La madrugada del 17 de octubre del 2001 fue la más triste en el Colegio Óscar Aldunate Abott de Las Compañías. Eran cerca de las cuatro de la mañana cuando sonó la alarma que despertó abruptamente a las monjas que residían en el lugar. En una de las habitaciones estaban las hermanas Lita Castillo y Natalia Acosta, quienes salieron a ver qué pasaba y en el pasillo vivieron una verdadera pesadilla. Allí las esperaba un sujeto quien las atacó a golpes e hirió con un corvo para luego huir y al rato volver con un bidón de combustible, incendiando el lugar, particularmente la pieza en la que se encontraba Lita.
El resultado fue trágico. Al cabo de un mes, producto de las quemaduras, la religiosa Castillo de nacionalidad peruana falleció, mientras que Natalia quedó con graves lesiones en su cuerpo las que sólo pudieron sanar con el paso de los meses, las heridas de su del alma jamás las pudo superar.
Doble juicio, doble incertidumbre
Hoy se cumplen 18 años desde este caso que conmocionó al país y puso a prueba el nuevo sistema Procesal Penal implementado en la región de manera piloto en diciembre del 2000. Pese a que hubo dos juicios, ni siquiera eso dejó conforme a todas las partes y hay quienes insisten en que el proceso “estuvo viciado” y que “existió un montaje” para condenar a uno de los imputados.
Tras más de un año de diligencias luego del macabro hecho, en febrero del 2003, el Ministerio Público logró formalizar y llevar al estrado para un juicio oral a dos personas presuntos responsables. Se trataba de Carlos Vivanco Fuentes y Armando Tapia Álvarez, quienes fueron hallados culpables y condenados a 20 y 10 años de cárcel respectivamente.
Sin embargo, de manera inédita, la Corte Suprema anuló el primer juicio y cambió la condena de Vivanco en un segundo proceso donde fue declarado interdicto, decretándose su internación en un recinto psiquiátrico de Putaendo. En el caso de Tapia, continuó con la misma condena, aunque fue el mismo Vivanco quien confesó que había actuado sólo, y las monjas atacadas siempre dijeron que su victimario había sido una sola persona.
En la actualidad, ambos individuos cumplieron ya pagaron sus penas, pero, para muchos, sobre todo para la familia de Armando Tapia, nunca se hizo justicia, ya que según aseguran, él era inocente y nunca cometió el delito.
Vivanco preso de su mente
Los caminos tras el juicio fueron diferentes. Lo de Vivanco era esperado y en el segundo juicio su defensa consiguió lo que quería, que su cliente no pasara 20 años tras las rejas sino en un sanatorio mental. Estuvo 15 años bajo custodia, y hace tres, en el 2016 fue trasladado ya en calidad de hombre libre a otro recinto psiquiátrico en Valparaíso, donde permanece hasta el día de hoy, ya que su esquizofrenia se habría agudizado y no podría valerse por sí mismo, ni mucho menos estar sin medicación.
Según relata Inés Rojas, actual defensora regional quien estuvo en el caso cuando la defensoría prestó colaboración al imputado, tras la condena mantuvieron contacto con él y la última vez que lo vio fue testigo de un notable deterioro.
“En el último viaje que hicimos él ya estaba a punto de ser trasladado a una residencia protegida, y ya se veía muy mal. Era una persona que no se comunicaba, que estaba ida, y sometida a una permanente medicación para controlar sus problemas de salud mental”, relata la jefa de la defensoría, agregando que “probablemente se tenga que mantener de por vida en el recinto, debido a la gravedad de su estado y lo avanzado de su esquizofrenia”.
Y fue esta enfermedad lo que, según se pudo determinar tras el segundo juicio, llevó a Vivanco a cometer el homicidio. Aquello lo admite su propio defensor Alejandro Viada. “Él padecía de delirios”, asegura y uno de ellos fue obsesionarse con la figura de la hermana Lita, de quien decía era una “figura divina” la que debía llevarse con él. De hecho, desde hacía meses que la venía persiguiendo, tanto así que en mayo del 2001 había logrado entrar a su habitación para intentar sacarla. Este hecho no salió a la luz debido a que las propias religiosas decidieron bajarle el perfil. Lo que jamás imaginaron fue que Vivanco iría más lejos y todo terminaría en la tragedia el 17 de octubre.
Viada recuerda el caso como “el primer gran desafío que tuvimos en la defensoría luego de la reforma” y siente que lo sortearon de manera exitosa.
“Centramos nuestra defensa en determinar que él era inimputable, lo que se determinó en el fallo, por lo mismo no cumplió su condena en la cárcel sino que lo hizo en un recinto de seguridad”, sostiene Viada, quien reafirma que, pese a que ya cumplió la condena, difícilmente podrá salir del establecimiento en el que se encuentra. “Su situación en términos sociales es bastante vulnerable, porque se trata de una persona ya mayor, enferma psiquiátrica y que además aparentemente no tiene familia. Nosotros durante el tiempo que lo defendimos jamás tuvimos conocimiento de algún pariente ni nada por el estilo”, expresa.
Armando Tapia, ¿otra víctima?
El 16 de octubre del 2011, un equipo de Diario El Día fue hasta la casa de Armando Tapia en calle Nicaragua, en Las Compañías, muy cerca de donde tuvo lugar la tragedia. Ya había cumplido su condena en la cárcel de Huachalalume, y se mostraba optimista respecto a su futuro, pero sobre todo insistía en su inocencia. “Aprendí a leer para que nadie me vuelva a engañar y me haga firmar algo que no entiendo (…) Yo soy inocente, pero lo que no entiendo es por qué las monjas mintieron”, remarcaba.
Volvimos a su hogar 8 años después, sin embargo, esta vez fue su hermana quien nos atendió y aseguró que Armando Tapia había sido simplemente un chivo expiatorio en un caso donde necesariamente tenían que culpar a alguien. “No queremos exponerlo, creo que haberlo hecho la otra vez fue un gran error. Nosotros hemos sufrido mucho por esto. Imagínese que mi hermano pasó años en la cárcel por algo que no hizo, y más encima sabemos que esto fue deliberadamente, entonces más rabia y pena nos da”, enfatiza la mujer.
Precisa que Tapia está bien de salud, que ya no ejerce un trabajo remunerado, pero que se mantiene activo saliendo a caminar por el lugar.
El abogado defensor de Armando Tapia, Raúl Castillo coincide con la hermana del condenado y cuando llegamos hasta su oficina, en lo primero que enfatiza es en que el caso monjas es el más doloroso en el que le ha tocado estar. Para él no fue fácil defender a quien en su minuto era una de las personas “más odiadas” del país, e incluso en su momento debió recibir insultos en la calle. De todas formas, y pese a que no lograron acreditar la inocencia de su defendido, siente orgullo “de haber hecho lo correcto”, aunque también impotencia de “haber visto cómo una persona que es inocente, y que además tiene un retraso mental evidente, es acusada y condenada por algo de lo que él no tenía idea”, expresa el profesional.
Castillo recuerda con desazón “la serie de irregularidades que hubo en el proceso” en el que a Tapia incluso se le habrían administrado medicamentos a la hora de declarar y que Carabineros lo interrogara al interior del vehículo policial.
“Aquí hubo una investigación sesgada, porque la Policía de Investigaciones en su minuto llevaba otro curso de acción, pero los sacan del caso y cuando entra Carabineros de Chile determinaron otro curso de acción. La reconstitución de escena fue lamentable, porque ahí quedaba claro que don Armando Tapia no sabía absolutamente nada de lo que se estaba reconstituyendo, mientras que el otro imputado demostraba conocimiento de todo lo que había hecho. Adicionalmente, el mismo Vivanco insistía en que lo había hecho todo solo”, asevera el abogado.
Siempre se habló de un solo individuo, por lo mismo, pero ante la falta de un responsable, habrían “cargado” a Tapia, esto, por una serie de hechos desafortunados según consigna su defensor. “Lo que pasa es que él (Tapia) era un fabulador, es decir, una persona que inventa cosas y en algún momento lanzó un comentario de que él había estado en el sitio del suceso, por eso que Carabineros lo pone en la mira y lo detiene, pero después aparece Vivanco y cambia todo. Porque siempre se había hablado de una persona. Lo más lógico hubiese sido admitir que mi representado no tenía nada que ver pero hubo ahí una intencionalidad de no dar el brazo a torcer ni admitir el error porque se hubiese visto muy mal para ellos”, precisó.
Pero si está tan convencido de la inocencia, ¿es posible ejercer alguna acción legal para que finalmente “se haga justicia”? El abogado expresa que “siempre existe la posibilidad, y si existiera algún nuevo antecedente como el testimonio de la religiosa que en su minuto iba a declarar, pero que fue enviada a otro país, nosotros podríamos reabrir el caso interponiendo un recurso de revisión ante la corte suprema”, aseveró castillo.
"Fue un montaje"
“Armando es una de las personas más inocentes que he conocido”. Así define el actual capellán de la Posta Central, en Santiago, el padre Manuel Hervia al condenado por homicidio de la religiosa Lita Castillo. El sacerdote en ese momento era párroco de la Iglesia San José de Juan Soldado, e incluso se enfrentó al arzobispo de La Serena Manuel Donoso por defender públicamente al sujeto.
Para Hervia había un solo responsable y éste era Carlos Vivanco, quien había perseguido durante meses a Lita Castillo e incluso le confesó que nunca en la vida había visto a Tapia. “Fue muy triste enterarme de que las monjitas no hicieron nada para protegerla a ella (Lita). Yo tuve la oportunidad de hablar con Carlos Vivanco en la cárcel y él me relató todo lo que sucedió. Me contó que la hermana Lita era como su ‘chinita’ de Andacollo y por eso quería llevársela (…) Cuando le pregunté por Armando Tapia me dijo claramente: ‘Yo a ese hueón no lo conozco, no sé por qué lo tomaron’, eso yo después lo dije pero nunca me pescaron”, expresó el cura.
También tuvo la oportunidad de conversar con la hermana Lita, el mismo 17 de octubre, cuando la encontró en el Hospital consiente y la religiosa le habría dicho claramente que había sido una sola persona la que la atacó.
“La hermana me contó toda la situación. Que la había atacado un sujeto, que se la quería llevar y cuando ella le dijo que no, la había apuñalado, pero siempre habló de uno solo, y todas las pruebas y la descripción que se hizo de la persona obedecía a la figura de Vivanco. Era tan claro que se estaba enjuiciando, y a la larga, condenando a un inocente, que yo no podía guardar silencio”, dice.
Hervia habla directamente de un montaje por parte de Carabineros. “A Tapia lo pusieron ellos porque tenían la obligación de detener a alguien en 24 horas, ya que estaban en una crisis porque esa misma noche estaban apareciendo las niñitas de Alto Hospicio. Esto fue un montaje de Carabineros. Yo tuve acceso al video en el que se ve a un funcionario manipulándolo, tratando de meterle palabras que él ni siquiera conocía”, precisa Hervia, quien también es partidario de que se pida una revisión a la Corte Suprema, por él y por su familia. “A ellos les quitaron mucho. Me tocó verlo y merecen un compensación”, concluyó.
Fiscalía en 2011
Pese a que en esta oportunidad fue imposible comunicarnos con el fiscal de la época Víctor Hugo Villarroel, quien llevó personalmente y de manera exclusiva el caso. En el 2011, en un anterior reportaje descartó cualquier tipo de acción irregular en la investigación.
“En nuestra visión, quedó claramente definido lo que pasó. Nosotros siempre tuvimos la convicción de que hubo una participación intelectual y material tanto de Armando Tapia como de Carlos Vivanco y aquello es lo que se dictaminó en el fallo”, expresó Villarroel.