• La mayoría de los colegios cuenta con los protocolos, el problema se suscita cuando no lo activan de manera adecuada y en el momento correcto.
  • En todos los gobiernos se han realizado campañas para que los hechos de violencia sistemática en los colegios disminuya.
  • El bullying a través de las redes sociales, o ciberbullying es el gran desafío para los establecimientos y comunidades educativas en general.
Crédito fotografía: 
Andrea Cantillanes
Según cifras de la superintendencia de Educación, los requerimientos por maltrato físico o psicológico se han mantenido en los últimos dos años. Aunque no existe una estadística respecto al bullying, sí se han conocido casos en la zona. En tanto, los expertos y las autoridades alertan sobre el creciente ciberbullying, y es en esta línea donde se debe poner el acento en cuanto a la prevención y a la elaboración de protocolos de convivencia.

El 16 de junio del 2016 fue un día negro para la Región de Coquimbo. La pelea entre dos alumnos en las afueras del Liceo Nicolás Federico Lohse Vargas, en Los Vilos, terminó con Simón Vega (16) fallecido luego de ser agredido con un cuchillo. Este hecho puso en tela de juicio los protocolos que estaban siguiendo los colegios respecto del bullying y la convivencia escolar en general, y también sacó a relucir lo peor de una sociedad donde pareciera ser que la violencia se ha normalizado, pese a los esfuerzos de las autoridades educacionales y de las comunidades educativas de los colegios de la zona.

LAS CIFRAS QUE NO SE MUEVEN

Según cifras de la Superintendencia de Educación, en los últimos dos años las denuncias por maltrato al interior de los recintos educacionales se han mantenido de manera sostenida. Como ejemplo, en el 2017, donde en total se presentaron 154 requerimientos en el año académico, el primer semestre hubo 10, sólo uno más que en el 2018 en el mismo lapso, con 9 denuncias registradas en la entidad. Los casos abarcan tanto maltratos físicos como psicológicos a estudiantes hombres y mujeres.

Los números podrían tener dos lecturas. La primera, que las políticas públicas y privadas para la buena convivencia no estén dando resultado, o que la gente, padres de las víctimas, se están atreviendo más a denunciar. Así lo consigna la directora (S) de la superintendencia, Paulina Román. “En los últimos dos años el número se disparó porque antes tal vez no se tenía el conocimiento”, subraya, y enfatiza en que, de todas formas “para hacer un análisis más acabado, hay que ver los números de fin de año, que es cuando los casos de maltrato se dan con mayor frecuencia”, precisó.

EL MALTRATO SIMPLE Y EL BULLYING

Román también marcó la diferencia entre los hechos de maltrato, que son los que prevalecen, y el bullying, que se enmarca dentro de lo que es el acoso escolar, algo más complejo de cuantificar debido a que requiere de investigaciones más largas. “Cuando se realiza una denuncia por bullying, generalmente los padres ya han hecho la denuncia por maltrato y quiere decir que el establecimiento no logró detener esa situación constante que se constituye como abuso”, expresó la directora de la superintendencia.

PROCESO DE APRENDIZAJE.

“Los colegios están en un proceso de aprendizaje”. Con esta frase, la directora Paulina Román deja claro que todavía hay mucho que aprender y que si bien “todos cuentan con un protocolo”, a veces no funciona en la detección del bullying dado lo amplio y lo relativamente nueva que es la problemática. “Es distinto diseñar un protocolo que aplicarlo, porque te vas encontrando con cosas nuevas. Por eso es importante que los colegios vayan revisándolos año a año, y mejorándolos”, indicó Román. 

UNA EXPERIENCIA POSITIVA.

En el Liceo Ignacio Carrera Pinto de La Serena, de administración municipal, reconocen que están aprendiendo “acorde a los tiempos y a los nuevos desafíos”. Con 230 alumnos en plena etapa adolescente a veces la tarea se vuelve complicada, pero aun así la encargada de convivencia escolar, Cristina Barraza asegura que “el tema se ha sabido manejar”.

No han tenido casos de Bullying, u acoso constante, pero sí hechos de violencia que han llegado a la superintendencia de Educación. Sin ir más lejos, el año pasado dos menores mujeres de segundo medio protagonizaron una pelea de proporciones en la vía pública y una de ellas quedó seriamente lesionada. Sus padres recurrieron al ente fiscalizador para denunciar, por lo que se inició una investigación interna la que si bien libró al colegio de responsabilidades, dejó enseñanzas e hizo replantear ciertos protocolos. “Aquí en lo que se falló fue en lo preventivo y por eso después se enfatizó en este ítem, pero en esa oportunidad logramos resolver el conflicto en la posteridad, con ambas estudiantes en una mediación, y luego se hace el seguimiento con los padres y sus profesores”, indicó Barraza, psicóloga de profesión.

EN PRIMERA PERSONA.

Yamely Véliz tiene 17 años y cursa cuarto medio en el Ignacio Carrera Pinto. Hoy no tiene ningún problema e incluso hasta hace poco formaba parte del centro de alumnos del colegio. Sin embargo, hace dos años cuando llegó fue víctima de constantes agresiones. “Caminaba por los pasillos y las demás niñas me empujaban y decían cosas. Era algo bien incómodo”, relata la adolescente.

Dudó en dar a conocer su situación, como muchos, pero finalmente se acercó a la inspectora general del liceo, quien evitó que esto pasara a mayores. “Ahí hablaron con ellas y la cosa paró de una. No me volvieron a molestar y primó una buena convivencia”, asegura Yamely.

Y ahora ve a su establecimiento en buen pie. “No he visto casos de bullyng, en estos años. Sí, como en todos lados hay peleas, pero son más que nada arrebatos. No veo que exista alguien al que se ataque constantemente ni ese tipo de cosas”, relata.

EL GRAN RETO DEL CIBERBULLYING

Se trata de un problema de la era digital que ahora las comunidades docentes deben enfrentar. El caso de Kathy Winter (17) en la Región Metropolitana, quien se suicidó aparentemente tras ser atacada por sus pares a través de las redes sociales, puso sobre la mesa la discusión en torno al ciberbullying, algo que si bien está en los protocolos de los colegios, según la directora de la superintendencia, Paulina Román, no está internalizada del todo por los sostenedores quienes “muestran reticencia” por hacerse cargo de situaciones que no ocurren físicamente en los recintos, sino en el mundo virtual. “Es algo en lo que ellos (colegios) deben avanzar, en cuanto a la detección de casos y la prevención, incorporando a los padres”, enfatizó.

Pero Román es categórica en una cosa. Asume que han tenido situaciones de ciberbullying, pero que éstas nunca son la génesis del problema, sino sólo una herramienta más con la que cuentan los abusadores. “Siempre hay situaciones que se vienen arrastrando desde antes, como el hostigamiento por las redes sociales, que es paralelo al acoso físico”, sostuvo la directora.

La encargada de convivencia del Ignacio Carrera Pinto, Cristina Barraza, reconoce que el maltrato a través de las redes se ha vuelto complejo de controlar, y que deben apoyarse en las entidades colaboradoras, para educar sobre las consecuencias de estas acciones. “Constantemente está viniendo personal de Carabineros y de la PDI para concientizar sobre el ciberbullying, para no tener las consecuencias que hemos visto por televisión, por ejemplo. Y también, estamos incorporando a los apoderados porque son ellos los que tienen que alertar sobre situaciones que sus hijos viven en casa, y que provienen de sus compañeros”, indicó.

EL TRABAJO DE LA POLICÍA

El encargado de acción comunitaria de la Policía de Investigaciones, y además coordinador del cibercrimen, subcomisario Lorenzo Macaya, explica que la unidad fue creada especialmente para relacionarse con los estudiantes y prevenir los casos de ciberbullying, los que según dice, van en paralelo con el bullying común y corriente y tiene que ver con el maltrato psicológico de alumnos a sus pares. “Hoy en día el maltrato psicológico se da incluso más que las agresiones a golpes, y las redes sociales son especiales para hacer esto y denostar a una persona”, asevera el subcomisario.

Macaya enfatiza en que le ha llamado la atención la crueldad con la que actúan los estudiantes, amparados en el anonimato de la web. “Hemos visto casos tremendos, de barbaridades dichas con un lenguaje demasiado fuerte. Tanto así que yo te diría que es más doloroso que te quiten la colación, o te quiten un cuaderno. Lo más grave que tenemos ahora lo que se hace a través de las redes sociales”, precisó.

A la hora de recordar un caso específico que le haya impactado, el subcomisario no tiene duda. Fue lo ocurrido el 2016 en Los Vilos lo que hizo replantearse todo. “Uno lo siente como algo personal, como que algo más se pudo hacer para que dos alumnos no llegaran a esta situación de violencia, que también se dio en las redes sociales, y que uno de los dos muera es lamentable”, acota Macaya.

CONSECUENCIAS INSOSPECHADAS.

Más allá de las cifras, son las consecuencias insospechadas que puede tener el maltrato escolar, cuando se transforma en Bullying y en Ciberbullyng, lo que más preocupa a las autoridades y también a los expertos.

Claro, dependiendo de la víctima, los resultados de este acoso pueden llevar incluso a la muerte, como ocurrió en Los Vilos, o a atentar contra sí mismo. Así lo explica la psiquiatra infanto-juvenil de la clínica Los Andes, Andrea Aguirre, quien a su vez enfatiza que en la actualidad el bullying siempre está asociado a lo virtual. “Se supone que en los menores de primero a cuarto básico, esto no debería suceder –acoso por redes sociales- porque no pueden tener redes sociales, pero igual pasa y los niños se ven seriamente afectados, en una etapa de su vida en que están desarrollando su sensibilidad”, sostiene.

La profesional recalca que el principal grupo de riesgo de sufrir estos acosos, son los adolescentes, ya que muchas veces tardan en externalizarlo y puede pasar demasiado tiempo antes de que alguien pueda detener el maltrato constante. “En la adolescencia estás definiendo tu identidad, cómo vas a ser como adulto, y es común que las personas que sufren bullying en ese momento de la vida, esto les determina ciertas conductas. Puede que tengamos un adulto retraído o hasta reprimido, y también un adulto maltratador. Hay estudios que concluyen eso”, asevera Aguirre.

SANCIONES A LOS ESTABLECIMIENTOS

Pero, cuando un apoderado realiza la denuncia en la superintendencia, ¿a quién está denunciando?, ¿al agresor o agresores, o al establecimiento? La directora (S) de la entidad fiscalizadora, Paulina Román, aclara que los padres, en rigor, no denuncian a alguien en particular, sino a la situación misma, y los responsables que están sujetos a sanciones son los recintos educacionales, y sus sostenedores, fundamentalmente por no cumplimiento de los protocolos. “En cualquier colegio o liceo se pueden dar estas situaciones, pero la falta está cuando no actúan de manera adecuada frente a los casos, o sea, cuando no cumplen con los protocolos”, puntualiza.

Román especifica que en primeros términos el recinto recibe una amonestación para que subsane la falencia que llevó o propició el maltrato, pero si no cumplen se cursarán las multas respectivas en dinero que van de las 51 UTM a las 500 UTM. “Aunque aquí las sanciones en dinero que se han aplicado no son tan grandes, la mayoría ha fluctuado entre las 51 y las 60 UTM. Esto, cuando no se aplican los protocolos y se causa un prejuicio en el alumno. Porque si tú no aplicas el protocolo, pero haces lo necesario para resguardar al menor, eso se toma en consideración a la hora de ver las atenuantes”, explican desde la Superintendencia, dejando claro que en la temática del maltrato escolar se avanza, pero falta por hacer. 4601iR

DEL CIBERBULLYING AL GROOMING

El subcomisario de la PDI, Lorenzo Macaya, hace hincapié en la relación directa que han podido detectar, se produce entre el ciberbullying y el grooming. De acuerdo a las investigaciones quienes sufren maltrato u hostigamiento a través de las redes sociales, son más propensos a ser víctimas del grooming, es decir, ser engañados por adultos quienes intentan ganarse la confianza de los menores de edad con el objetivo de obtener beneficios sexuales.  “Cuando el joven o adolescente vive estas situaciones con los compañeros, se siente excluido y con vergüenza. Tiende a alejarse del mundo real y estar más en las redes sociales porque quiere saber lo que dicen de él. Está vulnerable y es ahí cuando los acosadores sexuales atacan con mayor posibilidad de obtener lo que quieren”, explica.

 

MINISTERIO PONE ACENTO EN TRABAJO INTEGRAL

El seremi de Educación de la Región de Coquimbo, Luis Tello, aseguró que como ministerio se desarrollan diferentes líneas de acción intersectoriales, para que el trabajo sea integral, y por ejemplo, no exista deserción escolar. “Esto con una labor colaborativa con otras entidades u otros servicios como la superintendencia y las direcciones provinciales acá en la región”, indicó Tello.

Por otro lado está el trabajo territorial con las comunidades.  “La idea es articular las redes que tienen como fin convertirse en comunidades de aprendizaje, en las cuales cada uno de los participantes pueda aprovechar los conocimientos y las experiencias de sus pares para enfrentar mejor los problemas que se presentan en la convivencia”, señaló.

Por último, precisó Tello, están enfatizando en la formación de los encargados de la convivencia escolar. “Existe un convenio con la Universidad de Chile, para la formación de estos profesionales en establecimientos y también en comunas”, concluyó.

 

GLOSARIO:

Maltrato escolar:

Es lo más común en cuanto a problemas de convivencia escolar que llegan a la superintendencia de educación. Éste puede ser físico o psicológico.

Bullying:

Cuando el maltrato se vuelve sistemático y constante en contra de un estudiante, estamos en presencia de Bullyng.

Ciberbullyng:

En la actualidad, prácticamente en todos los casos de Bullying, paralelamente existe un acoso a través de las redes sociales, esto es lo que se denomina ciberbullyng.

Grooming:

Se denomina así a la práctica de acoso y abuso sexual en contra de niños y jóvenes que sucede a través de las redes sociales. El acosador engaña a la víctima para obtener beneficios sexuales.

 

 

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