Por estos días, en el Museo Arqueológico de La Serena (MALS) se está presentando una nueva exposición de piezas de cerámica elaboradas por la cultura molle, sin embargo, no se trata sólo de una muestra para observar, sino que busca indagar en los procesos que hay detrás de esas confecciones y por qué esas técnicas no fueron emuladas por las culturas posteriores.
“Rescate de técnicas constructivas de la cerámica molle al interior del Museo Arqueológico de La Serena” es el nombre del proyecto desarrollado por Javier Gómez, conservador restaurador del museo, quien fue apoyado por Isidora Pérez, licenciada en Arqueología, y la profesora e investigadora Nancy Iriarte.
“Siempre me llamó la atención la cultura molle porque tenía ciertas singularidades tecnológicas que las culturas posteriores no tienen, como son los ánimas y los diaguitas. La gente suele identificar a esta zona con los diaguitas, pero hay una cultura que es más vieja y que son los primeros ceramistas de la zona, como son los molle”, manifestó Javier Gómez, explicando el porqué decidió emprender este proyecto que fue financiado por el Fondart Regional 2013 y el cual tuvo como objeto de estudio la colección de piezas que posee el recinto museográfico.
La singularidad de este trabajo radica en que las confecciones mollenses fueron analizadas a través de exploración no invasiva con escáner 3D, difracción de rayos X, datación radiométrica con Rayos X, más conocidas como radiografías.
“Estuve escaneando piezas de la cerámica molle del museo en la Clínica Elqui. Ahí pudimos resolver varias cosas que no se podrían descubrir de otra forma” dijo Gómez, agregando que “pudimos ver cómo hacían los ensambles, por ejemplo”.
EL LEGADO MOLLE. Uno de los aspectos que más resalta el restaurador Javier Gómez es que los molle fueron los primeros ceramistas del Norte Árido y que el acabado de sus piezas era bastante prolijo.
Entre las confecciones más comunes de esta cultura destacan jarros, ollas y vasos altos. Sin embargo, las más características son las vasijas asimétricas, las que destacan por ser piezas cerradas y que suelen ser comparadas con el jarro pato de los diaguitas.
“Mientras los molle utilizaban la técnica de rodetes para hacer las vasijas, los diaguitas terminaban uniendo cuatro piezas distintas para confeccionar un modelo similar a la cultura predecesora”, indicó Javier.
A pesar de que el proyecto contemplaba sólo el estudio de piezas molle, el conservador restaurador del MALS también tuvo la oportunidad de analizar piezas diaguitas y compararlas con las mollenses.
“Hay una especie de ‘bajón tecnológico’ aunque se suele pensar que la tecnología va avanzando, sin embargo, los molle tenían un nivel que fue decreciendo con el tiempo”, explicó Javier, indicando que “los molle hacían piezas cerradas, en cambio los ánimas, que fueron la cultura que venía después, sólo hacía piezas abiertas. Con el tiempo, los diaguitas retoman las piezas cerradas, pero no las hacían de la misma forma”.
Con el fin de dilucidar si las técnicas de elaboración variaban según los asentamientos que había tenido esta cultura, este proyecto también incluyó un análisis de las materias primas de las cerámicas provenientes de Río Hurtado, específicamente en el cementerio de La Turquía; del sector El Infiernillo en Andacollo; y del Valle del Encanto; a través del trabajo de Sernageomin.
“Lo que nos sorprendió a todos fue que, a pesar de la distancia que hay entre un asentamiento y otro, los fragmentos de cerámica estudiados tenían la misma matriz. Ellos usaban la misma cantidad de caolín, que es el antiplástico que permite que la greda no se desarme”, destacó Gómez.
DIFERENCIAS ENTRE LAS CERÁMICAS. A través de las radiografías tomadas a las piezas de cerámica se pudieron descubrir más diferencias entre las diaguitas y las molle, que van más allá de la apariencia física.
“Se pueden ver las imperfecciones de la cerámica. Las piezas molles son tan uniformes que no se puede ver ni una piedrecilla, ni un volumen un poco más grande que el resto del cuerpo, en cambio la diaguita está llena de imperfecciones”, recalcó el encargado del proyecto.
Gómez también señaló que “los molle utilizaban una greda muy pura, los diaguitas eran más toscos, básicamente hacían cerámica de baja calidad, quemada en bajas temperaturas y que se quiebran más rápido, pero, estéticamente, eran más llamativas por los colores”.
UNA INVESTIGACIÓN QUE NO TERMINA. La exposición “Rescate de técnicas constructivas de la cerámica molle al interior del Museo Arqueológico de La Serena” estará abierta al público, de forma gratuita, durante todo el mes de marzo y, a pesar de ser un trabajo muy completo, su creador destacó sus intenciones de seguir con la investigación y poder dilucidar los orígenes de estas técnicas ceramistas.