Un óleo de grandes dimensiones en el hall de acceso de la Secretaria Regional de Educación y un mural en el patio del Colegio Japón de La Serena son algunas de las obras que dejó Rolando Angel Marín, quien falleció a la edad de 56 años producto de una serie de complicaciones de salud.
El artista autodidacta nació el 16 de diciembre de 1962 en la localidad de Potrerillos, cercana a la ciudad de Vallenar. Cuando era muy joven se radicó en la ciudad de La Serena, a donde llegó en búsqueda de mejores expectativas económicas y con el objetivo de obtener el tratamiento a una deficiencia renal que lo acompañó desde su niñez. Ya adulto, su delicada salud se deterioró aún más con una diabetes que obligó a la amputación de una de sus piernas el año pasado. El 4 de mayo fue internado en el hospital San Pablo de Coquimbo y 20 días después falleció a raíz de una peritonitis.
En su juventud, estudió en un instituto, pero nunca pudo ejercer su título de arsenalero quirúrgico. Para obtener recursos y aprovechando sus dotes artísticas, comenzó a instalarse con un silla y un atril en La Recova, donde con lápiz de carboncillo en mano ofrecía retratos en caricaturas a los transeúntes y a los turistas que tímidamente comenzaban a llegar a la zona en los primeros años de la década de los 80.
El artesano Enrique Marín considera a Rolando Angel como “un precursor de La Recova”. Marín recuerda que “en los años 80, cuando acá se vendían las artesanías en el suelo, Rolando fue el primero que empezó a hacer caricaturas en el sector (...) de hecho él vivió por esos años muy cerca de La Recova, frente a las pescaderías”.
“Rolando era muy jovial y de una mente muy amplia (...) excelente persona y buen amigo: le gustaba compartir lo que sabía hacer”, afirma.
Su esposa, la también artesana Carmen Fuentealba, señala que “era una persona muy amena, buen papá”. Al igual que la mayoría de los artesanos de La Recova, la pareja tiene como recuerdo las caricaturas que Rolando les hizo en los años 80.
Gabriela Mistral, la idola
La Premio Nobel de Literatura Gabriela Mistral fue una fuente de inspiración para Rolando Angel Marín, quien a través de distintas obras instaló la figura de la poetisa en un sitial destacado.
El artesano de La Recova Luis Bonilla Meléndez trabajó como ayudante de Rolando Angel en la confección de un gran pintura dedicada a Gabriela Mistral y que está instalada en el hall de acceso de la Secretaria Regional de Educación, en la ciudad de La Serena.
“En 1995, el ministerio nos auspició en el proyecto que se llamó Raíces Elquinas y que incluyó una itinerancia. Recuerdo que nos presentamos en la Universidad de La Serena para concluir en la Secreduc”, cuenta.
“Lo recuerdo como un gran amigo y un gran artista”, añade Bonilla.
El concejal de La Serena, Robinson Hernández, admite que la vida de Rolando Angel estuvo marcada por la enfermedad y por su vinculación con el muralismo.
Hernández menciona, además, del óleo de la Secreduc como una obra destacada de Rolando Angel el mural que permanece en las murallas del patio del Colegio Japón en La Serena, en el cual su hija menor del artista, Valeria Angel (20) cumplió un rol fundamental.
“En la iniciativa participaron niños (...) Su idea era que ellos se pudieran enfocar en algo que los pudiese ayudar a mejorar su forma de ser a través del arte y dio muy buenos resultados”, cuenta la joven.
Valeria agrega que existe un registro audiovisual en youtube en el que se aprecia a algunos de los escolares que trabajaron en el mural, quienes manifiestan “estar muy contentos por haber sido parte de la obra. La participación de alguna forma marcó sus vidas”.
Rosie Marie Venegas, profesora de música del Colegio Japón, detalló que Rolando Angel “hizo el diseño y el croquis del mural, para luego ejecutar la pintura con los niños que participaban de la academia de arte de la profesora María Angélica Pizarro”.
La profesora recalca que el mural ha servido como material pedagógico. “El año pasado debí trabajar el tema del mural en Chile y partí motivando a los estudiantes con el mural existente en el colegio. Les proyecte las fotos y ellos daban su interpretación sobre la obra”.
La familia
En el living de la familia Ángel-Guerrero se encuentran una serie de óleos pintados por Rolando Angel, quien estaba casado con Victoria Guerrero y tenía tres hijos: Sebastián (31), Pablo (21) y Valeria (20). La menor fue quien, de alguna forma, continúo con su pasión por la pintura y la cultura.
En conversación con El Día, Valeria Angel Guerrero, comenta que su padre “se dedicaba a ayudar a las personas a través del arte. Su cable a tierra siempre fue el poder aportar a la cultura, siempre su motor fueron los proyectos culturales”.
“Todos sabemos que es muy difícil permanecer en el mundo de la cultura, pero él siempre hacía lo imposible para salir adelante”, añade.
Su ímpetu artístico y sus ganas de enseñar motivaron a Rolando Angel a crear un taller de pintura al óleo en el Cesfam Cardenal Caro de La Pampa.
Allí en forma periódica enseñaba a un grupo de persones las técnicas de la pintura al óleo. “Los participantes se acogían en él porque les entregaba luz y vida y una razón, quizás, para poder levantarse, de ir al taller (...) Él siempre tenía una palabra para apoyar a esas personas”, recuerda Valeria Angel.
El hijo mayor de Rolando Angel, Sebastián, enfatiza que recuerda que su padre “fue querido por muchas personas” y que “fue un luchador que superó todas las expectativas, lo que dejó impresionados a los doctores. Tenía muchas ganas de vivir”.
Hasta los últimos días de su vida estuvo ligado al arte y su enseñanza. Entre sus planes tenía la idea de mantener un taller de pintura en el patio de su casa, el que ya estaba siendo acondicionado para la silla de ruedas en la que se trasladaba.
“Él nunca renunció a ser un artista que entregaba lo que sabía”, valoró el concejal Robinson Hernández, quien destacó los distintos talleres que en forma de terapia dictaba a quien lo necesitaba.