El día de ayer mi hijo mayor tuvo la oportunidad de asistir a una actividad de despedida de uno de sus compañeros (panchito),  quién por razones económicas tendrá que cambiar de colegio. Sus padres encontraron, así como muchos, la posibilidad de saltarse el engorroso y caprichoso sistema de postulación escolar. Por lo que, decidieron trasladarlo a otro colegio para asegurar el cupo definitorio.

Este hecho me ha hace dudar sinceramente del propósito por el cual este gobierno ha intentado afanosamente eliminar el financiamiento compartido de los colegios que reciben subvención del estado.

Todos estamos de acuerdo en no pagar, porque a quién con medio dedo de frente le gusta regalar su dinero, pero a costa de qué ese es el gran dilema. Sobre todo cuando el derecho a elegir se está restringiendo al mínimo.

El derecho se restringe cuando solo proyectamos a partir  del dinero, sea para bien o para mal. El dinero y la estadística no consideran en absoluto las relaciones interpersonales y menos el vínculo creado por tantos años de convivencia. Les aseguro que ese daño es irreparable.

Veo con tanta extrañeza la liviandad con la que nuestros políticos hablan  de los derechos preferentes. Yo tengo derecho a querer pagar por la educación de mis hijos. Si los dueños se hacen ricos con esto, que me importa a mí… algunos entonces sé qué dirán: “Pero no con la plata de todos”. Hablemos con la verdad y seamos sinceros. Chile es un país que es capaz de hacer vista gorda a la agobiante corrupción. Pacogate, Milicogate, jubilazos, venta de terrenos truchos, campañas manchadas por el dinero, tranSantiago, ferrocarriles, puente cau cau, irregularidades Junaeb, Sename, etc. Estos son los versos más tristes de Neruda, no por el desamor, sino por la mancha que nos ha dejado como sociedad la llamada democracia.

Entonces reconsideremos, panchito no tiene la culpa de tener que deshacer años de vínculo porque a este gobierno se le ocurrió la genial idea de pretender que todos nacieron para ser toqui. Este problema no es por lucha de clases, sino por ideologías baratas con muy poco sustento técnico.

Como antes lo he mencionado, si queremos que todos reciban lo mismo debemos retrotraer la norma constitucional del ochenta y quitar la libertad de enseñanza. Hagamos un solo sistema educativo para que por lugar de procedencia nuestros hijos puedan relacionarse con el hijo del obrero, del médico, del  mecánico y el del político; sino estamos pensando en esto, es un absurdo creer que la clase trabajadora o mal llamada clase media va a tener que solucionar los problemas o aspiraciones de la clase baja. Los ricos van a seguir siendo ricos y con sistema integral o no ellos nunca se van a relacionar con los otros. Si eliminamos el sistema particular pagado se los van a llevar igual a estudiar al extranjero. Entonces, que es mejor sacrificar al 90% o solo al 5% más rico. Yo prefiero sacrificar al 5%, ya que ellos siempre han mirado la pirámide desde arriba.

Entonces debemos hacer eco a las palabras de Voltaire quién hace muchos años se refirió a la corrupción: “Aquellos que pueden hacerte creer absurdidades, pueden hacerte cometer atrocidades”.

No tenemos que dejarnos anestesiar por las absurdidades, podemos elegir, podemos decidir, podemos preocuparnos por los miles de panchitos que hoy están destinados a sacrificar sus emociones, sus vínculos y sus afectos, ya que estos aspectos nunca fueron considerados por el dinero y la estadística.

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