Son muchas las bandas que han tocado el cielo, pero pocas llevan tanto tiempo instaladas en el olimpo del rock pesado como Metallica, que este sábado revalidó en la edición chilena del Lollapalooza su estatus como "dios del metal".
El cuarteto formado por James Hetfield, Lars Ulrich, Kirk Hammet y Robert Trujillo regresó a Chile para poner fin a la primera jornada del Lollapalooza que congregó a 80.000 espectadores y en la que también destacaron estrellas de la escena del indie pop y el rock, como The xx, Cage the Elephant y The 1975.
Apenas veinticuatro horas después del show en Buenos Aires y a una semana de su actuación en São Paulo, la banda originaria de Los Ángeles se presentó en el mayor de los escenario del parque O'Higgins con un concierto de dos horas que mezcló temas de su nuevo álbum con los clásicos que la catapultaron a la fama en los 80.
Después de 15 minutos de retraso y un breve fragmento del western "El bueno, el malo y el feo", Metallica se presentó ante el público chileno con el nuevo sencillo "Hardwired", que retoma el estilo tras metal rápido y pesado que tantos éxitos le brindó en sus inicios.
"Atlas, Rise!", "For whom the bell tolls" y "Fuel" desataron el cabeceo simultáneo de un ejército de peregrinos del heavy metal, ataviados con camisetas y chalecos que rezaban el nombre de la banda.
Ellos conformaban una oscura marea que este sábado sustituyó a los típicos pantalones cortos y coronas florales que desde hace unos años se apoderaban del festival.
"¿Todos bien? ¡Yo también! ¡Metallica feels good!" gritó el incombustible Hetfiel quien saludó así a la "familia Metallica chilena" que no veía desde 2014, cuando visitó el país por última vez.
A lo largo de sus 35 años de carrera, 110 millones de discos vendidos y nueve premios Grammy bajo el brazo, la formación ha logrado hacerse con el trono del heavy metal y convertir el género en mainstream.
Hoy, una ingente cantidad de sus feligreses chilenos apuntaron los objetivos de sus teléfonos hacia cielo para registrar el espectáculo de rayos láser que seccionó el oscuro horizonte y agudizó el embrujo general tanto en los grandes clásicos como "Nothing else matters" o "Fade to black", como en el trepidante "Moth into flame".
Pero la verdadera eclosión eufórica se la llevó "Master of puppets", la canción que la banda ha tocado más veces en vivo (1519) y que los fans corearon a pleno pulmón.
Con la quinta actuación en el país austral, los dioses del heavy metal demostraron que, lejos de programar su autodestrucción -tal y como indica el título de su nuevo álbum- Metallica parece haber renacido y suenan mejor que nunca.
De las densas tinieblas musicales de Metallica hasta la atmósferas más oníricas de The xx. A media tarde, el grupo londinense deleitó a los asistentes con un impecable sonido y una puesta en escena minimalista.
El trío inglés formado por Jamie Smith, Romy Madley y Oliver Sim se hizo famoso por sus melodías cautivadoras que tienden a conjurar universos paralelos con notas de indie rock, beats electrónicos y letras estilo pop.
La banda que creció susurrando canciones que después grababa en su casa saltó hoy al escenario con "Islands" y "Crystalised", dos de sus hits más conocidos.
Envuelto en una vaporosa bruma como de película de ciencia ficción, el grupo que ya tiene una década a sus espaldas entrelazó temas de su nuevo álbum "I see you" con algunos de sus clásicos que hoy sonaron mucho más maduros y electrónicos.
A primera hora de la tarde, la energía del rock alternativo de los norteamericanos Cage The Elephant y el pop hecho elegancia que enarbolan los británicos The 1975 dieron el pistoletazo de salida del festival que este año atrajo a un público más adulto que de costumbre.
Los adolescentes que acudieron a la cita se aglomeraron mayoritariamente en el espacio Movistar Arena, donde hoy tocaron estrellas de la electrónica como Tchami, Marshmello o Diplo.
La séptima edición chilena del festival continuará este domingo con el indie rock de los neoyorquinos The Strokes y los londinenses Two Door Cinema Club.