Cuando comenzó la pandemia del Covid-19 el mundo cambió por completo. Las medidas restrictivas que se implementaron en cada país para controlar el virus generaron efectos no deseados. Enfermedades de carácter mental, y el recrudecimiento de éstas han sido ejemplos de las implicancias que ha conllevado el estrés asociado al confinamiento, el encierro y la crisis económica.
En lo criminológico, también se han producido cambios, lo que se conoce como la mutación del delito, y dentro de estas variables está la que tiene que ver con los ilícitos de connotación sexual, ya sea violación y abuso, donde, según cifras de la PDI, las denuncias han aumentado considerablemente en tiempos de pandemia, por diferentes factores, y en esa línea, aunque no se tienen datos duros, los abusos que se producen dentro del mismo hogar –intrafamiliares- serían los que han estado mayormente al alza, debido al contexto social.
TRISTES SITUACIONES
El caso de Tomás Bravo, menor de tres años que fue encontrado sin vida en el Bío Bío, ha conmocionado al país. Una de las aristas que se investiga es la del abuso sexual previo al asesinato, y el único imputado es su tío Jorge Escobar (ver página 25). Claro, de acuerdo a estadísticas de la Policía de Investigaciones, la mayoría de estos episodios tiene como protagonista a un cercano, o derechamente a un familiar que vive con la víctima.
Un ejemplo más próximo en la zona, el que afortunadamente no llegó a tener características de homicidio, fue el que ocurrió –o comenzó a suceder- a mediados del año pasado, y que salió a la luz el reciente mes de enero, cuando la mañana del jueves 28 de ese mes, se logró detener a un sujeto luego de violar por, al menos, segunda vez a una niña de 13 años. El individuo, quien fue puesto a disposición de la justicia en su momento, era nada más y nada menos que el padrastro de la pequeña, quien, según se presume, venía abusando de ella desde hace bastante tiempo. Y claro, vivían en la misma casa en la que el sujeto (28) tuvo el tiempo suficiente para persuadirla y ejercer una manipulación psicológica sobre su víctima.
Los hechos fueron denunciados por la propia madre y en ese momento pareja del agresor, luego que, tras haberlos dejado solos en la casa, encontrara al mayor de edad besando en la boca a la menor. Luego de ello, la misma niña confesó haber mantenido relaciones con esta persona, algo que se reiteró.
Y no es el único caso. Hechos como este se repiten. Claramente los menores son los más vulnerables, pero las mujeres adultas también son un grupo de riesgo importante, tanto en los abusos intrafamiliares cometidos por sujetos conocidos, como también en los hechos que ocurren en la calle, donde las denuncias tuvieron el aumento más explosivo durante el 2020, pasando de 5 el 2019, a 68 en el año de la pandemia.
CIFRAS QUE ALERTAN
Pero vamos a la comparativa. En términos generales, el aumento registrado respecto a los delitos sexuales cometidos entre el 2019 y el 2020 tiene un alza del 25%. Respecto al detalle, la mayor cantidad en el crecimiento de las denuncias tiene que ver con el ilícito ya mencionado de Abuso Sexual por Sorpresa, que se elevó en un 1.260%; la Violación Contra Mayores de 14 años –con el grueso de las víctimas en el grupo etario adolescente- que aumentó en un 45%; la Violación Contra Menores de 14 años que ascendió en un 31%, y el Abuso Sexual de Menor de 14 años con contacto corporal, que subió un 19%. Claramente los números no son alentadores.
Según explicó el comisario Marcos Soto, jefe (S) de la Brigada de Delitos Sexuales de la PDI, la pandemia podría estar influyendo, pero sólo en algunos de los ilícitos, particularmente los que ocurren al interior de las casas, que, ciertamente, son los que ocurren en mayor proporción. “Hay un tema ahí que viene desde hace mucho tiempo, que dice relación con que el agresor en el 80% de los casos es una persona conocida, que va a la casa de la víctima, o derechamente alguien que forma parte del grupo familiar”, ratificando que, también, la mayor cantidad de víctimas corresponde a menores de 14 años y adolescentes.
De igual forma, hace la salvedad de que la cifra tiene su lado positivo, ya que, así como puede deberse a que los delitos están aumentando, algo que evidentemente sucede, también tendría que ver con que ahora las personas “están más propensas a denunciar y no guardar silencio como era antes”, sostuvo Soto.
“EL ABUSADOR SE GANA LA CONFIANZA”
La subcomisaria María Jesús Vásquez, de la misma unidad, sí pone el acento en el “efecto pandemia”, señalando que “si tenemos en cuenta que ya vamos a cumplir un año, muchas veces en confinamiento, claramente un niño, niña o adolescente puede estar más expuesto a estas situaciones, sobre todo si el imputado o imputada está en ese mismo lugar”, asevera. Además, remarca que muchas veces los victimarios, “hacen todo un trabajo con los niños respecto de poder cometer ese delito, no es que de un día para otro venga y cometa el abuso o la violación, es un trabajo donde se gana la confianza del niño, donde el niño, dice, ‘bueno, es mi papá, es mi padrastro, es mi abuelo, es la persona que me ha visto crecer’, entonces desde ahí, los menores están más expuestos”, expresó la profesional detective.
Agregó que, si los casos han aumentado, y consecuentemente las denuncias, éstas podrían incrementarse mucho más con el ingreso de los niños al colegio, ya que, en muchos casos, donde los menores expresan haber sido víctimas de este tipo de delitos es en el entorno escolar, ya sea con sus profesores, inspectores o compañeros.
SENAME EN ALERTA
Conocidas las cifras, desde el Servicio Nacional de Menores de la Región de Coquimbo también expresaron su preocupación ya que admiten, el 2020 fue un año complejo en términos de atenciones con motivo de vulneración de derechos de los niños, principalmente por el tema de la explotación sexual, algo que se dio a conocer a mitad del año pasado. “El Servicio Nacional de Menores atendió en la región durante el año 2020 a más de 13.200 niños y niñas, lo que denota un aumento significativo en vulneraciones de derechos. En especial, han aumentado las cifras de maltrato infantil, siendo el abuso sexual o delitos contra su indemnidad sexual las vulneraciones que más afectan su desarrollo, porque estamos hablando de secuelas asociadas a trauma complejo. Es por ello y frente a los datos que aporta la PDI, que hacemos un llamado a la comunidad a no ser cómplices de las vulneraciones, a denunciarlas y ser garantes activos de sus derechos. Igualmente, en el seno familiar, crear un ambiente protector y frente a cambios de conductas de los niños estar alertas, pedir orientación, ayuda y enseñar a los hijos la autoproteccion frente a este tipo de delitos”, expresó la directora regional de la entidad Verónica Zárate.
MUJERES Y ADOLESCENTES, UN GRUPO DE RIESGO
Ivón Guerra Aguilera, Seremi de la Mujer y la Equidad de Género de la Región de Coquimbo, también se refirió a la situación, en particular a lo que viven las mujeres que conforman un grupo de riesgo importante frente a los abusos, no sólo sexuales, sino también en el contexto del maltrato doméstico o en las relaciones que de igual forma ha experimentado cambios negativos en el último año. “Desde que se inició la pandemia dijimos que las mujeres serían las más afectadas. Y el tiempo nos dio la razón”, aseveró, reiterando el llamado a seguir denunciando todo tipo de actos que agredan a las mujeres y también a los niños. “Se debe alertar frente a la violencia en todos sus ámbitos, incluida la agresión sexual. Un aspecto positivo es que las mujeres estamos dejando de normalizar la violencia”, finalizó.
SOCIEDAD CIVIL
Desde la Agrupación de Abogadas Feministas (Abofem), grupo que se ocupa de cautelar los derechos de las niñas adolescentes y mujeres, la directora Carolina Tello, expresó su preocupación por la cantidad de denuncias, pero aun así precisó que era valorable que las víctimas se estuvieran atreviendo a realizarlas y no guardar silencio como era antes. “Es preocupante, pero no podemos dejar de manifestar que sería peor el hecho de que las denuncias no se realizaran, y no tiene que ver sólo con las mujeres, sino también con otros grupos vulnerados como son los niños. Por los mismo, creo que frente a la valentía que está existiendo para contar que se ha sido víctima, el Estado más que nunca debe responderles”, expresó la abogada y madre, quien, tal como la comunidad entera, está consciente de la compleja situación que a traído aparejada la pandemia, en donde los delitos sexuales parecieran haber alcanzado su mayor y más terrible dimensión.