Un tímido “hola” sale de su boca cuando nos abre la puerta de su casa, en Punta Mira, Coquimbo. “Adelante, pasen”, nos dice Norman Barraza (52), mientras avanza a paso cansado por el patio que separa la entrada principal con la de su salón
Allí, un montón de herramientas, piezas de vidrios apiladas y repisas con pequeños cuadros y recuerdos, son la antesala del encuentro con Rosa del Carmen Salfate (49) su mujer, quien está adentro esperando. “Denme un minuto, le voy a avisar que llegaron”, advierte el hombre, al tiempo que ingresa al domicilio y luego de una leve charla con su esposa nos hace ingresar.
Rosa está sentada en una cama instalada en pleno living, donde pasa la mayor parte de su tiempo mirando televisión, tocando de vez en cuando el órgano que su hija compró hace un par de días por internet, o haciendo cualquier otra cosa que le permita olvidar por algunos momentos lo que le sucedió, sin miedos ni tormentos, pensando que todo lo que le ha tocado vivir en el último año finalmente pasará.
UNA VIDA QUE SE DERRUMBÓ
“Voy a tratar de contar bien lo que pasó, perdón si me emociono”, comenta Rosa, de entrada, con una voz baja que a ratos tiembla, mientras Norman se aproxima con un vaso de agua que pone al alcance de su esposa en caso de que en algún momento la pena gane la batalla. Ella lo mira, y él le responde abrazando su mano entre sus manos. No la suelta y Rosa parece sentirse lo suficientemente protegida como para comenzar a recordar.
“Iba a ser una operación normal, importante, pero normal y no iba a estar más de un día en el hospital, pero todo salió mal y me destruyeron la vida”, relata la mujer, aferrada a su esposo, quien la mira con atención, al tiempo que ella rememora los peores momentos de su vida.
Todo comenzó en el año 2015 cuando tras realizarse una eco transvaginal le diagnosticaron un Mioma Uterino, el cual por su avanzado estado debía ser operado de manera urgente a través de una histerectomía total abdominal. “Cuando me dijeron esto me asusté un poco, porque en toda operación uno se asusta, y a mí me tenían que extraer el útero, algo complejo. Pero después me explicaron que no era tan grave y que era algo que le pasaba a muchas mujeres. Se suponía que después de la operación, todo volvería a ser como antes. Así que fui confiada”, dice.
Tras algunos contratiempos que retrasaron la intervención, Rosa del Carmen Salfate ingresó al Hospital San Pablo de Coquimbo el 23 de febrero del 2016, y al día siguiente fue operada por el ginecólogo Daniel Velozo, quien poco antes del procedimiento determinó que éste se realizaría vía vaginal y no abdominal como se había planteado en una primera instancia.
Todo normal. La operación se realizó en el tiempo adecuado y la mujer fue trasladada a una sala de recuperación. Ahí comenzaron los problemas. “A mí me intervinieron en la mañana y estuve toda la tarde vomitando, me sentía muy mal, demasiado mal. Me dijeron que era producto de la anestesia, que se me iba a pasar. Pero el efecto de la anestesia ya había pasado, entonces me decían que yo estaba exagerando, que caminara un poco.
Sin embargo, el dolor no se me pasaba y así estuve una tarde y un día completo. Ahí fue, en la segunda noche, que ya no aguanté más. Era tanto, que cuando la enfermera me vio, llamó a un doctor que me llevó a las cuatro de la mañana a hacerme una ecografía para ver qué estaba pasando en mi organismo. Él se impactó cuando me vio, yo lo podía ver en su rostro, y era obvio, se dio cuenta que yo me estaba desangrando por dentro”, relata.
El asunto era demasiado grave, tanto así que por la mañana a primera hora un equipo médico del hospital debió intervenirla de urgencia. Era la única forma de salvarle la vida.
Le hicieron firmar un papel en donde autorizaba la intervención quirúrgica. Ella accedió y cuando el doctor vio lo que había en su estómago, no lo podía creer.
Estaba llena de desechos biológicos producto de que, presuntamente, en el procedimiento en que sólo debían extirpar el mioma, le habían cercenado el colon por completo, según consta en el informe emitido por el médico tratante, con fecha 26 de enero del 2016 donde se consigna que “se observan deposiciones y sangre en la pelvis, en resto de abdomen líquido turbio en ambas correderas y ambos espacios subfrénicos. Se identifica sección completa de recto alto, no se logra evidenciar cabo distal, e impresiona que se encuentra suturado en conjunto con las suturas de la histerectomía”.
EL DOLOR
“Lo único que yo quería era matar al doctor que le había hecho eso”, dice Norman Barraza, sentado al lado de su mujer sin soltarle la mano. Y es que no lo ha hecho en todo este tiempo, desde que en febrero sufrió la presunta negligencia médica.
Estuvo con ella desde el primer momento y recuerda con rabia la mañana en que llegó a buscarla porque supuestamente sería dada de alta, pero le dijeron que se encontraba internada grave. “Lo único que yo quería era matarlo, matarlo”, insiste, y esta vez es Rosa quien parece contenerlo.
“Yo le llevaba sus cosas, para que se cambiara de ropa y traérmela para la casa, pero cuando pregunté me llevaron una sala y me recibió el doctor que la operó por segunda vez y me dijo textualmente ‘con su esposa se mandaron un condoro’. Claro, se refería a que el doctor Velozo le había cortado el colón, pero por suerte él pudo salvarle la vida, de milagro”, cuenta el hombre, evidentemente apenado.
Y es que tampoco puede creer lo que le sucedió a su esposa, sobre todo porque, asegura, antes de la operación era “la mujer más activa del mundo”. Sin embargo, tras ello, y luego de estar 10 días hospitalizada, nada volvió a ser lo mismo.
A Rosa se le realizó un colectomía, por lo cual ahora debe efectuar sus deposiciones a través de una bolsa que lleva en su vientre. Prácticamente no puede salir de su casa y cosas tan cotidianas como subir al segundo piso se han vuelto casi imposibles, por lo mismo le instalaron una cama ahí, en pleno living.
Norman la mira, y no puede evitar llorar. Pero toma el vaso de agua que antes trajo para ella y un sorbo es suficiente para continuar. “El daño fue muy grande, muy grande, porque además del daño físico que le hicieron a ella está el psicológico y todo lo que acarreó esta situación. Yo mismo perdí mi trabajo, porque sufrí un infarto cerebral debido al estrés de verla así. Hoy día vivimos de los pitutos que pueda hacer acá en la casa, en el taller de vidrios, pero a veces salen, otras veces no, es muy incierto”, asegura, mientras su esposa asiente con la cabeza. Sus manos continúan entrelazadas.
ACCIONES LEGALES
No se quedaron tranquilos. Ambos están convencidos que se cometió una negligencia médica, y quieren que el hospital se haga responsable por el daño que le provocaron a Rosa.
En marzo de este año, se intentó llegar a un acuerdo con el Servicio de Salud, pero, según afirma Norman, ellos no le tomaron el peso a la situación. “Nos juntamos en el Consejo de Defensa del Estado, pero yo vi mucha indiferencia, al final no llegamos a nada. Tengo la sensación de que esa vez ellos, representantes del Hospital y del Servicio de Salud, fueron sólo por cumplir a esa reunión y lo que querían era que nosotros nos olvidáramos del tema. Le bajaron el perfil”.
Pero tras ese encuentro, la familia decidió buscar asesoría profesional. Fue así como llegaron al Estudio Jurídico Abogados Asociados junto a quienes y dieron curso a una demanda civil en contra del Hospital San Pablo de Coquimbo y el doctor Daniel Velozo. Así lo explica la abogada Claudia Casanga, hoy representante de Rosa Salfate. “Interpusimos una demanda civil indemnizatoria por la negligencia médica que se produjo con Rosa en el Hospital San Pablo de Coquimbo. Lo que estamos pidiendo es la reparación del daño que se le efectuó a ella, por los daños morales y por lo que ella y también su esposo han dejado de percibir por lo que se les ha ocasionado, porque el marido también tuvo complicaciones a raíz de lo que sucedió”, indicó la abogada.
En relación al monto que se está exigiendo como compensación la profesional precisó que “estamos solicitando, tanto por daño moral, como por daño emergente la suma de 190 millones de pesos”.
Tanto el Servicio de Salud como el médico están en conocimiento de la demanda y en este momento se está a la espera de la contestación de los demandados.
CONDUCTOS REGULARES
Desde el Servicio de Salud, el director regional Ernesto Jorquera, manifestó que están en conocimiento de la demanda y que colaborarán con el proceso judicial. Pero afirmó que todavía es prematuro hablar de negligencia. “En cualquier intervención quirúrgica pueden haber eventos adversos, siempre hay riesgos y esos riesgos a veces se manifiestan y a veces no. En este caso, en particular, el daño ocasionado puede haber sido parte de las probabilidades a propósito de la intervención misma.
En este sentido, si bien las consecuencias son adversas y molestas para la paciente, en el tiempo esto puede ser enfrentado. Por eso, creo que es muy peregrino afirmar que aquí hubo negligencia, este concepto se ocupa en ocasiones muy fundadas, con respecto a un actuar muy desprolijo, y no frente a eventos adversos. Nosotros veremos cómo planteamos la defensa, pero la convicción que tenemos es lo estoy planteando”, indicó Jorquera.
Pese a que la tesis del Servicio, por el momento, es que los daños a la mujer tienen que ver con un evento adverso circunstancial y no con una negligencia, de comprobarse que hubo un accionar desprolijo, quedarían en una situación bastante compleja. Este año ya debieron cancelar más de 500 millones tras la batalla judicial en el caso de los bebés cambiados en el recinto hospitalario porteño ocurrido en septiembre de 1994, y ahora, deberían cancelar la suma de 200 millones.
Pero Jorquera, precisa que de verse en este escenario podrían sobrellevarlo de buena manera. “Lo primero, estos juicios no son de corta duración, piensa tú que en el caso de los bebés cambiados, el proceso comenzó hace 10 años, porque no son temas fáciles de dirimir. Así que de ser así, de tener que cancelar, pasa uno o dos años antes de que uno haga efectivo un pago de esta naturaleza”, concluyó Jorquera, dejando claro que, sea cual sea el resultado del proceso judicial, todavía quedan muchos capítulos por resolverse en esta dramática historia.
PRESUNCIÓN DE INOCENCIA
La demanda de Rosa del Carmen no es sólo en contra del Hospital San Pablo de Coquimbo, también es en contra el médico que llevó a cabo la cirugía quien en la actualidad es funcionario del recinto.
Consultada sobre la situación en la que queda el funcionaria al enfrentar esta querella, la directora del recinto hospitalario porteño, Eugenia Ortiz, fue categórica al afirmar que no harán nada hasta que la justicia dé su veredicto.
“Todavía no hay ninguna resolución judicial, por lo que la acusación de negligencia que se hace en su contra tiene que ser comprobada, nosotros estamos apuntando a que esto fue un evento adverso que desgraciadamente ocurrió durante una intervención.
A LA ESPERA DEL RESULTADO
Consultados, en el colegio médico manifestaron que el doctor acusado por la familia de Rosa Salfate está colegiado, “pero si así fue ese y tuviese alguna acusación formal o sumario por supuesta negligencia, el Colegio Médico espera que se entreguen los resultados los resultados de una eventual investigación –si procede- para fijar los pasos a seguir”.