Las sociedades construyen su historia partir de momentos políticos, culturales, económicos y sociales. Esta semana rememoramos una fecha dolorosa de nuestra historia patria. Chile fue testigo de una de las dictaduras cívico militares más crueles y degradantes de la dignidad humana. Miles fueron los compatriotas que con su sangre y sacrificio entregaron su vida por concretar una forma de construir una sociedad más justa, libre e igualitaria. Miles fueron los chilenos y chilenas víctimas de una violencia irracional y de los cuales nunca más se tuvo noticia.Recordamos y homenajeamos la vida truncada de padres, madres, hijos e hijas, trabajadores, estudiantes y líderes que pretendían movilizar el pensamiento hacia la acción realizadora de un programa de gobierno que aspiraba a concretar el ideal de la justicia social. El concepto de  “justicia transicional”  propio de las sociedades que han transitado desde la dictadura hacia la democracia, impone la necesidad de establecer mecanismos que permitan vivir en un país reconciliado. Esas medidas tienen que ver con la  revelación de la tan anhelada verdad, el reconocimiento de los hechos y de sus efectos, la integras reparaciones y el fortalecimiento de instituciones democráticas, pero por sobre todo, exige avanzar en justicia penal que establezca la verdad de lo ocurrido y la sanción de los responsables. En consecuencia, se hace necesario que  como miembros de un cuerpo social propiciemos  la  capacitación de los agentes y funcionarios  del Estado y a los ciudadanos en general como garantes de derechos humanos, para que las violaciones de la dignidad de las personas no se vuelvan a repetir. O para evitar que deriven en otras formas de vulneraciones que afecten a otros sectores de la sociedad: como son los pueblos originarios; debemos derribar los estereotipos que afectan a la mujer y a otras condiciones de género; para que entendamos que un inmigrante es tan persona como un nacional; que nuestros niños/as y adolescentes son sujetos de derechos; para que los trabajadores puedan hacer vida el derecho de la libertad sindical; para que nunca más alguien con una cuota de poder o superioridad se sienta con el derecho a atropellar la dignidad, la vida y la honra de seres tan iguales, pero distintos a la vez.  

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