Este domingo se vive en nuestro país  la elección de las autoridades de la comuna. Es la posibilidad concreta de opinar, construir y decidir sobre la ciudad y sus más diversas formas de entender el desarrollo, progreso y convivencia entre vecinos y vecinas. Definir los planes y políticas locales en educación, salud, aseo y ornato, tenencia responsable de mascotas, planificación urbana, seguridad pública -entre otras tantas cosas del quehacer comunal- requiere de una amplia participación de la ciudadanía. Pero no sólo se trata de aquello. Chile conoce lo que significa perder las libertades y derechos fundamentales, entre otros la vida, la integridad corporal y el derecho a decidir y, por tanto, se trata también de reafirmar la vocación democrática de nuestra sociedad. En tal contexto, no deja de ser preocupante la actitud de distancia y apatía de los ciudadanos y ciudadanas y la poca capacidad de los que estamos en la actividad pública de ponernos en el lugar de las personas e interpretar las señales de indignación con gestos aún más claros  de enmendar el rumbo. La Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que “toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos”. El voto es un “derecho” con carácter de derecho humano, pues es el mecanismo básico de toda democracia para su funcionamiento y requiere de eficacia y transparencia.  La invitación es a ejercer nuestro derecho-deber a votar para dar más vigor a la democracia, a los Derechos Humanos y a los derechos civiles y políticos más elementales de las personas.Este domingo es una ocasión propicia para  recordar las complejidades y sacrificios que se han dado para obtener la consagración universal de este derecho humano. El derecho a votar era reconocido sólo para algunos ciudadanos en todo el mundo y quedaban fuera por ley actores importantes de la sociedad como las mujeres, minorías étnicas, personas analfabetas, entre otros.El derecho universal al sufragio es reconocido gracias  a emblemáticas luchas  de mujeres y hombres; es la máxima expresión de cambio de las sociedades; es el deber de compromiso con las actuales y futuras generaciones. Cuidemos nuestra democracia, mejoremos nuestras ciudades y consolidemos una cultura de los Derechos Humanos. 

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