien también guardó reserva de su identidad y que igualmente prestó declaración a la policía, incluso tendría videos del sujeto. Esta vecina lo vio desde el pasaje paralelo al San Anacleto, el San Lino, y asegura que nunca había visto a esta persona en la techumbre. Vestía overol, pero lo que más le llamó la atención fue que utilizaba una máscara antigases. ¿Por qué utilizar este elemento si nadie podía saber en ese momento que se produciría un incendio? Aquella es una interrogante que los investigadores están intentando dilucidar. De hecho, la testigo comenta que cuando le dio a conocer este detalle a los policías “comenzaron a hacer preguntas mucho más dirigidas e incisivas”, aseveró.
Pequeños detalles
Según relatan más vecinos del lugar, hubo otro detalle que les llamó la atención la noche del 26 de noviembre. Ese día, absolutamente todo el pasaje y desde otros lugares se acercaron a la casa de la víctima a darle el pésame a la familia. La gente se congregó masivamente y de manera espontánea, sin embargo, los únicos que no salieron fueron los habitantes de la casa del vecino hoy sospechoso, quien vive con su madre. “Uno podía entender que no saliera él, porque el cabro es así, pero la mamá, por una cosa de empatía lo más lógico era que saliera, si era una tragedia que nos afectó a todos. Hubo unión en el barrio, pero en esa casa se encerraron y no tuvieron ninguna muestra de respeto, no sé. Es un detalle, pero fue muy extraño”, relata la vecina, agregando que en los últimos días se ha visto a personas entrar y salir de ese domicilio, pero sólo para sacar cosas.
Y existe otro punto que genera temor. En el entendido que el sujeto tenga alguna implicancia en los hechos, algo que está siendo investigado, los habitantes del pasaje San Anacleto se sienten intimidados por una moderna cámara que tienen instalada en el segundo piso de la vivienda, y que podría estar siendo controlada todavía por el individuo. Consultados los lugareños, coinciden en que el aparato no tiene demasiado tiempo instalado y se aventuran a decir que lo habría puesto el sospechoso con la finalidad de espiar a la víctima, Melissa, que llegó a la vivienda del lado hace sólo tres meses, pero aquello sólo es una conjetura que sacan los vecinos, eso sí, piden que sea retirada para sentirse más tranquilos.
¿Imputado?
La reserva de la investigación es absoluta, y si bien se suponía que los resultados de las pericias enviadas a Santiago llegarían entre los días jueves y viernes, hasta ahora no se ha sabido si efectivamente se recepcionaron por parte de la PDI. En lo concreto, no hay formalizados ni detenidos, por lo que, de haber llegado, no serían concluyentes.
Hasta ahora, de acuerdo a la información verificada por Diario El Día, tal como se publicó en su momento, tanto la madre de la menor, Mirta Ardiles, como el Padrastro Luis Santander, figuran como imputados. En el caso del tercer sujeto, sólo se sabe que existen preguntas y entrevistas a testigos direccionadas a establecer una eventual participación, pero no se tiene conocimiento de que existan otras diligencias específicas por lo que no se puede situar como imputado, sí como investigado.
Padre y hermano devastados
La incertidumbre crece en el caso policial más fuerte de los últimos años en la zona. Aquel jueves, mientras se desarrollaba la marcha por Melissa en el centro de Coquimbo, con los familiares de la madre encabezando la manifestación, en otros sectores del puerto también se vivía el dolor que no amaina. Hasta ahora, ningún familiar por parte del padre biológico de la pequeña había hablado con la prensa, pero tanto el hermano como el padre, aunque de manera escueta, decidieron romper el silencio también para exigir que la justicia llegue.
Llegamos a la casa del hermano mayor de Melissa, Jack Chávez (hijo de Denis Chávez) quien relata cómo se enteró de lo ocurrido por las redes sociales, con información que en principio no era clara. “Primero mandaron la noticia a un grupo de WhatsApp que tenemos, pero no la leí bien. Después a los 20 minutos me llama mi papá llorando diciendo que había fallecido mi hermana. Yo le dije que cómo, si se suponía que era un niño de 8 años, y mi hermana tiene 12, no lo quería creer, porque me insistió que ya le habían confirmado que era la ‘Meli’, y ahí no supe qué hacer. Así que me fui para la casa de él para acompañarlo”, cuenta el joven.
Tiene su hipótesis de lo que pudo haber ocurrido, pero espera que la justicia actúe, aunque para él “está muy claro” y dice no entender por qué se trata de “meter” o implicar a otras personas. “No quiero decir nada, pero creo que le están dando muchas vueltas, y desde un primer momento la policía lo sabe”, indica, agregando que “existen hechos del pasado que la Fiscalía debe conocer. Así que yo creo que el caso va bien”.
Denis Chávez está devastado. Melissa era “su regalona” y cercanos afirman que la pérdida lo tiene en un estado depresivo profundo que incluso ha requerido de tratamiento psicológico. Cuando lo contactamos se manifestó reticente, pero en buenos términos. “Me instruyeron que no hablara para no tener problemas con la investigación, pero cuando exista más claridad sí lo voy a hacer”, expresó Denis, quien está siendo representado por el Programa de Apoyo a Víctimas de la Subsecretaría de Prevención del Delito, según él mismo lo ratificó.
No quiso emitir ningún juicio respecto a su ex pareja, madre de Melissa. “Estoy hermético y abocado a realizar lo que me dice el abogado, quiero dejarlo así, para que no empañe nada, porque yo soy el más afectado. Ha sido una semana horrorosa, de saber una cosa, después otra y otra. Sólo quiero que esto pase y se esclarezca, porque se han dicho demasiadas cosas. Por el momento, he decidido no ver más noticias, cuando tenga más luces”, especificó, evidentemente afectado.
Cabe señalar que el Programa de Apoyo, además de estar representándolo jurídicamente, le está prestando ayuda psicológica con una profesional del área.
En espera
A la fecha existen dos querellas en el caso presentadas contra quienes resulten responsables, en términos genéricos. La primera emanada por la Defensoría de la Niñez, y la del Programa de Apoyo a Víctimas en representación del padre biológico. Desde Abofem (Asociación de Abogadas Feministas) esperan los resultados de las pericias, mientras que la madre y el padrastro están todavía sin abogado, a la espera del penalista Carlo Silva, quien analiza el caso para ver si es factible la representación “y no cometer errores”, ya que podrían pasar de imputados a formalizados. Por lo pronto, madre y padrastro, hicieron la solicitud de la carpeta investigativa a la Fiscalía.
Claves
La máscara
Un detalle que dio a conocer una testigo a la PDI es que el sujeto que caminaba por el techo llevaba puesta una máscara antigases.
Se fueron
Tanto el sospechoso como su madre se fueron del lugar, lo que ha despertado suspicacias en los vecinos.
Representado
El padre biológico de Melissa ya está siendo representado por el Programa de Apoyo a Víctimas.