Recorrer Tailandia es sumergirse en un mar de colores, un lugar donde el arte se mezcla con la espiritualidad, la naturaleza cautiva y la sonrisa es casi obligatoria.

Ubicada en el sudeste asiático, Tailandia limita al norte y al oeste con Myanmar (la antigua Birmania), al este con Laos, al sudeste con Camboya y con el Golfo de Tailandia, al sur con Malasia y al sudoeste con el mar de Andamán.

El relax de las playas, la exuberante naturaleza de las montañas, el recogimiento de los templos budistas, el bullicio de los mercados y la fascinante historia preservada en los parques arqueológicos hacen de Tailandia un destino muy completo con itinerarios y actividades para todos los gustos.

“Si vamos con pocos días, digamos unos 10 o 12, yo haría: Bangkok, Ayutthaya, Chiang Mai y alguna playa. En caso de tener más tiempo, valoraría añadir Kanchanaburi, el Parque Nacional de Erawan, Sukhothai, Chiang Rai, el Parque Nacional de Doi Inthanon y el Parque Nacional de Khao Sok.”, recomienda Pol Comaposada, director y fundador de Mundo Nómada Travel.

Bangkok, la capital de Tailandia, es una ciudad inmensa y cosmopolita, parada imprescindible para cualquier viajero que visite el país por primera vez. En sus calles conviven modernos rascacielos y grandes centros comerciales con pequeños establecimientos y puestos de comida instalados en plena calle.

 

EL BUDA DE ORO

Pero, sin duda, los principales atractivos turísticos de Bangkok son sus templos budistas y el imponente Gran Palacio. Uno de los templos más visitados de la ciudad es el Wat Traimit (Templo del Buda de Oro), que alberga una estatua de Buda hecha de oro macizo, que mide 3 metros de altura y pesa 5,5 toneladas.

La historia del Buda de Oro es singular, pues durante años pasó desapercibida bajo una capa de estuco. Se cree que los monjes que la custodiaban la recubrieron con este material para ocultarla durante el asedio de los birmanos. 

No fue hasta los años cincuenta del pasado siglo cuando, durante un traslado, un cable de la grúa que la transportaba se rompió y la estatua cayó al suelo. Esto se interpretó como un terrible augurio y fue abandonada allí. Pero con la lluvia, el estuco se resquebrajó y dejó ver el interior dorado de esta imponente imagen de Buda.

Otro de los templos representativos de Bangkok es el Wat Pho, el Templo de Buda Reclinado. En el interior de este templo se puede contemplar una colosal estatua de Buda recubierta de pan de oro, tan grande (46 metros de longitud y 15 de altura) que parece llenar por completo la estancia en la que se encuentra.

Además, en el complejo del Wat Pho se alzan cuatro chedis (inmensas construcciones en forma de campana) que representan a los cuatro primeros reyes de la dinastía Chakri. También merece la pena recorrer con calma las dos galerías repletas de estatuas de Buda. 

A su vez, el Wat Pho destaca por haber sido la primera universidad del país, donde todavía hay una escuela de medicina tradicional tailandesa y dos pabellones de masaje.

No lejos de allí se halla el complejo del Wat Phra Kaew y del Gran Palacio, visita imprescindible para cualquier viajero que llegue a Bangkok. El Wat Phra Kaew está rodeado por una pasarela cuyas paredes están decoradas con murales que narran la epopeya del Ramayana, una de las obras clave de la literatura hindú. 

Pero el edificio más importante de este complejo es el santuario que alberga al famoso Buda Esmeralda, una pequeña estatua de Buda de color verde hecha de piedra de jade y muy venerada por los tailandeses.

Una de las salidas del Wat Prhra Kaew conduce al recinto del Gran Palacio, antiguo hogar de los reyes tailandeses, aunque en la actualidad ha dejado de ser residencia real y los monarcas sólo lo emplean para ceremonias y ocasiones destacadas. El complejo está formado por varios edificios. El más grande es el Chakri Mahaprasat, cuya fachada combina elementos de la arquitectura europea y de la tradición tailandesa.

Otra de las actividades casi obligatorias para cualquiera que pase unos días en Bangkok es visitar alguno de sus mercados, una costumbre muy arraigada en todo el país. Pol Comaposada comenta, a modo de broma, que cuando se juntan tres tailandeses uno monta un tenderete de comida, otro de ropa y el tercero, un puesto de masajes.

“Cualquier pueblo o ciudad de Tailandia tiene mercados. Mis favoritos son el Sunday Market de Chiang Mai, que es enorme, y el mercado de fines de semana de Bangkok, el famoso Jatujak, con más de diez mil puestos en los que venden de todo”, expresa.

Otro mercado cuya visita merece la pena es el de Mae Klong, un pueblo situado a aproximadamente una hora de Bangkok por carretera. 

Se trata de un mercado que, además de ocupar el edificio habilitado para este fin, se extiende a lo largo de la vía férrea. El tren pasa por allí varias veces al día obligando a los vendedores a retirar a toda prisa toldos y mercancías y a los transeúntes a dejar la vía libre. Una vez que el tren ha pasado, a escasos centímetros de los puestos, la vida en el mercado sigue su curso con normalidad.

El mercado flotante de Damner Saduak, en la provincia de Ratchaburi, también se cuenta entre los más pintorescos y coloridos. Alrededor del canal hay una gran cantidad de puestos donde se puede encontrar una amplia variedad de productos como comida, especias, ropa, muebles, souvenirs, etc. 

En el propio canal hay barcas tradicionales en las que se cocinan y venden alimentos y se comercia con distintos productos. El de Damner Saduak es un mercado muy turístico, por lo que suele estar bastante concurrido.

 

EL PUENTE SOBRE EL RÍO KWAI

Si se dispone de suficientes días para recorrer Tailandia, se puede visitar Kanchanaburi, una ciudad que alberga un gran cementerio con las tumbas de cientos de prisioneros del bando aliado que fallecieron en la construcción del, tristemente célebre, ferrocarril de la muerte durante la Segunda Guerra Mundial.

En las inmediaciones de esta ciudad se halla el puente sobre el río Kwai, levantado por los prisioneros aliados que cayeron en manos de las tropas japonesas y que se hizo famoso en todo el mundo a través de la película dirigida por David Lean y protagonizada por Alec Guinness. El puente actual está reconstruido, pues el original fue bombardeado.

En esta zona también se puede visitar el museo JEATH, un pequeñísimo museo que muestra cómo eran las condiciones de vida de los prisioneros que trabajaron en la construcción del ferrocarril. 

No muy lejos del museo se halla el paso del fuego del infierno, un pasillo excavado en la roca que los prisioneros tuvieron que construir con escasísimos medios materiales para que la vía férrea pasase a través de él. 

Las tropas japonesas les obligaban a trabajar incluso por la noche, alumbrados por antorchas. De ahí procede el nombre de este lugar. Aquí se pueden ver las fotografías y objetos que se depositan a modo de recordatorio y homenaje a los muchos prisioneros obligados a trabajar hasta la muerte en la construcción de la vía férrea.

Desde Kanchanaburi se puede viajar hasta Ayutthaya, que fue capital de Siam desde 1350 hasta 1767 y un destacado centro de comercio internacional en aquella época. 

Desde la ciudad de Ayutthaya se dirigía un vasto imperio y sus numerosos templos y majestuosos palacios eran muestra de su grandeza. Sin embargo, en el siglo XVIII, los birmanos saquearon e incendiaron la ciudad y el lugar fue abandonado. Hoy, los restos de aquella gran capital forman el parque histórico de Ayutthaya, uno de los lugares más sobrecogedores de toda Tailandia.

A poco más de 70 kilómetros desde Ayutthaya, se alza la ciudad de Lopburi. Su principal atractivo es el Phra Prang Sam Yot, un antiguo templo hinduista que cientos de monos han convertido en su hogar. Al visitarlo es mejor no llevar encima comida ni nada que pueda parecerlo a ojos de los monos, pues es más que probable que desaparezca en manos de estos intrépidos animales.

Mucho más al norte se halla Sukhothai, considerada la primera capital de Siam. El de Sukhothai fue un reino próspero que duró dos siglos, hasta que fue absorbido por Ayutthaya en el año 1438. 

Sukhothai tuvo nueve reyes, el más recordado es Ramkhamhaeng, a quien se atribuye la creación del alfabeto tailandés. Su estatua puede contemplarse en el parque histórico de Sukhothai, un fascinante yacimiento en el que destacan varios chedis o pagodas coronadas con una forma de flor de loto y las monumentales estatuas de Buda que han sobrevivido al paso de los siglos.

Otro lugar interesante es Chiang Mai, una ciudad de tamaño medio ubicada en las montañas del norte del país. Una muralla y un foso rodean la parte antigua, en la que se levantan distintos templos.

 Mención aparte merece el Wat Phra That Doi Suthep, un impresionante templo budista situado en la montaña. Cuenta la leyenda que un elefante blanco que transportaba una reliquia de Buda vagó por la montaña hasta llegar a un punto sobre el que se paró y cayó muerto. Ese fue el lugar escogido para erigir el templo.

Una de las excursiones más típicas desde Chiang Mai es la visita a alguno de los campamentos de elefantes de la zona, donde se puede montar a lomos de un paquidermo, bañar y alimentar a estos imponentes animales.

La mayor parte de los viajeros, terminan su recorrido por Tailandia descansando en alguna de sus playas. En este sentido, Pol Comaposada explica que la mejor opción en cuanto a playas depende de la época. 

“Si el viaje fuese de julio a septiembre, sería mejor ir al Golfo de Tailandia: Koh Samui, Koh Phangan o Koh Tao.  Si el viaje fuese de noviembre a abril, entonces me decantaría por la zona del Mar de Andamán. Krabi (la playa de Ao Nang o la Bahía de Railay) es un lugar que ofrece mucho juego, ya que desde allí se pueden hacer muchas excursiones. 

Para otros meses, el clima es algo inestable en todo el sur así que se podría escoger cualquier isla, teniendo en cuenta que no siempre hará sol pero tampoco estará siempre lloviendo”, comenta.

2Tailandia se puede visitar durante todo el año, pues cada época tiene sus ventajas e inconvenientes. La mejor época es de noviembre a febrero, especialmente entre finales de diciembre y principios de enero. La desventaja es que hay más gente y todo es más caro, principalmente los hoteles”, indica el experto.

Los tailandeses suelen decir que en su país sólo hay tres estaciones: “calor, mucho calor y muchísimo calor”. Pero las altas temperaturas no impiden disfrutar de todo lo que Tailandia puede ofrecer.

 

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