Durante una semana la cueca se tomó la agenda de las Fiestas Patrias. Y aun cuando el 18 quedó atrás, los fonderos no son los únicos que sacan cuentas alegres. También lo hacen quienes advertían que el cariño por nuestro baile nacional sólo estaba supeditado a los mayores. Sin embargo, este “18” evidenció el interés que también ha despertado en los niños y principalmente en los jóvenes.
Septiembre es, en definitiva y por antonomasia, el mes de la patria. Un verdadero sentimiento afincado en la piel ciudadana y para exteriorizarlo existe toda una suerte de símbolos patrios, que con los años han ido evolucionando a tal punto que muchos de ellos ya ni siquiera se fabrican en el país y así, hasta desde el Lejano Oriente nos llegan banderitas, escarapelas, guirnaldas e incluso trajes de huaso y china que, nos imaginamos, deben instalar una suerte de interrogante en las operarias de ojos rasgados sobre el gusto de quienes lucirán esos atuendos.
Lo cierto es que es septiembre y las ciudades se visten de blanco, azul y rojo, con símbolos que cada uno luce en procura de manifestar su alegría por el cumpleaños de Chile. Por todas partes surgen arrestos patrióticos y cual más, cual menos, todos procuran canalizar sus impulsos ciudadanos embanderando las casas, vistiéndose para la ocasión y planificando el viaje a la pampilla más cercana, donde comerse el asado de rigor con un vaso de vino o, si el estado gástrico lo permite, una jarra de chicha e incluso una folclórica piscola.
¡Qué diablos! Es Dieciocho y hay que celebrarlo.
Por todas partes renacen los juegos populares y las tradiciones se hacen un espacio para hacer diferentes los días de septiembre. Porque si el Dieciocho es fiesta, su música se escribe en el aire, con guitarras y panderos, acordeón, arpa y aun piano. Es la cueca. Y aunque no todos la bailan, todos la conocen y todos quisieran aprenderla.
Por años se han escuchado voces respecto de las dificultades que representa su elaborada coreografía, que ha desanimado por siempre a quienes quieran integrarse a sus cultores, alegando lo difícil que resulta. Y esa opinión alejó por años al común de la gente, que se limitaba a unirse al corro algo envidioso de quienes veían el zapateo de los que sí la bailaban, mal o bien.
Pero ahora hay buenas noticias respecto de nuestro baile nacional. Desde hace al menos una década, primero tímidamente y hoy día de modo entusiasta, la cueca se ha vestido de colores nuevos. Y cuando saltan al aire sus primeros acordes ya no son sólo las personas mayores quienes zapatean sus tonos picarescos, algo que también ha cambiado.
Son los jóvenes. Y los niños, que se han apoderado del baile nacional y le han infundido su desenfado y su belleza para darle nuevos veneros, para vivificar un símbolo que parecía patrimonio sólo de los mayores.
Pero no ha sido un parto fácil.
Desvirtuendo el concepto
Los puristas alegan que se ha desvirtuado el concepto de la cueca y de sus símbolos. Por ejemplo, aunque el traje de huaso conserva sus atributos más tradicionales, los cambios más notorios están en el traje de estas “chinas” jóvenes que visten a la cueca de modernidad. Ya los vestidos no son de trajes floreados, puramente. Ahora las cuequeras quieren combinaciones de colores audaces donde no faltan los tonos planos, sin más adornos que blondas, canesús de broderie y aun aplicaciones de grandes flores. No falta el negro como color principal, con grandes escotes y la espalda al desnudo. Con zapatos de taco más fino, que las estilizan y realzan su belleza natural. Hay más preocupación por la figura.
Y mientras los detractores anteponen los conceptos tradicionales, los jóvenes retrucan que no se saca nada con tener cuecas antiguas si hay pocos que las quieran bailar, e insisten en que la cueca, por muy símbolo patrio que sea, debe ser viva, bullente, no una pieza de museo.
Esos cambios se hacen significativos en la letra de las canciones. Hasta hace unos años el leit motiv eran el vino, la chicha, las empanadas y aun tradiciones laborales del campo como la trilla, el rodeo, la cosecha y la vendimia, que hoy perviven casi como atractivo turístico, pero que también han cedido ante la operación moderna de la ruralidad, con maquinaria eficiente y otros estándares.
En esta nueva era de la cueca, sus canciones hablan del amor, de todos, del amor que llega, del amor ido, de ese beso, “El cielo ya no te llora, he logrado olvidarte, última ves que permito a mi mente recordarte”, “Las flores de mi alma son melodías, puedo seguir sin verte”. O “En mi voz hoy se delata lo mucho lo mucho que te he querido, no me mires a los ojos”; “Los ojos de mi amado me tranquilizan, puedo soñar despierta cuando me mira”, letras que no podrían extrañar en alguna balada romántica, pero que hoy prestan sus contenidos a la patriótica cueca.
Voces juveniles
Javiera Rivera tiene 15 años. Estudia en segundo medio en el Colegio Andrés Bello y es doble campeona nacional juvenil de cueca e intercambio cultural ganado en Punta Arenas. A ello agrega otros cuantos campeonatos. Destaca que la cueca antigua “es como algo cultural. Habla de las tradiciones o cosas que pasaron, pero hoy en día son románticas. Predomina el amor, me gustan más que las tradicionales, son como para escuchar, para acompañarme cuando me siento sola”.
Respecto de estos nuevos aires de la cueca sostiene que los jóvenes la están redescubriendo más allá de competir y bailar, “ser el mejor dentro de lo que se viva cuando uno logra llegar a un campeonato nacional te sirve mucho para olvidar la rutina diaria, el colegio. Hubo una época en que los niños pensaban más en otras cosas”.
Paulina Alfaro está a punto de cumplir 15 años. Es campeona regional de la categoría Jóvenes del Cobre y va por un nacional a Calama en esa categoría. El año pasado fue campeona regional de cueca escolar de educación básica en Río Hurtado. “Me gusta mucho la cueca, cuando bailo me desahogo, pero también me gustan otras músicas, como la de One Direction. Me dejo llevar por ella cuando bailo”, afirma, ensoñadora.
Más jovencita, Kalén Guzmán tiene 13 años y cursa el séptimo año en el Colegio Elena Bettini. Pese a su edad no es ninguna aficionada. Es campeona regional de cueca junior regional y también lo es en la categoría infantil. Tiene las cosas claras. “Me gusta la cueca, expresa lo que siento a través de lo que bailo”. “La cueca ha cambiado en la forma de bailarla. Los jóvenes se han vuelto a interesar en ella, tal vez como distracción. La música se ha renovado, hoy habla más del amor, me gusta, me acompaña, llevo harto tiempo, es como parte de mi vida desde los seis años”.
Pese a que estudia cuarto medio en un colegio eminentemente técnico como es el Salesianos, Diego Godoy (17), es bailarín en la Agrupación Sauzal. “La cueca es algo que de chiquitito me ha llamado la atención. He ido avanzando. Me abre muchas puertas, una persona que baile cueca desarrolla habilidades para otros tipos de baile”.
Su pensamiento apunta a que efectivamente hay una renovación de la cueca, que va más allá de las puramente innovaciones en el baile. “Hay una fusión con la música popular, ya no se usa solamente el tormento, el acordeón, se han adaptado a ella otros instrumentos como la guitarra eléctrica, el bajo, la batería”. El cambio más notorio lo percibe en las letras, que se han enfocado “a un tema más romántico, con otras líneas melódicas”.
“Un mal necesario”
Sólo en Las Compañías existen trece agrupaciones de cueca además de grupos con otras vertientes folclóricas. En Coquimbo se confiesan quince. La Serena registra al menos seis oficiales, con reconocimiento legal.
Bárbara Vera tiene 47 años y es presidenta del grupo Espuelas de Plata, el tronco mentor de los demás agrupaciones, afirma. Ella dice que todas las agrupaciones lo que más tienen son niños y jóvenes, “detrás de ellos está la familia, todos llegan cuando los niños bailan”.
Trasy Troncoso, 26 años, es vicecampeona nacional de cueca adulta. Su palabra es precisa. “Hay una renovación de la cueca que viene desde el 2001. Antes eran más los adultos los que la bailaban aunque heredaron a sus hijos el gusto. La innovación apunta a que las niñas se vean bonitas, lo que las alienta”. Piensa que “por un lado, la tradición se pierde, en cierto sentido porque el vestido de china no era así. Pero es un mal necesario, gracias a esos detalles, la cueca se hizo notar hoy día”.
“Hay dos puntos de vista sobre el tema, las personas tradicionales que piensan en las raíces folclóricas, que encuentran esa parte mal, y en el otro lado, los campeonatos, que se guían por sus reglas, lo que es bueno porque ha traído sangre nueva a la cueca. Gracias a eso la juventud está metida a full en nuestra danza”.
Son las voces jóvenes, desenfadadas y gustosas de un baile que aparecía enrollado en las tradiciones, pero que ahora está rompiendo ese capullo para engalanarse de juventud y belleza. Es la nueva cueca, viva, para alegrar septiembre y por qué no, todo el año.
La visión desde dentro del baile
••• Arnoldo Aliaga Elgueta tiene 29 años y como director artístico de la Agrupación Folclórica Sauzal y formador de otro grupo en Inacap, tiene la visión desde dentro. Sostiene que en los últimos tiempos y producto de los campeonatos efectivamente ha habido un interés de la juventud por bailar cueca, pero de campeonato. Dentro de los campeonatos que hay en Chile existen torneos que rescatan la cueca tradicional, pero también hay otros que promueven la libre expresión y la innovación, con versiones más vistosas que lo que era lo tradicional. Aun así y a pesar del aumento de jóvenes, no es relevante todavía el porcentaje, aún es muy bajo porque creo que ahí falta reforzar en los colegios y en las familias la práctica del baile”.
Insiste en que son muy pocos los colegios que tienen academias de folclore “y básicamente los colegios se dedican a cumplir con lo que establecen las normativas del Ministerio de Educación respecto a que en una de sus asignaturas se practique la cueca en el segundo ciclo de enseñanza básica y eso es todo. Con eso la ‘responsabilidad’ ha recaído en las agrupaciones folclóricas. Ayuda en eso también la aparición de la cueca urbana, que ha motivado a los jóvenes a escuchar cueca, ya que sus letras tocan temas que les interesan a los jóvenes, como el primer amor, el desamor”.
“Hay una renovación significativa en la música, con ritmos mucho más al oído de los jóvenes. Existen en este momento líneas de cuecas que sigue la juventud, una son las cuecas urbanas, como Los Matuteros, que son de la zona. La otra son las cuecas huasas campesinas, pero cuyas letras son mucho más cercanas a las vivencias de la gente y también eso ha causado cierto interés en la juventud”.
Aliaga manifiesta que “a bailar salen los jóvenes y los niños, lo que indica que hay una renovación, aunque siempre manteniendo la esencia y la raíz del baile, ello porque aunque la cueca es libre de expresión, la que se practica es la cueca huasa, centrina, que tiene una estructura coreográfica rígida, así que tampoco pueden hacerse grandes cambios al respecto, pero sí en la interpretación y en los zapateos y los escobillados, que a la juventud le llaman mucho la atención”, concluye.
La voz de los mayores
••• Boris Olivares Vicencio, 61 años, viene de las salitreras, e Isabel Muñoz Pizarro, porteña, 53 años, están en el bando de los mayores. Toda una vida ligada a la cueca.
Boris, quien afirma que “hemos sido jurados de campeonatos muchas veces, somos campeones regionales, hemos paseado la cueca desde Arica a Temuco”, sostiene que “que hay renovación, hay más interés de la juventud, antes los ‘ricachones’ calificaban a la cueca como chabacana, pero hoy los niños y la juventud han invadido la cueca, han hecho de ella un deleite para la gente, que ve bailar a los niños con el espíritu chileno, bien vestidos, diría que es una innovación de la cueca, hay cambios evidentes en las letras de las cuecas”.
El concepto es reafirmado por Isabel, quien dice que “ahora las cuecas hablan de amor, de la pasión de un hombre por una mujer. Si bien es un baile coreográfico, también es un baile de conquista. Si ha evolucionado es consecuencia de los campeonatos. Hay muchos detractores dicen que los campeonatos matan la cueca, pero sin ellos los niños no bailarían. Porque el incentivo de ganar un premio, de viajar a otras partes, de conocer gentes, de enriquecerse como persona, es lo que incentiva para que los niños compitan y se mejore la cueca. Para que aprendan un buen estilo y una buena cueca, una coreografía limpia, con una cuadratura musical diferente”.
Opina la modista
••• Ana María Maturana es modista de la nueva cueca. “Hacer vestidos es lo que más me gusta. Ciertamente ha habido una renovación, hoy ha cambiado mucho, porque la china de antes era más sencilla, era la típica chinita de campo. Pero hoy la moda de la cueca ha evolucionado mucho, incluso los vestidos del juvenil ya no parecen trajes de china, mucho escote, incluso en la espalda. Hoy día todas quieren tener el traje más bonito. Ni siquiera las niñas del campo quieren usar los vestidos de las tiendas. En algunas competencias insisten en los trajes tradicionales, pero las niñas del campo dicen que se ven ridículas ante las despampanantes cuequeras de la ciudad
Contrabandistas cuequeros
••• Los Matuteros son uno de los conjuntos cuyas cuecas urbanas se han afincado profundamente entre los jóvenes, por sus letras, por su música disruptora, de la mano de otros instrumentos. Son de la región y específicamente de Las Compañías, en La Serena, un sector que por mucho tiempo ha arrastrado estigmatizaciones negativas sumas. Patricio Andrade, profesor de música, vocalista y guitarrista de Los Matuteros, señala respecto de estos nuevos aires en la cueca, “que hace mucho tiempo que viene evolucionando dentro de los jóvenes, hay alguna influencia de grupos como Los Tres, otros capitalinos. Pero también hay un tema ligado a los campeonatos del mismo rango etario. Antes eran más los adultos quienes bailaban la cueca”.
Para Álvaro Rivera, bajista y director de Los Matuteros, “el estilo de cueca ha variado dentro de los mismos compases, antes eran más los grupos tradicionales, cuando más a dos voces, con melodías de tres o cuatro notas, pero nosotros en eso también hemos evolucionado. En nuestro último trabajo se nota en las armonías, en la música, las voces”.
Álvaro afirma que hoy “las letras van ligadas al estilo de las cuecas, nuestro estilo es mas urbano ya sea de amor o desamor”, lo que reafirma Patricio, “las cuecas son más románticas, pero también hacemos la otra, más de juego, más de pillería, más de puerto”.