Una de los programas que ha cobrado fuerza durante la crisis sanitaria es el de hospitalización domiciliaria que en La Serena se incorporó el 2009, a través de una iniciativa ministerial, y que hoy ha sido clave para dar continuidad en la atención de quienes tienen algún grado de dependencia severa.
Se trata de un programa que ha pasado bajo perfil por más de 10 años, donde la atención se ha concentrado en quienes, por diversos motivos, no pueden movilizarse y no pueden dejar de lado sus tratamientos, razón por la cual los profesiones se trasladan hasta sus viviendas para tratarlos.
“La idea es que las atenciones no se suspendan y no se han suspendido, hay algunas atenciones que, como ha dicho del Gobierno, se han retrasado, por ejemplo en las atenciones hospitalarias, interconsultas que han quedado pendientes, pero en el caso de nosotros la atención no se suspende, nuestro programa funciona los cinco días de la semana de lunes a viernes” explicó la enfermera y encargada del programa en el Cesfam Cardenal José María Caro, Cristina Thompson.
La profesional contó que debido a la pandemia debieron modificar su forma de trabajo, partiendo por dividir el equipo humano en dos turnos que trabajan bajo la modalidad 14x14, con un equipo realizando teletrabajo y otro de forma presencial.
“El equipo vía teletrabajo nos colabora con todas las consejerías telefónicas con las familias, en acompañamiento, en responder consultas, hacer controles telefónicos a nuestros adultos mayores que están compensados para no exponerlos y el equipo que estamos de manera presencial nos encargamos de aquella población con mayor riesgo, con lesiones, con heridas y enfermedades agudas que necesitan ser resueltas” precisó Thompson.
Añadió que como se trataba de una atención constante y con pacientes de alto riesgo, los mismos funcionarios han debido aislarse y mantenerse alejados de pacientes covid positivo, ya que saben que al enfermarse pueden contagiar a sus propios usuarios.
Ahora bien, se trata de personas con dependencia severa o moderada, lo que les impide concurrir a los centros de salud, tratándose principalmente de población de adultos mayores, sin embargo también tienen usuarios menores de 65 años, que suelen ser personas con secuelas de algún accidente o enfermedad crónica mal controlada, entre otras condiciones.
“Por otro lado tenemos un población infantil y adolescente que es aquella población dependiente con algún daño neurológico, algún daño cognitivo particular que requieran atención en domicilio, tenemos muchos pacientes con síndromes demenciales, con demencia senil, alzhaimer, pacientes que si bien tienen alguna movilidad por su desorientación nos cuesta traerlos al centro de salud y por eso nosotros los hemos incorporado”.
Asimismo, trabajan con pacientes con cáncer que tengan tratamientos paliativos y población institucionalizada, principalmente hogares y residencias de adulto mayor.
Actualmente hay cerca de 300 usuarios con esta modalidad de atención, 180 que son visitados en sus hogares y 120 que son parte de alguna institución, entre ellas Fundación Las Rosas y dos residencias particulares.
Los usuarios en tratamiento no solo reciben la visita de las enfermeras y kinesiólogos para su progreso, sino que sus equipos han ido incorporando otras estrategias que complementan el trabajo clínico, como terapias de reiki, flores de bach, acupuntura, además de un trabajo de acompañamiento y contención para ellos y su grupo familiar, fortaleciendo los lazos de los funcionarios y sus usuarios, en especial porque la atención primaria es la primera línea de respuesta y la más cercana a la comunidad.
Ese trabajo de atención y acompañamiento se ha visto complementado, además, con la entrega de fármacos y de alimentación para los usuarios del programa, quienes además cuentan con cuidadores voluntarios que apoyan a los equipos en esa labor.
“En cada uno de los centros de salud se han buscado estrategias de acompañamiento con las familias que vaya más alla de lo biomédico” añadió la enfermera.