• Nevenka Martínez junto a su esposo Roberto Kostley y sus tres hijos; Matías de 8, más los gemelos Tristan y Julian de 3
  • Es profesora de artes egresada de la ULS y actualmente se desempeña como docente de español en un colegio público de la ciudad donde reside.
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Con una familia y cumpliendo con su vocación profesional, Nevenka Martínez asegura que no cambiaría la decisión que tomó hace 16 años de dejar todo lo que conocía para comenzar de cero en un nuevo país.

Cuando existe la convicción de lograr lo que anhelas nada parece demasiado difícil de alcanzar y sin pensarlo mucho puedes lograr más de lo que esperabas. Justo así transcurre la historia de Nevenka Martínez-Kostley, una coquimbana de 45 años quien desde el 2002 vive en las cercanías de la ciudad de Pittsburgh, en el estado de Pensilvania, Estados Unidos, junto con su esposo y tres pequeños hijos.

Egresada de la Universidad de La Serena como profesora de Artes Plásticas y titulada también como diseñadora en comunicación gráfica, trabaja actualmente como docente de español en un colegio público. En conversación vía Whatsapp, Nevenka relata a El Día su experiencia desde que dejó la región y lo que significa para ella haberse establecido en el país de sus sueños.

“Nací y viví mi niñez en Coquimbo y el resto de los años estuve en La Serena hasta que me vine para acá. Llegué a este país hace 16 años atrás, hoy estoy felizmente casada y tengo tres hermosos hijos; Matías que pronto va a cumplir 8 años y los gemelos Tristan y Julian de solo tres años”, detalla.

Además de sus títulos de la ULS, Nevenka continuó sus estudios en Estados Unidos donde se graduó de un máster en artes de la educación. “Ahora trabajo con alumnos de kidergarten hasta el quinto básico, así que siempre he estado ligada a la educación, esa siempre fue mi vocación”.

UN VIAJE QUE LE CAMBIÓ LA VIDA

Desde niña, Nevenka sintió pasión por viajar y conocer otras culturas. Fue su abuelo quien la enseñó a observar el mapa y localizar los países en el mundo e identificar las capitales de cada uno, por eso piensa que fue en esa época que nació su motivación para viajar.

Antes de embarcarse en la aventura de su vida, esta coquimbana trabajaba como profesora de artes visuales y tecnología en el liceo Carmen Rodríguez de Tongoy y en el colegio Saint Mary de Sindempart. Fue cuando comenzó a planificar su primer viaje a Estados Unidos durante las vacaciones de verano en Chile.

“Estuve en Pensilvania solo algunas semanas, me encantó la ciudad y sus alrededores, también el invierno, pero regresé a Chile pensando en la idea de cumplir mi sueño y volver para comenzar una nueva vida”, comenta.

Nevenka se lo planteó en esos términos porque había conocido al que hoy es su esposo, Roberto Kostley, con quien tuvo oportunidad de compartir junto a su familia y amigos.

“Nos comunicábamos seguido, en ese tiempo por webcam o emails y llamadas por teléfono, hasta que decidimos juntarnos nuevamente y finalmente fijamos una fecha de viaje. Llegué a Estados Unidos el  10 de septiembre de 2002 y luego nos casamos, en enero de 2003”, precisa.

Además de encontrar el amor, Nevenka aprovechó el tiempo para cumplir con sus metas de ampliar sus estudios y aprender un nuevo idioma.

“Fue una decisión rápida. Estaba tan motivada y decidida que pensé que debía intentarlo y la verdad es que la aventura todavía continúa. No me arrepiento de haber tomado esa decisión porque estoy feliz donde estoy”, asegura.  

VIVIENDO EL SUEÑO AMERICANO

Nevenka insiste en que su experiencia fuera de Chile ha sido increíble y no la cambiaría por nada, sin embargo reconoce que no siempre ha sido fácil.

“Este país provee mucho, pero debes esforzarte y trabajar para conseguir lo que deseas. Igual tengo mucho que agradecer, especialmente a la gente maravillosa con la que me rodeo a diario. En Estados Unidos he vivido momentos muy felices; me convertí en madre, logré mi objetivo de estudios y trabajo en lo que más amo que es la educación”, destaca.

Con emoción en su voz, Nevenka reitera que ahora tiene amigos que la acogieron desde el primer momento al igual que la familia de su esposo, mientras que sus colegas de trabajo la hacen sentirse como en casa, en un segundo hogar.

“Estoy feliz con mi esposo y a pesar que llevo largo tiempo acá para mí es como llegar una vez más al país de mis sueños. Pienso que el sueño americano existe pero debes cumplirlo con trabajo, a veces con mucho sacrificio, también con un poco de suerte y sobre todo con mucha convicción en lo que deseas de corazón”, manifiesta.  

Hace unos meses Nevenka viajó junto a su hijo mayor a Orlando, Florida, para encontrarse con su hermano
Cristian que desde hace años no veía.

 

EL AMOR POR SU TIERRA NATAL

Aunque todos los años visita Chile y muchas veces ha pensado en volver a la tierra que la vio nacer, pues “la familia y los amigos se extrañan de todas maneras”, Nevenka valora mucho la vida que tiene en Estados Unidos.

“He formado una familia, tengo un trabajo estable que me encanta, compramos una casa y mi vida está erradicada aquí, pero tampoco puedo decir que no volveré. La vida da muchas vueltas y quizás el destino final de uno es volver a la tierra que nos vio nacer”, apunta.

Por lo pronto, Nevenka seguirá viajando a su país amado para cargarse de nueva energía al reunirse con los suyos, para luego volver al lugar donde vive con plenitud sus sueños día a día. 6101iR

"El Heinz es el estadio del equipo de fútbol americano los Steelers de Pittsburgh que tiene los mismos colores de Coquimbo Unido, amarillo y negro. La gente es muy fanática y son fieles a su equipo. Es muy impresionante ver un partido de ellos", cuenta la coquimbana. 

 

Este es el estadio de béisbol de los Piratas de Pittsburgh, que también comparte los colores amarillo y negro.

RECOMENDACIONES PARA VIAJEROS

"Sea lo que sea que te propongas en tu vida, persiste con tus sueños y metas. Si tu proyecto de vida es viajar por el mundo, estudiar, trabajar o establecerte en un determinado país, hazlo. Igual nada se pierde, al contrario, solo se gana experiencia. Si quieres viajar a un país que no es de tu lengua, yo diría que se tiene que aprender el idioma (...) Es una entrada a otro mundo y una oportunidad que no se debe dejar pasar. Tampoco te avergüences de tu acento, siéntete orgulloso de tenerlo porque al fin y al cabo sabes dos idiomas", sugiere Nevenka. 

 

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