A propósito de las cosas que vemos a diario, uno de los fenómenos que más detesto es la poca empatía de algunos con la posibilidad de que otros puedan alcanzar sus metas.

En la semana conversaba con un amigo sobre el potencial de las personas y de lo maravilloso que es observar ese proceso de cambio. Ver cómo y a pesar de sus limitaciones logra salir adelante. Cosa que por lo demás nunca debiese ser tema para nosotros, considerando que el conocimiento y la experiencia plena todavía no la hemos alcanzado.

En mis casi cuarenta veranos, siento que realmente no sé nada y que lo poco y nada que he logrado solo me sirve para la sobrevivencia temporal. Por otro lado, veo la desfachatez que algunos “poto pelados” por llamarlos de alguna manera,  sienten que por dos aciertos ya son dueños de la verdad y del mundo entero.

El problema de este “fenómeno” es que su ego y su inseguridad son tan grandes, que piensan que todo lo pueden y todo lo saben.  Entonces podríamos llamar a esto como el  fenómeno de la incompetencia no sabida. Y si a esto sumamos otro gran problema que ocurre cuando, y quizás por una cuestión cultural, nadie les dice que están equivocados.

Recuerdo a propósito de esto el siguiente dicho: “Díganle al tonto que tiene fuerza”... ahí es cuando podemos elucubrar una idea de porque se produce este fenómeno. Siempre los pillos e insensatos han necesitado tontos útiles. ¿Para qué? Para que sus estupideces sean asumidas por otros. Sí, a los pillos nunca les ha gustado asumir sus culpas y sus derrotas, porque termina evidenciando su insensatez y falta de conocimiento o ignorancia.

La pregunta que me hago entonces es: ¿Cuántas veces he sido un pillo o insensato? Puede que muchas veces. El problema es si ha sido consiente o no. La conciencia sin lugar a dudas  es el punto de inflexión entre lo importante y lo banal. Pero no crean que me refiero a una cuestión dogmática, sino a una alternativa para poder diferenciar la intencionalidad de mis acciones y las de ustedes.

En fin, hace un par de meses he tenido la posibilidad de observar esto de primera fuente entre personas con las que debo relacionarme. Como algunos han logrado salir del círculo de la mediocridad para alcanzar inesperados logros personales y/o profesionales. Y como otros tantos prefieren mantenerse en la misma línea roja. Sin deseos de dar un paso adelante o atrás, con la inseguridad permanente de sus propios cuestionamientos e incompetencias no sabidas.

Si hay algo que puedo garantizar, es que las personas que decidieron dar el paso hacia adelante lo hicieron con la plena convicción que su futuro ya no sería el mismo. Que el cambio es posible, que transgredir la cultura del pillaje resulta más alentador que mantenerse neutral, y es posible desmarcarse de órdenes basadas en la especulación y en la mala fe.

Esta semana conocí una persona que con honestidad y humildad entregó todo su potencial por el bien común. El resultado, el éxito por sobre la incompetencia de otros…

 

“La incompetencia es tanto más dañina cuanto mayor sea el poder del incompetente”

FRANCISCO AYALA

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