En la semana fui invitado a  participar en una mesa de trabajo en una universidad regional, para evaluar algunas cuestiones sobre el egreso de miles de jóvenes de aquella casa de estudios. Pensé que sería otra tediosa e innecesaria reunión sin un objetivo claro. Y como mi empleador contrajo un convenio con la universidad obviamente era una obligación participar. El estado de ánimo muy por debajo de lo que usualmente tengo para el trabajo, pero había que cumplir.

Cuando llegue al lugar sentí algo distinto. Un lugar sumamente bello, bien cuidado, con personas preocupadas y agradecidas por mi presencia. En todo momento dispuestos a atender y entender mis expectativas. Fue una jornada completa, en donde se me permitió expresar libremente los argumentos de mi posición sobre la temática tratada, donde además pude compartir con personas de un estándar de pensamiento superior.  

Como no quería que esto terminara de un momento a otro decidí observar, pero no como siempre lo hago, sino que a contemplar desde otra perspectiva. Desde la perspectiva del conocimiento más puro. Porque atendamos que las universidades, fueron creadas con el fin de concentrar en un lugar físico el pensamiento, el conocimiento, las artes y las letras. Por lo tanto, sentí que había estado en un lugar de privilegio. Donde se agotan todos los esfuerzos por el hacer, el crear y el perdurar. Entendí que mi rol es extender ese lugar de privilegio al lugar donde desempeño mis labores profesionales.

Cuando pasan todas estas cosas juntas, esperas de verdad que el día termine para comenzar el siguiente con más ánimo y con las metas mucho más claras. Pero había algo que se me olvidaba. Estoy en chile y no en Europa… sí, en el país más resiliente ante catástrofes naturales, pero el país que más permite la desgracia intelectual. El país que no premia el esfuerzo y no reconoce de verdad el pensamiento.

Siento rabia y pena por todos aquellos que hacen del pensamiento un cambio social. Porque sus esfuerzos se tiran por nada al WC. Todos esos años pagados a pulso, comiendo mal, durmiendo poco, con estrés hasta la medula, no valen nada cuando nuestros honorables de la corrupción se hacen cada vez más hábiles en el copiar y pegar. Si es tan fácil sentarse a observar y contemplar, es tan bello pensar… ¿Por qué no quieren hacer las cosas mejor? ¿Porque  esto tiene un costo político?  Nos miran por debajo del hombro, ofenden nuestra capacidad de abstraernos, escupen  y pisotean nuestro intelecto.

Así como lo mencioné en mi columna anterior me revelo contra esta injusticia, me revelo contra la corrupción y contra el legado del mal. Del mal hacer y mal proceder, ya que esto es algo que nos daña como sociedad. Mis hijos y vuestros hijos tendrán que lidiar con esta indolencia, pero yo no tengo porque aceptarlo.  

Así que afírmense los “pencas”, porque van a tener un enemigo insistente, que quizás no mueve las masas de ustedes, pero que no se cansa de escribir. Y esto les guste o no perdurará por sobre sus crímenes. Es y será el legado en su contra.  Así que, no somos ni seremos la copia feliz del Edén si nos permitimos tolerar que pisoteen nuestra capacidad de pensar el mundo y la sociedad que nosotros debemos construir.

 

“A veces pienso que la prueba más fehaciente de que existe vida inteligente en el universo, es que nadie ha intentado contactarse con nosotros” Bill Watterson.

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