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Lautaro Carmona
Este grupo de pobladores ha estado apoyando irrestrictamente la concreción del proyecto minero-portuario Dominga en todas las instancias. Quisimos saber qué los ha llevado a optar por este camino y la respuesta es una sola, se sienten postergados y ven en la iniciativa una opción de desarrollo. Cuestionables o no, estas son sus razones

El proyecto minero- portuario Dominga sin lugar a dudas marcó la agenda noticiosa el 2017. Generó revuelo nacional, tanto así que desencadenó la salida del equipo económico del gobierno. Pero en la interna de la comuna de La Higuera también ha provocado conmoción entre los habitantes que rechazan abiertamente que se instale en el territorio y los que ven en el mismo una oportunidad de desarrollo.

En ese último grupo están los integrantes de la Mesa Comunal, que se conformó precisamente para lograr acuerdos con la firma Andes Iron. Bajo su alero, se concretó el denominado Acuerdo Marco, que establece que, una vez que el proyecto entre en operación, se invertirían parte de las ganancias en obras sociales de diversa índole en los poblados. Según indican, fue firmado por 1.600 adultos y ya está legalizado vía judicial.

La mesa se compone de 3 representantes titulares por cada localidad, más 3 suplentes, suman 72 personas. Ellos son los encargados, dicen, de informar a las bases (el resto de la población) de los avances que se registran. “Siempre hacemos invitaciones, estamos con el puerta a puerta, a través de la redes sociales, incluso subimos los puntos que vamos a tratar, para que se mantengan informados y sea lo más transparente posible”, enfatizan.

Reconocen que la labor que han emprendido no ha sido fácil. Han sido criticados por ser considerados “defensores” de la minera “nos insultan, nos inventan cosas, pero ya estamos acostumbrados”, sostienen.

Más allá del debate que se puede generar sobre si su argumento es válido o no, los invitamos a exponer su punto de vista. Sienten que no han sido escuchados y defienden su postura hasta el final. A su juicio, la comuna ha vivido en un total abandono desde hace 45 años y ven en este proyecto una oportunidad de desarrollo.

Recalcan que no están en contra del cuidado del medio ambiente, pero siguen firme en la idea de que se puede compatibilizar ambas cosas, con la debida fiscalización de las autoridades.

“ESTAMOS ABANDONADOS”

Marta Arancibia es representante de Chungungo, Sergio Álvarez de Punta Colorada y Pablo Molina de La Higuera. Cuentan que todos empezaron como dirigentes vecinales y terminaron en esta “lucha” como la definen. Como ellos, hay otros de las demás localidades que integran esta mesa.

La primera pregunta que les formulamos es qué los lleva a querer que se instale un proyecto minero en su territorio. Es ajeno a toda lógica, generalmente nadie quiere que esto suceda. La respuesta es una sola, quieren apostar al desarrollo que por años se les ha negado.

Sergio Álvarez plantea que La Higuera siempre ha sido una comuna que ha vivido de esta actividad y que durante años se desarrollaron proyectos. “Siempre ha existido la minería y eso es lo que nosotros luchamos, porque se nos está negando dar un paso importante al desarrollo”.

Escuchan con cierta pena, indica, que en los medios siempre se dice que La Higuera es una de las comunas más pobre de Chile “pero yo diría que es una de las comunas más ricas, donde vive gente pobre”.

Así también lo afirma Pablo Molina. “Nosotros llevamos más de 45 años estancados, no avanzamos en nada y vemos en este proyecto una oportunidad de desarrollo sustentable”.

 Si se retrocede en el tiempo, plantea, La Higuera siempre ha sido una comuna dedicada al rubro, tuvo la minera San Juan, el puerto Totoralillo Norte y El Tofo. “Y se hizo con la tecnología de esos años, funcionaba y no hay ningún reporte de que se murieron pingüinos, que un barco que atropellara a una ballena, nada”.

Es más, señala que hoy día pasan 1.600 barcos al año más cerca de la reserva que la ruta que puso Dominga. “Por eso yo digo que las medidas de mitigación que ha puesto el proyecto son fundamentales para que se cuide el medio ambiente”. Asegura que son los primeros que quieren que la diversidad marina, la flora y fauna se respete “pero acá se ha olvidado el lado humano, el bienestar de la gente”.

APOYO DE LAS AUTORIDADES

Consultados de por qué no se han hecho estas exigencias a las autoridades de turno, quienes deben ser los responsables de velar por la concreción de proyectos y el crecimiento de la comuna, señalan que, pese al esfuerzo, no han conseguido mayores avances. “Era difícil, no han llegado los recursos, nunca han llegado, La Higuera, capital de la comuna, no tiene alcantarillado, eso es por lo que nosotros luchamos”, sostiene Álvarez.

Ahora, indica, después de años, han estado dando a conocer inversiones que se han realizado, pero las ven con cierto recelo, pues muchas de ellas vienen del sector privado. “Tenemos una plaza, una cancha de pasto sintético, tenemos una posta, un segundo pozo del APR, que lo hizo el gobierno, pero con recursos que aportaron empresas del sector”.

Por su parte, Marta Álvarez critica que nunca tuvieron la posibilidad de reunirse con el intendente actual “nunca nos quiso recibir, le enviamos incluso solicitud por ley Lobby, nos llegó desde la Presidenta un documento que decía que nos juntáramos con él, que nos tenía que recibir, pero ni aun así”.

Manifiesta que efectivamente ahora se ha informado de recursos que han llegado a la comuna “pero eso no se ve reflejado en el bienestar de la gente ni en el crecimiento, entonces, es difícil creerles”.

Además considera que han actuado de  forma arbitraria en la tramitación de este proyecto, sin considerar la opinión que ellos pudieran tener “nos sentimos débiles, porque si ellos fueron capaces de hacerlo con una empresa lo pueden hacer con nosotros y nos han mantenido bajo su caridad todos estos años”.

Pero algo positivo han logrado, expresa, porque gracias a la notoriedad que tuvo el sector con este proyecto por lo menos ha generado conciencia “porque se dio a conocer al resto del país y al extranjero la situación de la comuna y la verdad de que estamos demasiado postergados”.

LA RELACIÓN CON LA EMPRESA Y LOS CUESTIONAMIENTOS 

La mayoría de las críticas hacia quienes apoyan a la compañía minera apuntan a que ésta última podría estar usándolos como punta de lanza para lograr la aprobación del proyecto. Esto también es rechazado tajantemente por los dirigentes.

Reconocen que surgieron al alero de la relación que han establecido, pero defienden la independencia que han mantenido. “Esta mesa sentó a esta minera a conversar temas y se llegó a un acuerdo marco que es importante, pero aquí están todos involucrados, los pescadores, los agricultores, del rubro ganadero, los crianceros”, señala Pablo Molina.

El objetivo siempre ha sido, indica, que todos se vean beneficiados con este convenio “no tan solo un grupito”, sino que los estudiantes, la salud, el desarrollo sustentable “la mesa comunal en eso está, ese es el objetivo de nosotros, reforzar el desarrollo. Llevamos más de 45 años estancados, no avanzamos en nada y vemos en este proyecto una oportunidad de desarrollo sustentable”.

De hecho, recalca que esto les ha servido para despertar como comuna “nos empezamos a conocer, a comunicar”. Al principio fue duro, advierte, y les significó más de una discusión para defender a su pueblo “pero nos fuimos dando cuenta en el camino que teníamos necesidades transversales y que era necesario juntarnos, hacer esta mesa y luchar”.

Han trabajado en conjunto con la compañía, claro está, pero indica que para Andes Iron tampoco ha sido fácil “esta mesa ha sido potente, hemos tenido discusiones fuertes con ellos, que creo que les han dolido muchísimo y hemos sacado acuerdos”.

Marta Arancibia también reconoce que se crearon al alero de Dominga “eso no podemos negarlo”, sostiene, pero dice que lo hicieron porque tenían que tener las conversaciones “que son las que nos dieron los frutos que hoy tenemos que es el acuerdo marco”.

En este sentido, agrega que “la gente mira que nosotros nos estamos acercando con la empresa y piensa que estamos llevando tremenda vida, pero hemos dejado los pies en la calle por un bien superior, para que nuestra comuna mejore su situación”. 

Siempre se les ha criticado, lamenta “nos dicen muchas cosas, incluso nos inventan tonteras, pero nos hemos mantenido firmes trabajando”.

Al principio, precisa, hacían caso de los cuestionamientos, se molestaban “pero ya nos acostumbramos y seguimos con el objetivo que tenemos que es mejorar la comuna”. Que les vayan a agradecer o no va a ser cosa de cada persona, apunta “pero nosotros queremos que todos estos sacrificios que hemos hecho, de dejar a las familias varios días por estar presentes en algo que a ellos les va a beneficiar en el futuro, valgan”.

Asimismo, añade que “nosotros no queremos agradecimientos ni que nos hagan reconocimientos, queremos que la gente sepa que lo que se viene para ellos es bueno”.

Por su parte, Sergio Álvarez dice que sabe que ser dirigente, y más en este escenario, es muy complicado “a veces se reconoce el trabajo, a veces hay insultos, pero uno tiene que seguir ahí, porque sabe que es un bien común para todos, no de forma individual”.

Recalca que si bien es cierto su “padre” fue Andes Iron, asegura que ya crecieron “y hoy en día estamos preparados para enfrentar o discutir con cualquier empresa que quiera llegar a invertir a la comuna, pero en buenos términos, como buenos vecinos, eso es lo importante”.

¿DESARROLLO A CUALQUIER COSTO?

Entre los argumentos de quienes rechazan el proyecto se encuentran el que no se puede priorizar el desarrollo económico por sobre el bienestar del medio ambiente, lo que a juicio de los entrevistados es una mirada muy “radical”.

“Ellos tienen una visión que es blanco o negro, no pueden pensar que en la actualidad sí se pueden hacer estas cosas”, defiende Marta Arancibia, quien además agrega que existe evidencia en el extranjero de que estos proyectos sí pueden convivir con las reservas naturales, siempre que se adopten los resguardos. “En EE.UU sus grandes parques están al lado de los puertos y acá va a estar súper lejos, son más de 30 kilómetros y la mina está mucho más retirada”.

Recalca que como mesa comunal, que son los que están haciendo cabeza a favor de este proyecto, no quieren bajo ninguna circunstancia hacerle un daño al medio ambiente “pero somos los que vivimos los 365 días del año acá, sabemos, conocemos nuestra zona, tratamos de protegerla con nuestras herramientas”.

Tiene conciencia, precisa, de que hay que resguardarlo no solo en Chile, sino que en el mundo, por los efectos que está teniendo el cambio climático “pero de verdad, no desde un idealismo ambiental que tienen las ONGs que es muy fuerte, porque ellos quieren lograr sus objetivos, pero se olvidan de los seres humanos que hay en la comuna”.

En este sentido, enfatiza que “nosotros sí protegemos el medio ambiente, pero la visión que ellos tienen de protección es extrema, demasiado y daña el respeto que la gente tiene por nosotros”. Lo que han logrado, puntualiza, es que desde afuera se les mire “como bichos raros, como lo más malo que puede haber en la comuna por querer que llegue este proyecto”.

Similar opinión expresa Pablo Molina. Dice que tiene un profundo respeto por el territorio “pero se olvidan de la parte humana, de que hay niños, de que hay una cantidad de personas que no viven del rubro que ellos tienen”.

Quienes más rechazan Dominga, indica, son todos aquellos que lucran con el turismo “pero de esa actividad vive solo una cantidad de gente, no es la totalidad de la comuna”.

Siente que en cierta medida se han “apropiado” de la reserva y que el resto de los poblados ahora la ve de lejos. Si viven en la zona, dice, no hay ninguna deferencia para que las puedan visitar “si voy con mi familia tengo que tener como 100 mil pesos para ir en bote, ni mil pesos menos, yo no disfruto de ella”.

Señala que no está en contra de que se beneficien con esta actividad “pero que nos den la oportunidad también de que el resto de la comuna se pueda solventar de alguna forma, con estos proyectos”, y que además “van a beneficiar a todos, no a personas individuales, esa es la importancia, la misión y la visión que tenemos como mesa comunal”.

DIVISIÓN Y LA RELACIÓN CON LAS ONGS

Se habla mucho de los conflictos que genera entre los pobladores de la comuna de La Higuera la llegada de este proyecto, pero los dirigentes niegan que esto sea así.

A juicio de Marta Arancibia, la oposición llegó desde afuera. “En un principio los pescadores participaban mucho de las reuniones que tenía Dominga, sabían lo que podrían tener para futuro”. Pero luego, argumenta, llegó gente, ambientalistas, políticos incluso “a meter cizaña. No quiero perder el valor y el respeto que ellos se merecen, pero muchos fueron muy manipulables”.

A su juicio, los detractores son muy pocos, en Punta de Choros, por ejemplo, no serían los mismos pobladores “porque nosotros tenemos una mesa ahí donde participan gente de la localidad, en Caleta Hornos también, pero hay sindicatos que son opositores”.

De eso da cuenta el acuerdo marco que adoptaron, asegura, porque fue firmado por 1.600 adultos “a los que tenemos que sumarle los otros integrantes de la familia, en una comuna de poco más de 4 mil habitantes es considerable”, agrega.

En tanto, Sergio Álvarez señala que nunca han tenido contacto con las ONGs. Hubiera sido distinto, precisa, si desde el principio, cuando comenzaron con las mesas, hubieran participado con ellos “sino que llegaron como ladrón de noche como se dice, ingresaron a reuniones, con nombres distintos, pero nunca llegaron de frente a conversar con nosotros”.

Quizás eso los hubiera orientado, piensa, incluso  para haber hecho exigencias a las empresa “nos hubiesen servido para haber sacado este proyecto adelante, hace mucho tiempo, pero no lo hicieron”.

Asimismo, enfatiza que “la mayoría de gente opositora es de afuera, no es de la comuna, las ONG, no viven ni ha vivido la realidad que tenemos acá”.

Así también lo piensa Pablo Molina, quien niega que exista división en los pobladores “yo por ejemplo tengo familia, mis hermanas que viven en Caleta Hornos, otros que están en otros lados y no existen conflictos”.

Mucho están a favor del proyecto silenciosamente, plantea, pero cree que son los gremios los que han impuesto reglas internas que los llevan restarse. “La división no está, es más, creo que hay mucha gente en las caletas que hoy día nos dan el apoyo en las redes sociales, o por teléfono, en forma personal, hay mucho respaldo con eso, pero le temen a la represión que puedan sufrir”, expresa.

EN QUÉ CONSISTE EL ACUERDO MARCO

Pese a los cuestionamientos, tras un año y medio de trabajo, se estableció este acuerdo con la empresa Andes Iron que, en líneas generales, establece que un porcentaje de las ganancias que reciba la compañía durante la explotación de la mina van a ir a un fondo que financiará iniciáticas sociales, de salud, educación, viales, que determinen los propios vecinos.

“Pretendemos que se distribuya en las localidades, en su mayoría que sean proyectos sociales, de alcantarillado, que los colegios tengan mejores condiciones para su alumnos, que la salud mejore su calidad”, precisa Marta Arancibia.

Recalca también que han puesto énfasis en la contratación de gente de La Higuera. Saben, eso sí, que en alguna medida no será posible, porque hay labores especializadas de la actividad que requieren de mayor experiencia. Pero argumenta que la empresa se comprometió a realizar capacitaciones antes de iniciar las obras

Los recursos estarían disponibles una vez que el proyecto esté en operación, pero señala que recibirían una especie de adelanto si es que se aprueba “para poder comenzar con las capacitaciones, para tener preparada a nuestra gente, porque los estándares mineros son muy altos”.

Pero el resto de las personas que no esté capacitada para las labores de la mina, podrían crear emprendimientos para ser prestadores de servicio en entrega de comida, alojamiento y otras actividades.

Descartan tajantemente que vaya a significar algún beneficio individual y plantean que los acuerdos son todos de manera colectiva. “Este es un acuerdo histórico y que no sé si se dará en otra parte”, puntualiza Pablo Molina.

 

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