• Uno de los casos exitosos que se ha desarrollado en la región es el de Majada Blanca, en la provincia de Elqui. FOTO CEDIDA
  • La experiencia que se desarrolló en Chungungo en 1992 finalmente no prosperó y la infraestructura con el tiempo se deterioró. FOTO LAUTARO CARMONA
  • En la actualidad la tecnología utilizada es mucho más resistente y puede llegar a durar hasta 15 años. FOTO CEDIDA
  • En las portadas de la época se destacaba la inauguración del proyecto Camanchaca en Chungungo y el interés que éste generaba a nivel nacional e internacional. FOTO EL DÍA
Crédito fotografía: 
El Día
Desde la CNR señalan que dadas sus características están estudiando incluso la alternativa de que estos proyectos en el futuro puedan ser financiados a través de concursos de riego para la pequeña agricultura. Sin embargo, hasta ahora sólo están siendo pensados con fines productivos y no para el consumo humano.

Era mayo de 1992 y la localidad de Chungungo, en la comuna de La Higuera, era una fiesta. Tras años de esfuerzo se inauguraba el proyecto “Camanchaca: Cosechando las nubes en Chungungo”, que permitiría abastecer de agua para el consumo humano a ese poblado, en ese entonces de cerca de 200 habitantes.

Por esa época la iniciativa concitó la atención nacional e internacional, pues se veía en esta tecnología una real solución para la obtención de agua en las zonas de escasez hídrica. De resultar, se dijo, sería imitado en diversas partes del mundo.

De hecho, fue financiado con recursos del Fondo Nacional de Desarrollo Regional, pero además con aportes de la Oficina Regional de Ciencias y Tecnología de la UNESCO (apoyo inicial) y el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo de Canadá.

Dada su relevancia, al evento asistió Pierre Beemans, director de esta última entidad, quien en su discurso evidenciaba las expectativas que existían. “Es un desafío para todos nosotros, sería una tragedia que este proyecto se quedara como una curiosidad, como un juguete científico” y agregaba que “si se queda en ese nivel sería un fracaso”, todo esto lo consigna la noticia de la actividad publicada por Diario El Día. Por otra parte, el canadiense destacaba que “va a venir mucha gente de todas partes de la tierra para ver lo que aquí está sucediendo”.

“Vienen hace mucho tiempo y tienen una trayectoria importante por las condiciones climáticas que tiene la zona para desarrollar esta tecnología”, Daniela Henríquez,  directora del Instituto de Políticas Públicas de la UCN

Desafortunadamente, con el tiempo la iniciativa no prosperó. Problemas de aspecto administrativo habrían sido la principal causa. No se había definido quien continuaría con su desarrollo y finalmente, tras el deterioro de la infraestructura se dejó de usar, dejando en el camino esta alternativa de obtención del recurso hídrico en que habían cifradas tantas esperanzas.

 

Resurge interés

Tras esta experiencia, la idea de utilizar la neblina en los sectores costeros y atraparla a través de una malla para ser conducida se dejó de contemplar, pese a que siempre ha habido coincidencia de que la Región de Coquimbo presenta condiciones óptimas, además de ser una alternativa de bajo costo.

Esto hasta que hace algunos años un proyecto en la comunidad agrícola Peñablanca, de la mano de la Fundación “Un Alto en el desierto”, revivió el interés. Con el agua incluso se comenzó a desarrollar el emprendimiento de Cerveza Atrapaniebla, con gran éxito.

“Tenemos harto interés en levantar nuevamente o reflotar lo que son los atrapanieblas como un método para poder captar agua”, Halid Daud,  coordinador Zonal Norte Chico de la CNR

Con posterioridad, la Universidad Católica del Norte (UCN) a través de su Instituto de Políticas Públicas, comenzó a impulsar un proyecto con financiamiento del Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC) del Gobierno Regional, iniciativa que se desarrolló entre 2015 y 2017.

Daniela Henríquez, directora de la entidad de la UCN, cuenta que se llevó a cabo en 3 comunidades agrícolas: Los Tomes, en el Choapa; Majada Blanca en el valle de Elqui y en Limarí dos comunidades que trabajan en conjunto, Lorenzo Peralta y Peral Ojo de Agua de Punilla, aledañas al parque Fray Jorge.

En la primera de ellas el recurso se utiliza como agua para el ganado, en Majada Blanca, en tanto, se riegan olivos con miras a producir aceite de oliva. “Es un  producto con valor agregado no solamente por el agua de niebla propiamente tal, sino que además es producida por una comunidad agrícola que también es una característica particular en la Región de Coquimbo”, precisa Henríquez.

Por su parte, en Fray Jorge, la comunidad lo está utilizando para reforestar una zona de Guayacanes que tienen cientos de años y es zona protegida, con fines turísticos.

5 A 7 millones de pesos puede llegar a costar un atrapanieblas de 150 metros cuadrados.

Henríquez señala que los atrapanieblas han pasado a ser prácticamente un patrimonio de la Región de Coquimbo “vienen hace mucho tiempo y tienen una trayectoria importante por las condiciones climáticas que tiene la zona para desarrollar esta tecnología y, por otra parte, se requiere potenciar las fuentes de recurso hídrico, está la necesidad”.

Por esta razón consideraron positivo rescatarlos. Pero para evitar los problemas del pasado, en esta oportunidad no solo se ha mejorado la tecnología, sino que además se ha puesto énfasis en el proceso participativo con las comunidades “porque el principal problema de los atrapanieblas tiene que ver con que funcionan, pero la pregunta es quién se hace cargo después que se acabe el proyecto”.

En esta línea, precisa, lo que han hecho es más bien trabajar un modelo de desarrollo donde son las comunidades las que deciden respecto a todo el proceso.

Actualmente están nuevamente postulando al FIC para poder replicar la experiencia en una o dos comunidades más, así como también para consolidar los modelos de negocios que se empezaron a desarrollar en la primera iniciativa.

 

Opción para la pequeña agricultura

Debido a los buenos resultados obtenidos por el proyecto desarrollado por la UCN es que la Comisión Nacional de Riego (CNR) está viendo con mucho interés el poder retomar esta tecnología para llevar agua donde la escasez hídrica es permanente y las fuentes de obtención son cada vez más escasas.

En este sentido, Halid Daud, coordinador zonal Norte Chico de la CNR, manifiesta que “tenemos harto interés en levantar nuevamente o reflotar lo que son los atrapanieblas como un método para poder captar agua”.

15 Años de duración pueden llegar a tener los atrapanieblas con las tecnologías actuales.

Entre las ventajas del sistema, la autoridad recalca que “está disponible en el ambiente y no se necesitan derechos de agua para eso”.

En todo caso, especifica que estaría orientado principalmente a zonas costeras donde hayan comunidades agrícolas o pequeños productores “porque lo que se capta de agua es muy poco”.

Destaca que en los últimos años se ha mejorado considerablemente estas tecnologías y que por esta razón incluso están estudiando durante este año destinar fondos para que puedan ser financiados con recursos estatales.

“Es una alternativa, nosotros hoy día como CNR, a través del FNDR, queremos potenciar a las comunidades agrícolas y queremos ver las distintas alternativas en que podamos entregarles agua con un fin productivo”.

Para ello, indica, hoy están visitando y conociendo estos proyectos, levantando toda la información técnica para estandarizarla y así poder incorporarlo prontamente a los concursos de riego “está toda la intención y necesitamos ver la parte técnica, pero eso ya está bastante avanzado”.

Recalca que hoy en día se trata de estructuras mucho más modernas y que tienen una duración de más de 10 años, con mallas especiales y específicas, que es la condición esencial para que un proyecto de riego reciba financiamiento. “Está súper estandarizado y eso es bueno, porque te permite tener una tecnología definida, con especificaciones técnicas”, plantea.

Ahora lo que queda es que la idea pueda ser validada por el departamento de fomento de la CNR “para poder darle la viabilidad con la línea de financiamiento de pequeña agricultura. Estamos haciendo toda la evaluación técnica para poder tratar de apoyarlos”.

Cabe destacar que este beneficio otorga hasta 400 UF ( $10 a 11 millones de pesos aproximadamente) “y un atrapaniebla de cuesta entre 6 y 7 millones de pesos lo complementas con un estanque y un riego tecnificado o puede irse haciendo por parte. Es muy factible”, precisa Daud.

Respecto de los plazos, sostiene que esperan este año poder apoyarlos a través de un concurso de pequeña agricultura donde ellos puedan ya postular con recursos regionales “y la idea es abrirnos también después con recursos a nivel sectorial”.

 

¿Cómo operan?

Pedro Hernández, es investigador asociado de la UCN y quien ha estado a cargo de la parte técnica en la instalación de estos paneles.

El objetivo, indica, ha sido potenciar las zonas del secano donde la agricultura depende de las lluvias y las pequeñas norias que tienen los productores. “Los atrapanieblas permiten otorgarles agua en los periodos de primavera- verano, que es cuando más se puede cosechar agua de niebla, funciona como un aporte complementario justo en el periodo que más necesitan”.

Para que se puedan instalar en una zona determinada se tienen que dar algunas condiciones. La primera, que existan cerros en la costa, que tengan ojalá una altura de entre 600 y 700 metros y que haya viento.

Destaca que en los últimos años la tecnología ha avanzado muchísimo, aunque el concepto de captura sigue siendo el mismo “lo que ha cambiado es que antes se usaba palo impregnado y hoy se utilizan tubos de acero galvanizado, con ello resistieron los temporales de 2015, por ejemplo”.

Asimismo, antiguamente las mallas eran de Raschel‎ “y hoy son de un mono filamento mucho más resistente. Además le hemos dado más flexibilidad con el uso de elásticos”.

Según las características de cada sector geográfico es el montaje que se hace, pero pueden llegar a tener una duración de hasta 15 años.

Respecto de los costos, Hernández señalan que un atrapaniebla de 150 metros cuadrados tiene un valor de entre 5 a 7 millones aproximadamente “es más elevado en aquellas zonas donde hay que hacer caminos, porque están en los cerros y los accesos son complicados”.

Sobre el rendimiento, plantea que en la región hay zonas que producen entre 3 a 6 litros por metro cuadrado día, es decir, entre 164 y 328 metros cúbicos al año. 3701iR

Consumo humano

En todo caso los especialistas señalan que por el momento sólo se está pensando en la reutilización de estos sistemas en el ámbito productivo y que, por el momento, no existen iniciativas que apunten a considerarlas para el consumo humano.

“El área de consumo humano es compleja en cuanto a temas de sanitización, porque hay que potabilizarla”, dice Daniela Henríquez, aunque señala que de igual forma “es un área que es interesante de explorar y a nosotros nos interesa”.

En este sentido, agrega que “se tiene que pilotear, pero el llamado que hemos hecho a las autoridades es que es una alternativa de política pública, porque hoy día no existen instrumentos que lo financien de manera estable, tampoco hay legislación”. La pregunta que surge, dice, es a través de qué sistema administrativo institucional se administraría esa agua “pero de que se podría se podría, porque es un agua libre de contaminantes que está disponible”.

Similar opinión tiene Pedro Hernández, quien indica que se podría hacer porque la calidad de agua de niebla es muy buena “sin embargo, hay que entender que existe mucha variabilidad para las necesidades de consumo humano, tiene que tener cierta permanencia y lo que produce la niebla es en bajas cantidades, solamente se recomendaría si se combina otras fuentes de agua, no se podría como única fuente”, especifica.  

 

Suscríbete a El Día y recibe a diario la información más importante

* campos requeridos

 

 

Contenido relacionado

- {{similar.created}}

No hay contenido relacionado

Cargando ...

 

 

 

 

 

 

 

 

Diario El Día

 

 

 

X