Los amigos, familiares y clientes de Manuel Díaz Araya, reconocido artesano del sector de La Recova, no olvidan el legado de quien por más de 50 años se dedicó a trabajar en la totora. Un alumno de periodismo de la Universidad de La Serena, Pablo Gamboa, fue el último en entrevistarle y conocer a este hombre que falleció el pasado lunes 5 de junio.
Díaz, que vivió gran parte de su vida en calle Almagro y que además por largo tiempo trabajó en su tradicional puesto en La Recova, dejó una huella entre quienes lo conocieron. El cáncer de páncreas que lo aquejó en sus últimos tiempos no fue impedimento para dejar un recuerdo indeleble.
Es por esto que hemos querido dar a conocer esta entrevista póstuma del recordado artesano:
Manuel Enrique Díaz Araya es uno de los pocos artesanos vivos que se especializa en manualidades de totora, una planta tradicional que crece a lo largo de los ríos y pantanos de nuestro país.
El “Tortolero” o “Manuelito”como todos sus cercanos lo apodan nació en 1928 y es oriundo de Quillota. Don Manuel nunca se casó ni tuvo hijos, por lo que vive solo y sus familiares más cercanos viven en Quinteros. “Aunque estemos lejos nos mantenemos en contacto cada dos semanas’’ Ha recorrido distintos lugares del país como Llay- Llay, Quinteros, Valparaíso y Viña del Mar, realizando distintos trabajos.
Don Manuel es sin duda un viajero que se enamoró de las bondades de nuestra región. Llegó a La Serena a mediados de los 50, gracias a un ciudadano que lo invitó a vivir una temporada con él. Maravillado por las condiciones de vida y la oferta laboral se instaló en la capital regional y comenzó a trabajar en distintas áreas como construcción y agricultura.
Pero no fue sino hasta el año 1976 cuando comenzó a realizar sus primeras figuras en totora por cuenta propia, “aprendí casi solo a confeccionar figuras pero nunca pensé trabajar en esto’’ y afirma ‘‘ que es un don que Dios me dio y que tengo que usarlo.”
A pesar de no tener una educación siempre tuvo el coraje para salir adelante. ‘‘Nunca aprendí a leer ni a escribir, pero eso no me detuvo al momento de trabajar y viajar’’, comenta tranquilo mientras corta minuciosamente trozos de su material para confeccionar distintas figuras.
Como a todos, los años nos pasan la cuenta y Don Manuel tiene problemas al caminar pero aun así se levanta a las 7 de la mañana para ir rumbo a su trabajo con la esperanza de poder vender algo a una sociedad que hoy en día no valora a los artesanos. Actualmente todos los días son iguales, pero aunque le vaya mal trabaja porque piensa que en algún momento las cosas mejorarán.