Sin lugar a dudas, la Agenda 2030 ha asignado un importante rol a las universidades: (i) responder en su función de intermediarias del saber y (ii) responder en su función de investigación y producción de conocimientos, con foco en la transformación. Al respecto, como académico e investigador, observo que, en nuestro medio, la sostenibilidad se aborda desde tres perspectivas en las universidades chilenas: La primera dice relación con la investigación en sostenibilidad (¿Qué sabemos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Cuáles son nuestras brechas? Desde el benchmarking, ¿cómo estamos en comparación con nuestros pares?, etc.). En Chile, existen diversos fondos concursables para embarcarse en investigaciones sobre el tema, principalmente referidas a los efectos ambientales de la huella de carbono y el cambio climático. Por otra parte, la proliferación de programas de master y/o especialización en la materia es un claro indicador de la relevancia que la sostenibilidad está adquiriendo en Chile y en todo el mundo.

La segunda tiene que ver con el proceso de enverdecimiento del campus, que involucra iniciativas de compromiso a largo plazo con el mejoramiento continuo del medioambiente de los campus universitarios (¿Cómo nos vemos? ¿Estamos contaminando? ¿Pagamos por ello? ¿Qué cambiamos? ¿Cómo innovamos?, etc.). Este estatus de campus sustentable se logra cuando la comunidad universitaria satisface temas, tales como, energía, agua, viaje & transporte, biodiversidad y residuos. De hecho, en Chile varias universidades ya cuentan con certificación en Acuerdo de Producción Limpia (APL), con obligaciones referidas a compromiso institucional, diseño curricular y operación de campus. Sin embargo, estas iniciativas parecen quedarse cortas a la hora de responder a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), de manera holística.

Finalmente, la tercera perspectiva, que podríamos llamar “universidades sostenibles” se centra en el cambio transformacional (¿Cómo dejamos atrás viejas prácticas? ¿Reflexionamos? ¿Incluimos a todos? ¿Cómo transformamos el entorno y a los demás? ¿Estamos dispuestos a cambiar?, etc.). A mi juicio, esta perspectiva se vincula con la implementación de la Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS), la cual supera con creces la mirada fragmentaria del enfoque puramente medioambiental de la sostenibilidad, ya que apunta hacia el cambio transformacional de las personas, asegurándose que los profesionales del siglo XXI cuenten con nuevas competencias que les permitan insertarse exitosamente en el mercado laboral y actuar como ciudadanos responsables con el presente y futuro del plantea.

Desde esta cosmovisión, la sostenibilidad representa un territorio fecundo para las universidades. Sin embargo, de mantenerse los silos funcionales, controlados por algunos pocos, resulta prácticamente imposible impulsar el cambio transformacional que nos impone la Agenda 2030. Entonces, el llamamiento parece ser hacia el trabajo multidisciplinar e incluso transdisciplinar. Particularmente, prefiero este último concepto, pues el desafío de cambiar, de manera transformacional, y de descarbonizar nuestros sistemas energéticos, es tan grande que ninguna disciplina puede ofrecer la solución por si sola. En consecuencia, más que declaraciones de moda, lo que necesitamos en nuestras universidades es una comunicación más transdisciplinar, horizontal e inclusiva, que nos permita dejar atrás las estructuras de gestión tan monolíticas y los enfoques de actuación tan autopoyéticos y autocomplacientes que observamos en muchos ambientes académicos. De lo contrario, ¿cómo cumpliremos con el mega desafío de “Que nadie se quede atrás”?

Autor

Imagen de Fernando Vera
Doctor en Ciencias de la Educación c/m en Evaluación y Acreditación; Licenciado en Educación; Profesor de Inglés; Master en Educación c/m en Administración y Gestión Educacional; Master en Educación c/m en Currículum y Evaluación; DEA en Educación; Especialista CALL; Diplomado en Aprendizaje Profundo; Diplomado en Liderazgo Educacional; Certificado en Aprender a Aprender y Certificado en Pensamiento Crítico. Cuenta con pasantías en Zhejiang Gongshang University (ZJSU), China y en Edusoft, Israel. Actualmente, se encuentra trabajando en el desarrollo e infusión de competencias blandas para el desarrollo inclusivo y sostenible, en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Adicionalmente, es miembro de diversas comunidades académicas internacionales, tales como, American Association for Advancement of Sustainability in Higher Education (AASHE), USA, RIED OEA, The Foundation for Critical Thinking, USA, TEFL Asia y, a nivel nacional, Asociación Chilena de Investigadores en Educación (ACHiE) y Red de Campus Sustentable (RCS). Me he especializado en Gestión de sostenibilidad corporativa en PUCV.

 

 

 

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