El “Progreso” minero en La Higuera.
En estos días de enfrentamientos y posturas encontradas entre las partes afectadas por el impacto del proyecto minero Dominga del grupo Andes Iron, he visto carteles y escuchado hilarantes discursos donde se utiliza el concepto de “progreso”. Mi reflexión de corte histórico, busca, en primer término, aclarar el real significado de la palabra y si éste ha supuesto un desarrollo para los habitantes de La Higuera.
- El concepto de progreso, según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, es la acción de ir hacia delante. 2) Avance, adelanto, perfeccionamiento. La palabra de raíz latina fue retomada por los filósofos de la Ilustración en Inglaterra y Francia (siglo XVIII), base del radicalismo, liberalismo, la revolución francesa, mercantilismo y capitalismo. Es una de los grandes pilares del pensamiento occidental: La humanidad avanza en cada época, tanto ética, moral, en una mejora constante. Cada nueva era es mejor que la anterior, en una lectura ascendente de la historia.
- Desde el punto de vista histórico, la comuna de La Higuera surge en 1891, tras la Ley N° 4.111 de Comuna Autónoma decretada por el Presidente de la República, Almirante Jorge Montt. En 1894 comienza a funcionar su municipio. Sin embargo, el dueño y fundador del poblado Pedro Pablo Muñoz Godoy fue elegido diputado (1879 – 1882) teniendo principal cuidado en la defensa de los intereses territoriales y económicos de sus electores. Muñoz era el principal patrón minero de la zona y exportaba su producción de cobre desde el puerto de Totoralillo. Debe señalarse que desde finales del siglo XVIII se conocían sus vetas cupríferas, que Ignacio Domeyko describió el cerro El Tofo y auguraba su posterior auge. La Higuera llegó a contar con más de 6.000 habitantes en 1890, repartidos en sus innumerables placillas mineras. Pero allí no hubo “progreso”; el cobre bajó de precio ante la competencia de otros productores como Estados Unidos, España, Japón y Australia (entonces colonia del Reino Unido) los mineros eran pagados con fichas, muy pocos hijos de obreros accedían a la escuela, debido a la presión familiar de trabajar desde joven, pese a las instrucciones impartidas por don Pedro Pablo en su testamento. Los nietos, Jarpa Muñoz vendieron sus derechos en la década de 1920 y de esa época sólo quedaron algunos edificios del siglo XIX y un álbum de fotos de 1898.
En 1908 capitales franceses comenzaron a explotar con nuevas técnicas el cerro El Tofo, rico en hierro, que luego fue entregado a la compañía norteamericana The Bethlehem Steel Corporation que en 1915 trajo el primer ferrocarril eléctrico de Sudamérica, y la instalación de un dique artificial para el atraque de las embarcaciones en Cruz Grande. Se construyeron viviendas para los obreros, un hospital, escuela, retén, teatro y otros adelantos. En 1971 fue nacionalizado y diez años después nuevamente privatizada. Varias generaciones de tofinos debieron emigrar y de esa época dorada sólo quedan sus recuerdos y los restos saqueados de la infraestructura portuaria. Tampoco se puede decir que hubo desarrollo.
Es evidente que La Higuera ha tenido un transcurrir imbricado con la explotación minera. También es evidente señalar que el “PROGRESO” al que aducen es efímero, y por tanto, no entra en categoría de tal. Las empresas vienen, sacan el recurso natural no renovable, pagando ínfimas sumas a las comunidades, trayendo personal especializado desde otras latitudes, cancelando las patentes mineras en direcciones estilo: Las Condes, Vitacura, Lo Barnechea y dejan la escoria de sus faenas en visibles tortas de relave, que han afectado también actividades económicas (recuérdese las lluvias de 1997 y el escurrimiento por el río Los Choros de material pesado de relaves hacia los bancos de machas con la consiguiente desaparición del recurso y la crisis económica desatada en las caletas vecinas).
Las personas tienen derecho a trabajar. Nadie está en contra de la minería ni de lo que representa para La Higuera, la región de Coquimbo y el país. Pero también debo decir que las personas tienen derecho a vivir en un medioambiente limpio. La afectación de la zona biológica, ya de por sí altamente vulnerable, con más de 140 barcos anuales, un mega puerto minero, polución y la segura construcción de una central de alimentación energética, cuando ya se tienen antecedentes históricos del comportamiento de la industria minera en la comuna.
Además, resulta hilarante la suma de dinero que la empresa presenta como compensación, dado que sólo las actividades de Punta de Choros (extracción de recursos bentónicos, pesca, turismo, planta de proceso, buceo y hospedaje) genera ganancias por sobre los 6 millones de dólares anuales. Si pensamos que la suma -1.341 a 2.683 millones de pesos- será para repartir entre toda la comuna, resulta evidente que la costa no puede ver con buenos ojos esta invasión.
¿Qué ocurrirá en la sociedad si se pone en marcha el proyecto minero en La Higuera? Existen varios ejemplos en el norte de Chile. En nuestra región Los Vilos es un caso de estudio: Minera Los Pelambres paga mensualmente a los pescadores, para que no hagan ruido. Una ciudad pequeña cuya identidad histórica es su relación con el mar, donde sus pescadores eran reputados como grandes navegantes, hoy en día ya no se pesca, la producción ha disminuido (locos), los gremios se dividieron y subdividieron (existen hasta cuatro organizaciones diferentes en una misma caleta) y al tener dinero fácil aumentó los índices de drogadicción, aumentando de paso las remuneraciones en lupanares. Mientras, se vive el deterioro en salud y educación, ya que la empresa no invierte, pese a sus promesas, pues es deber del Estado la manutención de éstos servicios (cosa que no le contaban a la gente antes). El 52% de la mano de obra empleada es de Santiago y el resto se divide en otras regiones del país. A pesar de tener la escuela de Minas más antigua (fundada por Domeyko), los ingenieros de la ULS son puestos en segunda o tercera fila (si es que) en favor de planteles de la capital ¿Qué ocurrirá cuando la empresa termine su trabajo? Nuevamente relaves, sequía potenciada, cesantía, y lo peor, las actividades pesqueras absorberán a esta masa de desocupados en una costa contaminada, con baja producción y con gente ignorante, sin conocer los secretos del arte de la pesca, ya que los mayores (ancestrales) se habrán extinguido. Así, tendremos nuevos pueblos fantasmas como las salitreras.
En síntesis, una sola actividad económica no es ni ha sido históricamente el anhelado “progreso” para La Higuera: Las ruinas de ciclos “gloriosos” es lo único visible en un medioambiente saturado por la gran minería.
Espero estar enormemente equivocado. Pero la historia está allí, como testimonio… Y eso no ha sido jamás “progreso”.
Joel Avilez Leiva
Historiador