Hoy se conmemora el día internacional de los DD.HH. Ésta expresión, desde una perspectiva histórica, nace en el paso de la Edad Media a la modernidad, es decir, en la redefinición del hombre frente al mundo, como sujeto de Derecho protagonista de su historia y su entorno. En sentido positivo la consagración jurídico normativa de estos aparece en Inglaterra S. XVII y, en Francia y Estados Unidos S.XVIII. Pero, ¿qué contiene la expresión DD.HH.? Teóricos y estudiosos del tema afirman que existe una gran vaguedad en torno a éste concepto, lo anterior tal vez por un cierto abuso lingüístico, pero representativo también de la función histórica que ha desempeñado como traducción jurídica de las exigencias morales más importantes que en cada momento han pretendido erigirse en criterio fundamental para medir la legitimidad de un modelo político y, por tanto para justificar la obediencia a sus normas. En consecuencia, cuales son los rasgos que debe tener una exigencia social para hacerse merecedora del calificativo de Derecho Humano o Fundamental, no es un problema teórico o conceptual sino ideológico o de fundamentación. DD.HH. para Fernández Galiano son aquellos de los que es titular el hombre no por graciosa concesión de las normas positivas, sino con anterioridad e independencia de ellas y por el mero hecho de ser hombres, de participar en la naturaleza. A su turno, Prieto Sanchís dice que DD.HH. es referirse a aquel soporte o recipiente institucional que pretende traducir en requerimientos jurídicos exigencias morales importantes, recogiendo en cada momento el contenido de la deuda que el Estado o la colectividad tiene contraída con cada uno de sus miembros, siendo acreedora de respeto por parte de todos.Lo cierto es que existen los Derechos Humanos como una reacción a la vulneración de la dignidad humana. En general toda norma jurídica y moral surge con el propósito de regular lo que debe ser, sin embargo, evidencia que las ideologías, las creencias y los pensamientos superan nuestra capacidad de comprendernos como personas. Si tan sólo no emitiéramos juicios; si observáramos a nuestros semejantes como tales; si propiciáramos la cultura del respeto y el entendimiento, dejando de lado nuestro apego por lo material, nada tendríamos que regular y consecuencialmente conviviríamos en una sociedad más humana. 

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