Nuestra tierra tiene el privilegio y además la responsabilidad de preservar el legado de Gabriela Mistral. Ese tesoro que dejó y que se manifiesta, no solo en su espléndida poesía, sino que también en la mujer, en la voz adelantada a una época. Una intelectual autodidacta que consiguió lo que, en ese entonces, parecía imposible, adjudicarse el premio Nobel de Literatura en 1945.
Pero el pago de Chile y sobre todo la diferencia de género imperante derivó en que, curiosamente, obtuviera el máximo galardón de las letras chilenas recién en 1951. Una de las tantas injusticias que todas las escritoras a lo largo de la historia de las letras han experimentado.
Mistral en la Feria del Libro
Durante la actual versión de la Feria del Libro de La Serena se ha hablado profusamente sobre el legado y la obra de Gabriela Mistral. Y es que es tan gruesa e imprescindible que es muy difícil abarcarla en su completa dimensión. Sin embargo, durante el evento literario serenense ya ha habido exposiciones y diálogos en torno a la poeta. Fue así como la editora y escritora Claudia Reyes García expuso sobre su discurso público, un tema un poco desconocido pero que es vital en la biografía de la Mistral.
Por otra parte, Katherine Muñoz Arqueros, profesora de estado en castellano y filosofía, licenciada en educación y estudiosa de la Nobel, expuso sobre un estudio incipiente que transita en "El Acto de Caminar en Gabriela Mistral", nombre de su exposición, que indaga a partir de la propia palabra de la intelectual desde su poesía, prosa y cuadernos autobiográficos, en las que plantea un particular sentido respecto del caminar.
En relación a ello, en su expansión territorial desde su patria de la infancia hacia otras latitudes, el caminar tiene relación con su compromiso con propósitos humanos y naturales colectivos como una construcción de comunidad y humanidad, el desarrollo de su propia ética de la tierra. Desde esa mirada nace en ella una valoración a la agricultura, al trabajo humilde y supremo de campesinos, lo que redunda en sus posiciones políticas férreas en la defensa de la reforma agraria, derecho a la tierra, los pueblos indígenas entre otras, con una concepción ecológica casi prístina respecto del hábitat natural y sus idearios pacifistas.
Asimismo, se dialogó en relación a la exploración de sus propios procesos creativos escriturales, desde donde cultiva su obra en sus tránsitos geográficos, sensibles que le permiten un deslumbramiento ante lo natural, diverso y humano. El caminar como una acción revolucionaria, desde donde cruza las barreras de códigos sociales y culturales para las mujeres de la época.
En el estudio, se hace un tránsito por el caminar en Gabriela Mistral desde su infancia: la unión del arte y la vida, su vida como obra en proceso y sus corros, andanzas, jugarretas transformadas en práctica de arte para lo que será su labor escritural; sus raíces indígenas que la hacen abordar una conversación distinta con el territorio; la influencia de su padre desde la que heredó sus afanes de viajes.
En su presentación Katherine Muñoz hizo una analogía del caminar con su lenguaje 'Mistral' (la memoria como mecanismo de territorialidad), con su práctica de 'contadora' desde su escritura. Por último, se realizó una reflexión en torno a la cartografía del mar, como otra forma de caminar en Gabriela Mistral, aspectos tratados profundamente en su obra y experiencia vital en su pródiga andadura a mapa abierto en sus navegaciones.
El legado de nuestros artistas ha sido profusamente exhibido en esta versión de la Feria del Libro, desde el gran espacio brindado a los escritores regionales hasta la presentación de Patricia Politzer y su biografía de Jorge Peña Hen. Y, claro está, Gabriela no podía estar ausente.